Advertencia: Esta nota tiene contenido que algunos lectores pueden considerar perturbador.
"Viola a todas en el departamento para darles una lección", se lee en uno de los mensajes.
"Oh Dios. Odiaría estar en línea de tiro si tuviera una vagina", dice otro.
Anna -nombre ficticio- fue viendo los cientos de mensajes sexualmente violentos que había en un chat de grupo de Facebook.
Para su horror, tanto ella como sus amigas universitarias aparecían decenas de veces en esos mensajes.
Quienes escribían los mensajes, todos hombres, estudiaban Humanidades en la Universidad de Warwick (Inglaterra), al igual que Anna.
Pero no se trataba solo de sus compañeros de clase. Eran sus amigos íntimos.
Semanas después de descubrir la existencia del chat, se corrió la voz por todo el campus. Lo que había empezado como un "chat de chicos" privado, se había intensificado rápidamente.
Anna y una amiga, quien también era mencionada en el chat, se quejaron a la universidad.
Tras una investigación interna, un estudiante fue expulsado y le prohibieron volver a entrar al campus de por vida. Otros dos también fueron expulsados y se les impidió entrar en los recintos universitarios durante diez años. Dos más fueron expulsados de la universidad por un año.
Pero después de que dos de los estudiantes consiguieran reducir el veto de 10 años a 12 meses, surgieron serias dudas sobre cómo la universidad manejó el caso.
Un año después, esta universidad inglesa todavía está en el punto de mira, con muchos estudiantes y académicos preguntándose: ¿qué salió mal en Warwick?
"El grupo de chicos"
A principios del año pasado, Anna, que entonces tenía 19 años, se encontraba sentada en el sofá de su casa de estudiantes cuando en la computadora portátil de su amigo comenzaron a aparecer una serie de mensajes explícitos.
Cuando llegaron más y más mensajes, ella le preguntó de qué se trataban y él se echó a reír.
"Dijo: 'Bueno, si crees que esto es malo, tal vez quieras ver el chat de chicos'", dice Anna recordando la conversación. "Fue entonces cuando me mostró mensajes que durante año y medio amenazaban con violación".
Mientras estaba allí sentada, vio en el chat de Facebook que él y sus amigos habían cambiado sus nombres por los de notorios asesinos y violadores en serie.
"Estaban hablando de una compañera de estudios. Hablaban de secuestrarla, encadenándola a la cama, hacer que se orinase encima y después obligarla a dormirse meada".
Gran parte del contenido era aún más gráfico.
"No fue solo un comentario frívolo", afirma Anna. "Era todo un grupo en línea ... Estaban orgullosos de que fuera horrible".
Buscó en el chat su propio nombre. Aparecía cientos de veces.
Al principio, Anna dice que su amigo rebajó el contenido de los chats a "una forma de hablar de los hombres", explicando que todo era de broma.
Continuó leyendo las conversaciones y haciendo capturas de pantalla a medida que avanzaba.
"Le dije que era para quedarme tranquila", asegura Anna. "Pero cada vez me veía más y más enojada. Y creo que fue entonces cuando empezó a darse cuenta de que se trataba de algo más serio de lo que él pensaba".
Enseguida adoptó un tono diferente, sugiriendo que sabía que los contenidos eran inaceptables y que se los había mostrado para protegerla.
Pero cuando pudo ver multitud de mensajes sobre violaciones en grupo y sobre la mutilación genital, sus instintos le dijeron que no todo entra en el terreno del humor.
"No sabía qué hacer porque estas personas [en el chat] eran gran parte de mi vida", comenta.
Unos días después, regresó a casa de sus padres para las vacaciones de Semana Santa. Pero pensar en tener que volver a enfrentarse a esos hombres de nuevo le generó ataques de pánico".
"Estaba preparando mis cosas para volver y no pude ni cruzar la puerta", rememora.
Fue entonces cuando decidió quejarse a la universidad.
"Conflicto potencial" de intereses
Anna y otra amiga, que también había sido objetivo de repetidos ataques en el chat, presentaron su queja ante la universidad, que les dijo que serían entrevistadas formalmente.
Pero una cosa resultó extraña: el hombre que las entrevistaría era el director de prensa del centro.
"Pensé de inmediato que era un perfil extraño para ser designado como encargado de la investigación", dice Anna.
Como jefe de prensa, Peter Dunn fue el responsable de tratar con los medios y de proteger la reputación de la Universidad de Warwick como una de las mejores universidades del Reino Unido.
Como encargado de la investigación, fue responsable de examinar las acusaciones por conducta indebida y recomendar los castigos que los estudiantes deberían enfrentar.
En febrero de 2019, la universidad admitió "el potencial conflicto" entre los dos roles de Peter Dunn, pero insistió en que sus principales funciones como responsable de prensa "se delegaron" durante el tiempo que duró la investigación.
Sin embargo, en un correo electrónico visto por la BBC, Dunn les contaba a las mujeres que planeaba emitir un comunicado de prensa para los medios y les pidió algunos comentarios para la nota.
"Me sentí realmente ultrajada", reconoce Anna. "Esta persona que está escribiendo comunicados de prensa conoce detalles tan íntimos de mi vida. Fue una experiencia muy surrealista".
La universidad de Warwick le dijo a la BBC: "Apreciamos que haya preguntas legítimas sobre el manejo por parte de la universidad de este caso extremadamente delicado. Continuamos apoyando al encargado de la investigación designado, Peter Dunn".
Un mes después de la declaración de las mujeres, cinco de los hombres involucrados en el chat fueron expulsados del centro educativo. A dos se les impidió entrar en las dependencias universitarias durante 10 años. Para otros dos estudiantes el veto fue de un año y a un último de por vida".
Anna y su amiga dijeron que no se les informó del resultado de la investigación y que tuvieron que enterarse por la prensa, así que no sabían qué castigos correspondían a cada uno de sus compañeros.
Pero su caso no se cerró: los dos hombres a los que se les había prohibido entrar en el campus durante 10 años apelaron la decisión.
Tendencia en twitter
Después de una espera de cuatro meses, que la universidad atribuyó en parte a que un miembro del personal se había tomado vacaciones al final del verano, se les redujo la prohibición de 10 años a solo uno.
"Nunca me dieron una explicación. Nos dijeron que habían salido nuevas pruebas, pero no sé cuáles son", afirma Anna. "Empecé a pensar que tenía que rendirme... Sentí que éramos solo mi otra compañera y yo demandando a toda una institución que nunca nos escucharía".
Anna y su amiga hicieron un último intento de exponer ante la universidad sus preocupaciones.
Pero el vicecanciller, el profesor Stuart Croft, les escribió diciendo que no encontró "pruebas de irregularidad o sesgo en el procedimiento" y declaró cerrada la investigación.
Tres semanas después, una estudiante relacionada con el caso se conectó a Twitter y pronto la etiqueta #ShameOnYouWarwick (Avergonzada de ti, Warwick) comenzó a volverse tendencia en la red social.
La historia volvió a ocupar páginas de los medios de comunicación. Los departamentos académicos del centro comenzaron a distanciarse públicamente de la gestión que había hecho la propia universidad.
Poco después, el profesor Croft hizo pública una declaración de 1.000 palabras en la que habló ampliamente sobre su reacción al leer el chat, diciendo que "le produjo un sentimiento de total repulsión".
Pero sus comentarios cayeron en oídos sordos de la comunidad estudiantil.
Tres días después, anunció que los hombres a quienes se les había reducido el castigo no volverían a la universidad. No está claro hoy si fue una decisión del propio centro o de los chicos expulsados.
Sin embargo, esto no detuvo los sentimientos de ira en el campus: dos días después, cientos de estudiantes y parte del personal académico organizaron una marcha hacia las oficinas de gerencia de la institución.
En la mañana de la protesta, la universidad emitió un comunicado a la prensa diciendo que estaban "profundamente arrepentidos" por la angustia causada a las víctimas.
Las mujeres involucradas nunca recibieron una disculpa personal de la universidad.
"Nunca más"
El caso Warwick ha suscitado preguntas sobre cómo las universidades enfrentan los casos graves de conducta sexual y los problemas que surgen en los grupos de chat online.
Desde entonces, la universidad en cuestión ha iniciado una revisión de sus procesos disciplinarios y de apelaciones, que concluirá en el verano (boreal) de 2019.
El profesor Croft le dijo a la BBC que esperaba que esto "demostrara el aprendizaje (de este caso) y ayudara a nuestra comunidad académica a vivir mejor nuestros valores".
Pero las mujeres involucradas no sienten que el caso se haya cerrado. Anna, que ahora cursa su tercer año, está estudiando para el examen final de su carrera que tiene este viernes.
"La universidad causó tanto dolor y daño y todo esto está pasando solo después de más de un año", se lamenta.
"El trauma de haber sido lo suficientemente fuerte como para denunciar una situación y ser castigada por la universidad es probablemente la peor parte de todo esto".
"No quiero ir a mi graduación. No puedo esperar a no tener que ir ya nunca más a Warwick".