Puede ser el momento que muchos han estado esperando en Estados Unidos desde la sorpresiva victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016.
La llaman la "ola azul", en referencia al color con el que tradicionalmente se asocia al Partido Demócrata.
Y puede ocurrir este martes 6 de noviembre, si los demócratas arrasan en los comicios legislativos.
"Ola electoral" es el nombre con el denominan en Estados Unidos al fenómeno político que ocurre cuando el partido de oposición obtiene una resonante victoria electoral en el Congreso.
En el caso de las votaciones de mitad de período, se ha producido en 8 ocasiones en los últimos 70 años.
Este martes se eligen los 435 miembros de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 senadores.
Para obtener el control de la Cámara Baja, los demócratas necesitarán obtener al menos 23 escaños adicionales a los 195 que obtuvieron en las votaciones de 2016.
En el caso del Senado, al no estar en juego todos los puestos la situación es mucho más compleja y las perspectivas de que los demócratas obtengan el control lucen más cuesta arriba.
Mientras muchos analistas llevan semanas hablando sobre la posibilidad de que haya una "ola azul", Trump ha hablado de una "ola roja", en alusión al color que identifica al Partido Republicano.
Pero, ¿en qué consiste este fenómeno?
Giro electoral
"No existe una definición única de una ola electoral. Para mí se produce cuando en unas elecciones un partido logra un aumento significativo de escaños -usualmente de 20 o más- en detrimento de otro partido", dice a BBC Mundo Stuart Rothenberg, analista político y editor de Inside Elections, un newsletter centrado en política y elecciones en Estados Unidos.
Explica que debe haber un giro electoral claramente favorable a un mismo partido y que usualmente se toma como referencia lo que ocurra en la Cámara de Representantes, pues su elección siempre es de escala nacional mientras que el Senado se renueva parcialmente, por tercios, cada dos años.
"Las olas no tienen que ver con algún candidato en particular. Son una suerte de gran referéndum sobre un tema. Ahora hay varios buenos candidatos republicanos que van a ser barridos. Si la votación fuera sobre sus méritos individuales podrían ganar pero no se trata de ellos, se trata de un asunto nacional, en este caso: Donald Trump", apunta Rothenberg.
"Las elecciones de mitad de periodo casi siempre son un referéndum sobre el presidente de turno y su desempeño en temas clave: una guerra, su reacción ante un huracán muy destructivo, etc", agrega.
Según un estudio histórico de la encuestadora Gallup, el partido gobernante en Estados Unidos ha perdido puestos en la Cámara de Representantes en prácticamente todas las elecciones de mitad de periodo desde 1946.
Ese retroceso, sin embargo, ha variado de forma significativa de acuerdo con la tasa de aprobación de la que goza el mandatario: cuando se ha ubicado por encima de 50% han perdido en promedio 14 escaños pero cuando ha estado por debajo de 50% la merma ha sido de 37 escaños.
No en todos estos casos ha habido "olas electorales".
Rothenberg califica estos fenómenos según su intensidad entre moderadas, grandes y tsunamis.
Señala que desde la década de 1960 ha habido 3 olas en las que el partido de oposición ha obtenido 48 curules (grandes) y 2 en las que ha logrado más escaños aún (tsunamis).
¿La hora de la oposición?
Pero ¿cuáles son las posibilidades reales de que este 6 de noviembre se produzca una "ola azul"?
"Si nos guiamos por la historia, existen condiciones para que el Partido Demócrata obtenga muy buenos resultados en estas votaciones", señala Anthony Zurcher, corresponsal en Washington de la BBC.
Cada vez que hay un presidente en su primer mandato que no es necesariamente tan popular, usualmente la oposición logra una muy buena elección de mitad de periodo.
Pero hay otros elementos que apuntan hacia una "ola" electoral a favor de los demócratas.
"Uno de ellos es la opinión que emiten los ciudadanos en las encuestas ante la pregunta acerca de quién quiere que controle el Congreso. En este momento, por 8 puntos porcentuales de ventaja, los electores prefieren a los demócratas. Y ese es un número de usualmente indica que tendrán un repunte", señala Zurcher.
Otro indicador es la captación de fondos para la campaña.
"Desde 1990, cada vez que la oposición ha obtenido más dinero que el partido de gobierno, eso ha anticipado un cambio en el control de la Cámara de Representantes", explica Zurcher.
Pasó en 1994, en 2006 y en 2010. En esta oportunidad, las cifras de las contribuciones revelan que los demócratas están superando con diferencia a los republicanos.
"Esa es una gran señal de que estas elecciones pueden ser muy importantes para los demócratas", agrega el corresponsal.
Rothenberg cree que se producirá una "ola azul" moderada, con los demócratas obteniendo entre 30 y 40 escaños más.
¿Hacia un Congreso dividido?
Pero si los demócratas parecen avanzar con viento a favor para ganar el control de la Cámara de Representantes, no tienen las cosas fáciles en el caso del Senado.
"Esta vez, hay muchos más demócratas que republicanos intentando conservar sus curules. De hecho, hay 10 demócratas que fueron electos en estados donde ganó Donald Trump hace dos años, en algunos casos -como Virginia Occidental o Dakota del Norte- con mucha ventaja", apunta Zurcher.
"Por eso, incluso si a los demócratas les está yendo muy bien conservar el cargo se les hace cuesta arriba".
Zurcher considera que en este momento es muy probable que aunque los demócratas ganen el control de la Cámara de Representantes, terminen perdiendo algunos puestos en el Senado.
"Si los demócratas logran el control de la Cámara de Representantes y los republicanos mantienen el Senado ocurriría un bloqueo legislativo. Entonces, las leyes progresistas y liberales aprobadas en la Cámara de Representantes morirían en el Senado y cualquier cosa que lograra pasar por el Senado podría ser vetada por Donald Trump".
"Sería una situación parecida a la que se vio durante la última etapa de Obama, cuando había más probabilidades de que se produjera un "cierre técnico" del gobierno porque no lograba que le aprobaran los presupuestos y no se aprobaba casi nada en el Congreso", señala.
En este escenario, sin embargo, Zurcher considera que aumentaría la supervisión del Congreso sobre el Ejecutivo.
"Los demócratas obtendrían el control sobre los comités lo que les permitiría citar a comparecer a altos funcionarios del gobierno para que respondan sobre los grandes problemas o temas controversiales", señala.
"También pueden solicitar documentos, pueden investigar más e, incluso, exigir que les entreguen las declaraciones de impuestos de Donald Trump y hacerlas públicas", advierte.
Además, el mandatario se vería limitado a poder impulsar sus iniciativas a través de decisiones ejecutivas que podrían ser fácilmente revertidas por un próximo presidente.
Así, aunque los republicanos no perdieran el control de todo el Congreso, una "ola azul" podría traer muchas consecuencias indeseadas para la Casa Blanca.