"Un ataque brutal contra manifestantes pacíficos".
Así calificó la policía de Washington D.C. el asalto de un grupo de agentes de seguridad turcos a unos manifestantes en el exterior de la residencia del embajador turco, Serdar Kilic, en la capital de Estados Unidos.
El incidente ocurrió el martes, mientras el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, estaba visitando al embajador Kilic, después de haberse reunido con el presidente Donald Trump.
Las imágenes del enfrentamiento muestran a hombres vestidos con trajes pateando y golpeando a los manifestantes. La policía dijo que el personal de seguridad turco estaba armado.
Dos personas fueron detenidas y 11 resultaron heridas en el altercado, cuyas imágenes han causado indignación en EE.UU.
Según contaron testigos de lo ocurrido, los guardaespaldas se abalanzaron contra los manifestantes al ver que uno de ellos llevaba una bandera de un grupo separatista kurdo.
"Provocación"
La embajada de Turquía dijo que los manifestantes pertenecían a grupos afiliados al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), "al que EE.UU. y Turquía han designado como una organización terrorista".
"Los manifestantes provocaron agresivamente a los turco-estadounidenses reunidos para saludar al presidente y estos respondieron en legítima defensa", señaló la embajada en un comunicado.
Pero el Departamento de Estado de EE.UU. difundió una declaración diciendo que estaba "preocupado por los incidentes violentos que involucraban a manifestantes y a personal de seguridad turco".
"La violencia nunca es una respuesta apropiada a la libertad de expresión y apoyamos los derechos de las personas en todas partes a la libertad de expresión y a las protestas pacíficas", dice el comunicado.
"Estamos transmitiendo nuestra preocupación al gobierno turco en los términos más fuertes posibles".
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, dijo que el ataque había sido "una afrenta a los valores del D.C. y a nuestros derechos como estadounidenses".
El republicano Ed Royce, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso de EE.UU., envió una carta al fiscal general, Jeff Sessions, y al secretario de Estado, Rex Tillerson, para pedirles que investiguen el hecho.
"Para enviar un mensaje claro de que estos actos de violencia no serán tolerados, les pido que investiguen inmediatamente este asunto y presenten todas las acusaciones necesarias antes de que estos individuos salgan de EE.UU.", escribió Royce. "Los agentes de gobiernos extranjeros nunca deben ser inmunes a ser procesados por conductas criminales".
Un grupo de senadores republicanos emitió un comunicado en el que calificaron el incidente como una "afrenta a Estados Unidos".