Ni los medios ni Trump: ¿Quién decide realmente el ganador?
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos todavía no tienen un ganador oficial, aunque a Joe Biden le dicen ya ampliamente presidente electo de ese país.
Así es desde que el pasado sábado 7 de noviembre, según las proyecciones de resultados, el aspirante demócrata sobrepasó la cifra de 270 votos del Colegio Electoral (de 538) necesarios para llegar a la presidencia.
Y Biden pronunció ese mismo día su discurso de victoria, precedido por la vicepresidenta electa Kamala Harris, y desde entonces ha comparecido públicamente en distintas ocasiones para hablar de sus planes de gobierno.
Sin embargo, esas proyecciones sobre quien es el "presidente electo" que hacen los grandes medios con el trabajo de expertos han venido acompañadas tradicionalmente del reconocimiento por parte de quien ha perdido.
Pero este año, el presidente Donald Trump no ha reconocido la derrota y su equipo de campaña ha presentado una serie de demandas legales en varios estados clave para disputar los resultados.
En una de sus múltiples reacciones en redes sociales, el mandatario afirmó que ni los medios ni las encuestadoras tienen la potestad de declarar quién es el presidente.
¿Cómo se decide entonces?
Un sistema complejo
A diferencia de muchos otros países, Estados Unidos no tiene un órgano electoral central que dirima y certifique los resultados de los comicios nacionales.
Cada uno de los 50 estados tiene sus propias normas y se acoge a diferentes plazos, lo que explica la confusión que se vive estos días en los que el foco está puesto básicamente en un puñado de estados en disputa.
Y los medios hacen sus proyecciones cuando su equipo de expertos está muy seguro de que se trata de algo irreversible. Tanto es así que ese anuncio suele ser suficiente para hablar de un ganador de las elecciones, aunque no haya sido oficialmente confirmado.
Un ejemplo de esto es la reacción de Ivanka Trump, hija del presidente, cuando la agencia Associated Press proyectó el miércoles la victoria de su padre en Alaska:
BREAKING: President Trump and Senate Republicans win Alaska, overwhelmingly and by a massive 20 point spread!
— Ivanka Trump (@IvankaTrump) November 11, 2020
Put AK in the books for @realDonaldTrump! Congratulations Senator @DanSullivan_AK!
Thank you Alaska! 🇺🇸 https://t.co/pr7Gz0S7q1
En 2020, sin embargo, estamos ante una situación anómala por varias razones.
Por un lado, la pandemia de coronavirus y las consecuentes precauciones fomentaron que el voto por correo aumentara enormemente, lo que ha hecho que el recuento en algunos lugares sea más lento.
Por otro, hay un presidente que no está dispuesto a asumir las proyecciones de los estados que pueden terminar por darle la victoria a Biden, rompiendo con una tradición en la que el perdedor reconoce la derrota y ofrece su colaboración al presidente electo.
En lugar de eso, la campaña de Trump y su equipo legal han presentado demandas en algunos estados clave para bloquear el proceso por el que sus autoridades electorales certifican los resultados.
¿A qué nos referimos?
En qué consiste la certificación
La certificación de resultados es un paso que los estados adoptan para que el ganador de las elecciones en ese territorio pueda ser oficialmente confirmado.
Aunque el proceso varía por estado, la certificación usualmente se completa en las siguientes semanas a las elecciones, antes de que la delegación de cada estado en el Colegio Electoral se reúna para emitir sus votos a mediados de diciembre.
Los resultados que se dan en la noche electoral se consideran no oficiales y las autoridades de cada estado se toman un tiempo después de los comicios para terminar de contar las boletas.
Para verificar los resultados, los funcionarios vuelven a comprobar los totales de los votos y confirman que el manejo de las papeletas fue el adecuado.
El acto de la certificación lo hace típicamente el jefe del órgano electoral estatal, el gobernador o una junta de miembros de las campañas.
¿Cuánto tarda?
Cada estado tiene procesos diferentes para verificar el conteo final de votos antes de que las autoridades certifiquen formalmente los resultados.
El proceso dura unas semanas, en las que cada condado certifica los resultados de su región y los presenta ante las autoridades electorales estatales dentro de un plazo que varía de un lugar a otro.
Muchos de los estados han cumplido ya ese trámite, pero en varios de los territorios clave el plazo de certificación sigue abierto:
- En Nevada, la fecha límite es el 16 de noviembre.
- En Wisconsin, los condados deben suministrar los resultados certificados a la comisión electoral del estado antes del 17 de noviembre.
- En Georgia, donde hasta este jueves no se había proyectado ganador y Biden aventajaba a Trump por unos 15.000 votos, el plazo concluye el 20 de noviembre.
- En Michigan y Pensilvania, los condados deben certificar los resultados para el 23 de noviembre.
- En Arizona, que hasta este jueves tampoco tenía ganador, la fecha límite es el 30 de noviembre.
En dos de esos estados, Wisconsin y Georgia, se ha anunciado que habrá recuento de votos, una acción que solo puede comenzar una vez hecha la certificación.
Por qué es importante
Las autoridades electorales de cada estado se toman su tiempo en verificar los resultados para asegurar la precisión del cómputo final y detectar posibles problemas técnicos, errores humanos o fraude; esto último, según datos históricos, es muy poco común en EE.UU.
Estos pasos de verificación y el acto de certificación no suelen producir drásticos cambios respecto a las proyecciones.
El proceso puede tener más importancia en contiendas muy reñidas o elecciones locales con una cantidad de votantes inferior y márgenes estrechos.
Para retrasar la certificación más allá de la fecha límite del estado, la campaña de Trump tiene que presentar una reclamación legal robusta que demuestre que el supuesto fraude u otros problemas son lo suficientemente graves como para cambiar el resultado.
Hasta el 12 de noviembre no había salido a la luz ninguna prueba de fraude en las elecciones del día 3.
Los siguientes pasos
La ley federal establece un día para que se terminen los recuentos: es la llamada fecha de "puerto seguro" que este año corresponde al 8 de diciembre.
Para entonces, según la legislación federal, toda la información de los resultados estatales debe haber llegado a "puerto seguro"; es decir, debe haber sido entregada por las autoridades electorales de cada estado.
Una vez recibida la certificación de todos los estados, sigue sin haber un ganador oficial.
Llega otro día clave: el lunes posterior al segundo miércoles de diciembre -el 14 de ese mes este año- que es la fecha en la que los delegados del Colegio Electoral se congregan en cada capital de estado para oficializar su voto.
El colegio se compone de 538 electores en total, repartidos por cada estado en proporción al tamaño de su población.
Esta reunión suele tener un carácter puramente ceremonial.
La norma es que todos los delegados de cada estado voten al candidato que haya obtenido más sufragios. Aunque también han existido "electores sin fe", los que no votan por el candidato por el que fueron propuestos. Trump tuvo dos en 2016, ya que ganó la elección con 304 y no 306 que se suponía la noche de la elección.
Solo hay dos estados (Maine y Nebraska) que dividen sus votos electorales en función de la proporción de votos que obtenga cada candidato.
Un año diferente
Pero, tal como se están desarrollando los acontecimientos, este año la decisión del Colegio Electoral puede que no sea una mera formalidad.
Hay que tener en cuenta que, en última instancia, es la legislatura estatal la que decide a qué candidato se le asignan los delegados si no hay un ganador certificado.
No se puede descartar que, debido a las denuncias del presidente sobre presunto fraude, las legislaturas estatales en manos republicanas decidan no aceptar como válidos los resultados de las elecciones en su propio estado.
Así las cosas, el 14 de diciembre puede darse una situación en la que se enfrenten dos grupos de delegados del Colegio Electoral de un mismo estado: uno que se adhiera al ganador del voto popular en el estado y otro que siga el mandato de la legislatura estatal.
En ese caso, la ley establece que le corresponde al Congreso estadounidense elegir entre los dos grupos de delegados enviados por el estado, algo que no ocurre desde 1876.