Cuando el taxi se sacudió por primera vez el martes, Ricardo Cisneros, de 61 años, pensó que tenía un problema en la suspensión.
No fue hasta la segunda sacudida que se dio cuenta que se trataba de un terremoto.
Circulaba por Periférico, una vía rápida, muy cerca de la zona de Cuemanco, en el sur de Ciudad de México y no había mucho tráfico.
Pero la joven que manejaba delante de él se detuvo en seco por lo que Cisneros tuvo que parar también.
"Cuando voltee hacia arriba me di cuenta que había quedado justo debajo del puente peatonal y que se estaba cayendo", dice el taxista.
"No tuve tiempo de pensar. Fue una reacción inmediata: con el taxi empujé al coche de adelante. Lo moví menos de un metro, pero esa corta distancia fue la que me salvó la vida", cuenta Cisneros a BBC Mundo todavía sorprendido.
Era muy pronto para saber que el terremoto había sido de 7,1 y que al colapsar decenas de edificios en el centro de México habían muerto más de 250 personas.
Sorprendido
El puente peatonal, un amasijo de alambres y cemento que el terremoto derrumbó, aplastó la parte trasera del taxi rosa que no es de su propiedad, pero que maneja todos los días para ganarse la vida.
"Sentí el golpe y cómo el coche se levantaba", dice.
Las puertas se quedaron trabadas así que tuvo que salir por la ventana. No había nadie que le ayudara.
Pero poco después se detuvieron algunos coches y los conductores lo rodearon.
"Me veían sorprendidos. Unos compañeros taxistas me abrazaron: '¡Estás vivo!', me decían".
"De puro milagro"
Cisneros todavía no era consciente de su suerte. Salió completamente ileso. No fue hasta después de una media hora, cuando se sentó en la acera que reaccionó:
"Me entró mucho miedo y me puse a temblar", dice.
Entonces quiso llamar a su esposa para contarle, pero no tenía batería en el celular. Una persona que pasaba por ahí le prestó un teléfono.
"Mi esposa se puso a llorar y me pidió que me cuidara mucho". También el dueño del taxi se puso contento de que él estuviera vivo.
Cisneros tuvo que pasar toda la noche en la calle, arreglando el problema con el seguro y las autoridades así que no se enteró de la magnitud de la tragedia que azotó a México.
Al día siguiente, cuando se dirigía a su casa en Xochimilco, en el sur de la ciudad, una de las zonas afectadas, vio el colapso en el tráfico y muchas personas tratando de ayudar.
"La situación es muy triste y dura, muchos han muerto y otros se han quedado sin casa", dice.
En sus 40 años de trabajar como taxista esta es la ocasión en la que se ha sentido más cerca de la muerte.
"Me ha pasado de todo, pero esta vez ha sido extraordinario. Estoy vivo de puro milagro".