Un cazador de fósiles latinoamericano hace uno de los mayores descubrimientos de reptiles voladores
Fue uno de los mayores descubrimientos sobre reptiles alados en décadas.
Cerca de 200 huevos increíblemente preservados en China de pterosaurios, los primeros vertebrados en conquistar el aire, que desaparecieron hace 66 millones de años.
Y uno de los investigadores principales tras el hallazgo fue un paleontólogo de América Latina.
Alexander Kellner tenía 4 años cuando llegó con sus padres a Brasil procedente de Lichtenstein. Su fascinación con los pterosaurios comenzó muy temprano, cuando de niño se apasionó por dragones e historias de animales alados.
Kellner trabaja en el Museo Nacional de Rio de Janeiro y es una de las autoridades más reconocidas en pterosaurios a nivel mundial. El científico tiene además una columna dedicada al público en general titulada "cazador de fósiles".
El experto brasileño, quien hizo su doctorado en el Museo de Historia Natural de Nueva York, donde es investigador asociado, colabora también desde hace décadas con científicos chinos.
BBC Mundo habló con Kellner sobre su pasión por los pterosaurios, sus consejos para estudiantes de paleontología de América Latina, su "deber moral" de divulgar ciencia y por qué cree China será "sin duda la nueva potencia mundial en ciencia, superando a Estados Unidos".
¿Cómo eran los pterosaurios?
Diferentes de cualquier cosa que hayas visto. Fueron los primeros vertebrados en desarrollar un vuelo activo y hace 66 millones de años se extinguieron, no dejaron ningún descendiente.
Son muy diferentes de cualquier animal hoy en día, diferentes de un ave, de un murciélago. Es un aspecto que nos causa fascinación.
Este animal tenía un cuarto dedo gigante, el anular, que era la base principal de una membrana.
Fue así que aprendieron a volar, batiendo las alas lograban hacerlo.
La palabra "pterosaurio" significa ptero, ala, y sauro, lagarto, o sea un lagarto con alas.
¿Qué tamaño tenían?
El tamaño variaba desde la palma de una mano, 25 cm de apertura, es decir, desde la punta de una ala a otra ala, hasta una apertura de más de 12 metros.
Los individuos que hallamos en China tenían una apertura de tres metros y medio.
¿Por qué se apasionó particularmente por los pterosaurios?
¿Por qué alguien se apasiona por alguien? ¿O por algo? Te confieso que no tengo la menor idea, pero me gustan los pterosauros desde que era niño.
Desde pequeño me fascinaban los animales voladores, los dragones, y tuve la gran suerte de vivir en un país que tiene algunos de los principales depósitos de esos reptiles, en el noreste brasileño.
¿Por qué fue tan significativo el descubrimiento de cerca de 200 huevos de pterosaurios en China?
La existencia de esa enorme acumulación de más de 200 huevos en un área tan pequeña hace años nos hubiera parecido totalmente imposible.
Los huevos de pterosaurio son extremadamente frágiles, tienen una cáscara externa muy fina mineralizada compuesta en su mayoría de una membrana. La preservación de esos huevos es muy rara.
Además de esa gran cantidad de huevos, 16 de ellos tenían restos de embriones.
Por primera vez tenemos la posibilidad de hablar sobre el desarrollo embrionario de una criatura que vivió hace 120 millones de años.
¿Qué podemos deducir de esa acumulación?
Claramente fueron transportados, llevados de los sitios donde los animales pusieron estos huevos.
Hubo varias áreas de nidificación, pero algún evento de gran energía arrastró los huevos y los acumuló.
Concluimos que esos animales hacían esas nidificaciones en colonias.
Otro aspecto fascinante es que en una sección de 2,2 metros de altura había 8 niveles diferentes de restos óseos, y en cuatro de esos niveles se encontraron huevos.
Es muy posible que los pterosaurios volvieran a esas áreas de nidificación en una misma región.
¿A qué se debe que la región de Araripe, en el noreste de Brasil, sea tan especial para la paleontología?
Esa región queda en un área próxima a donde se separaron los continentes de África y de América del Sur hace millones de años.
Los continentes estaban juntos y cuando comenzaron a separarse causaron muchos cambios en el ecosistema.
La región era inicialmente un lago, pasó después a ser una laguna con una característica muy peculiar.
El fondo de esa laguna no tenía oxígeno, por lo que todo animal que cayera allí tendía a no descomponerse.
Por eso la preservación de fósiles es excepcional, hasta con fibras musculares y vasos sanguíneos petrificados.
Es algo rarísimo, ni en China encontramos algo así. Es una preservación única.
¿China financió el trabajo que llevó al descubrimiento del gran nido?
El descubrimiento es parte de toda la colaboración que hacemos con China desde 2004. China financió la preparación, búsqueda de fósiles.
Mi viaje fue financiado por el gobierno de Brasil.
Usted ha dicho que China busca ser una potencia en paleontología...
China ciertamente será la nueva potencia mundial en ciencia en general, y con toda certeza sobrepasará a Estados Unidos. No lo digo sólo yo, lo dice todo el mundo.
China invierte en las áreas más diversas, por eso los investigadores, sea en plantas, física, peces o dinosaurios, quieren colaborar con científicos chinos.
¿Cuál es la situación en su país?
Brasil no hace eso, está perdiendo mucha inversión y por eso aprovechamos la publicación del estudio en la revista Science para llamar la atención sobre la necesidad de inversión en investigación básica.
China no está bobeando, está invirtiendo.
Cuando fui a China por primera vez en 1995, cuando era estudiante de doctorado en el Museo de Historia Natural de Nueva York, los investigadores chinos compartían impresoras.
Ahora están construyendo institutos de investigación y museos.
Es la diferencia, la visión de un gobierno preocupado por el desarrollo científico y por su nación.
El Instituto de Ciencia Hoy donde publico mi columna está luchando por mantenerse abierto por falta de financiación, y esa falta afecta a la ciencia como un todo.
¿Por qué un investigador de su nivel de especialización escribe una columna y decide dedicar tanto tiempo a la divulgación para el público en general?
Es una obligación que tengo, porque aunque me queje de la caída en la inversión en ciencia en Brasil, Alex Kellner no sería Alex Kellner si el país no hubiera invertido en mí.
Ese dinero público financió la universidad, investigaciones a través de organismos públicos como CNPQ o FAPESP, dinero que vino de impuestos.
Y eso significa dinero pagado por todo el mundo, desde un empresario hasta un barredor de calle.
Les digo esto mismo a mis alumnos. Tenemos que devolver un poco de lo que recibimos mostrando esa cosa maravillosa que es la investigación científica.
Tenemos una responsabilidad como científicos de intentar mostrar a la población cómo funcionaba el mundo en el pasado. Que todo es resultado de procesos que llevaron mucho tiempo, cambios en ecosistemas.
Dedico tiempo a divulgar y no lo hago solo. La columna sí, pero también hago exhibiciones, ahora tenemos una exposición sobre reptiles alados en el Museo de Historia Natural en Nueva York de la que soy curador junto a mis colegas en Estados Unidos.
¿Qué consejo daría a jóvenes en América Latina que quieren dedicarse a la paleontología?
Lo principal es que busquen temprano asociarse a un laboratorio o museo que tiene un departamento de paleontología para tener contacto con fósiles y aprendan sobre la diversidad de trabajos que se hacen hacen.
Los segundo es que se esfuercen mucho.
Y lo tercero, aprender inglés, para poder leer y publicar. El inglés es la lengua franca de la ciencia. Si los chinos aprenden inglés con más razón nosotros, ya que para nosotros es más fácil.
¿Cuando tiene un fósil en las manos, qué siente?
Yo a veces trabajo con fósiles que fueron encontrados hace más de 100 años por alguien y felizmente están en una institución donde son cuidados para ser estudiados por generaciones futuras.
La mayoría de las veces cuando encuentras un fósil estás frente a una cosa única, un vestigio de un organismo que vivió hace millones y millones de años y que nos revela un poco más de ese rompecabezas enorme que es entender la evolución de la vida en nuestro planeta.
Y muchas veces ese fósil en tus manos es el único vestigio de aquel organismo que vivió hace millones de años.