"Es aterrador": mujer se disfrazó de adolescente para denunciar cómo actúan los pedófilos
Qudsiyah Shah tiene 20 años, pero en algunos videos que ha publicado en internet aparenta tan sólo 14.
La activista decidió hacerse pasar por una adolescente para investigar cómo actúan los abusadores de menores y cuáles son los riesgos a los que se exponen los niños cada vez que navegan por la red.
Según le contó a la BBC, lo que descubrió fue "aterrador" y "repugnante": asegura que los comentarios que le hicieron algunos internautas "se verían fuera de lugar incluso entre adultos... pero hacia niños resultan totalmente impensables".
Con ayuda de un uniforme escolar, la joven se disfrazó de una muchacha de 14 y colgó varios videos en tres de las aplicaciones en streaming (transmisión en directo) más populares del momento: Periscope, Live.me y Omegle.
En apenas unos minutos, comenzó a recibir comentarios de otros internautas que le pedían que se quitara la ropa.
Mensajes provocativos
"Algunos de ellos eran muy muy explícitos", explica Shah. "Muestra tus senos", "quítate el sujetador", le escribían a través Periscope, que tiene más de 10 millones de usuarios.
Quienes le contactaban no sabían que tenía algunos años más de los que decía tener en los videos. Pero ¿cómo se sienten las adolescentes que se ven bombardeadas por estos mensajes cada vez que usan este tipo de aplicaciones?
"Mi primera reacción fue de confusión. Al principio es agradable tener toda esa atención y corazones (que envían los usuarios cuando les gusta un video), pero se volvió todo muy oscuro muy rápidamente", dice la activista.
En Live.me -una app que fue lanzada el año pasado por un desarrollador chino y una de las que más rápido está creciendo- recibió varios mensajes provocativos. En algunos de ellos, le invitaban a ver contenido de chicos "si era madura".
En cuando a su experiencia en Omegle, un sitio web especializado en videochat, también recibió comentarios inapropiados a pesar de usar la "sección moderada", pensada para menores de 18 años, y decir que tenía 14.
Al iniciar la conversación, algunos hombres se ofrecieron a enseñarle sus genitales a través de la aplicación.
"Es horrible; nadie debería estar expuesto a ese tipo de contenido", dice Shah.
Omegle y Live.me no quisieron hacer comentarios sobre este asunto cuando fueron preguntados por la BBC. Periscope respondió lo siguiente: "Mantener a la gente a salvo es nuestra prioridad. Tenemos tolerancia cero hacia la explotación sexual infantil".
"Demasiado desagradables"
Sin embargo, la proliferación de herramientas de retransmisión en vivo, entre las que también se cuentan Facebook, Instagram, YouTube o Snapchat, ha despertado las alertas sobre los riesgos que implican para los menores de edad y la facilidad con la que los abusadores pueden ponerse en contacto con sus víctimas potenciales.
En algunos casos, preocupa especialmente la exposición a material obsceno hacia los más pequeños.
"En una aplicación de streaming en vivo, cuya edad media de uso son 17 años, vi cómo un usuario le pedía a una niña de 9 que se quitara la ropa en su primer video", dice Angus Crawford, corresponsal de la BBC que estuvo 9 meses investigando este asunto.
"También me encontré con otra niña de la misma edad. Cerca de 1.000 personas estaban mirando su video. Las peticiones y comentarios eran demasiado desagradables para escribirlo aquí", continúa Crawford.
La BBC compartió sus hallazgos con la policía y la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños (NSPCC, por sus siglas en inglés), en Reino Unido.
"También envié una lista de usuarios que publicaron comentarios ofensivos", añade Crawford, "pero la mayoría son anónimos y probablemente imposibles de rastrear".
Además, los "regalos virtuales" -que pueden intercambiarse por dinero real- también suponen un riesgo, pues regularlos es complicado.
Una dura pregunta
"Para muchos padres, el mundo de las aplicaciones de videos en vivo es abrumador; cada mes sale una nueva y se convierte en la última moda", dice Crawford.
Son muy fáciles de descargar y su uso es bastante sencillo, y la gran mayoría permiten a los jóvenes transmitir en directo a todo el mundo desde cualquier parte: la escuela, el patio del recreo o su propio dormitorio.
"Sólo algunas de ellas limitan el número de gente que puede publicar, pero otras son abiertas y cualquiera puede usarlas... incluidos los depredadores sexuales", explica el periodista.
"La mayoría tienen algún tipo de verificación de edad, pero varían en cuanto a efectividad. Básicamente, cualquiera que tenga un teléfono puede usarlas".
Otras ofrecen la posibilidad de que los propios usuarios reporten comportamientos sospechosos.
"El problema es que la mayoría de quienes lo ven tienen malas intenciones y entonces -yo mismo lo vi- votan para que el contenido o comentario ofensivo no sea eliminado de la plataforma", agrega Crawford.
"Es fácil ver por qué a los niños les gustan estas aplicaciones: son inmediatas, parecen divertidas y muchos idealizan a los vloggers (videoblogueros) y youtubers que hacen la misma cosa".
"Pero mientras el engagement (qué tanto se sumergen y participan los usuarios en redes sociales) sea siendo la palabra mágica para empresas, cuantos más videos haga una plataforma, más publicidad atraerá".
"El crecimiento de estas aplicaciones plantea una seria pregunta para la industria tecnológica: cuando creas una app que permite que niños publiquen videos desde sus dormitorios, ¿es realmente posible mantenerlos a salvo?".