Es el proyecto de transporte público más ambicioso de todo Estados Unidos y promete ir más rápido que cualquier tren de Europa o Japón.
El tren bala del estado de California tiene planeado conectar San Francisco, en el norte, con Los Ángeles, en el sur, y con ello cambiar drásticamente la movilidad de su población.
Eso, si consiguen pagar para terminarlo de construir.
El futuro sistema ferroviario tiene un costo base de US$77.000 millones y uno máximo estimado en US$100.000 millones -casi el doble que el PIB de Uruguay- y las autoridades reconocen no tener fondos suficientes para financiarlo.
Como una comparación, el gobierno de China ha invertido un estimado de US$360.000 millones en su sistema entero de ferrocarriles de alta velocidad, que abarca 22.000 kilómetros, según reportó The Economist el año pasado.
En el caso de California, los rieles se extenderían por 840 kilómetros.
Las labores de construcción ya comenzaron en más de una decena de lugares del centro del estado y la intención es que el tren esté completamente operativo para el año 2033.
El proyecto, sin embargo, se ha encontrado con una férrea oposición de legisladores a nivel estatal y federal, la desconfianza del sector privado y un rampante aumento de presupuesto.
Los legisladores del Partido Republicano, que tienen la mayoría en el Congreso, han rehusado otorgar dinero adicional además de los US$3.000 millones que el órgano concedió durante el gobierno del expresidente Barack Obama.
Pese a ser la quinta economía mundial y el estado más poblado del país, California está luchando para hacer de su sueño de transporte público una realidad.
¿Un tren a ninguna parte?
Brian Kelly quiere que, bajo su dirección, se construya el tren bala más rápido del planeta.
"Estimamos que, en las zonas no urbanas, alcance una velocidad máxima de 354 kilómetros por hora", le dice a BBC Mundo Kelly, quien encabeza la Autoridad Ferroviaria de Alta Velocidad de California, el ente responsable del proyecto.
Kelly asegura que el transporte de alta velocidad irrumpirá en la "fuerte cultura del automóvil que ha tenido Estados Unidos durante muchos años" y que ha hecho que el país vaya retrasado en proyectos como estos.
"No falta mucho para que en California vivan 50 millones de personas (la población actual es de 39,5 millones), así que este tren permitirá que se movilicen de manera más rápida, eficiente y limpia", insiste.
El tren tiene planeado cumplir la ruta de norte a sur en dos horas y cuarenta minutos. En automóvil, el mismo trayecto de Los Ángeles a San Francisco toma unas seis horas de promedio.
Pero así como Kelly tiene certezas de lo que, en su opinión, es una gran apuesta al futuro, no duda al admitir que no hay dinero para lograrlo.
"Este proyecto nunca ha contado con el financiamiento necesario. No tengo disponibles esos miles de millones de dólares. Nuestro reto es definir cómo construir esto por bloques hasta acabarlo", dice.
Hace una década, cuando el actor Arnold Schwarzenegger era gobernador de California, los votantes favorecieron el proyecto ferroviario, al autorizar casi US$10.000 millones en bonos para su construcción. Desde entonces, el plan ha estado plagado de retrasos y cambios presupuestarios.
La promesa era la de construir el sistema con un presupuesto de US$45 mil millones, con el apoyo de fondos federales y el sector privado asumiendo un tercio del costo.
Pero la contribución de estos actores no ha sido la esperada, y California ha tenido que asumir la cuenta.
En el más reciente de los planes de negocio presentados por la autoridad ferroviaria, de mayo de este año, explican que "la práctica anterior era proveer de estimados específicos en una etapa muy temprana del proceso", lo que pudo crear expectativas no precisas.
"En los 10 años desde su aprobación , nuestros costos se han alterado debido a cambios en las rutas estipuladas inicialmente", le dijo a BBC Mundo una vocera del proyecto.
La geografía, añadió, plantea retos debido a lo variada que es, con montañas que deberán ser atravesadas con túneles.
"No se corresponde con la realidad"
El creciente costo del tren preocupa a expertos como Joe Nation, profesor de políticas públicas de la Universidad de Stanford.
"El tren bala no es un proyecto que se corresponda con la realidad", le dice a BBC Mundo. "Sin financiamiento privado y uno muy limitado a nivel federal, es posible que solo quede un tramo construido y no todo el sistema".
Aunque reconoce que es frecuente que proyectos de trenes de alta velocidad aumenten los costos a medida que se construyen, sostiene que hubiese sido mejor centrarse en construir sistemas ferroviarios regionales menos ambiciosos.
Le preocupa también que no haya suficientes usuarios para que el sistema sea capaz de mantenerse.
"Los viajes aéreos serán los principales competidores de este tren", advierte.
Otros expertos temen que sea la política la que se atraviese en el camino del desarrollo del sistema de transporte.
"Los republicanos siempre han estado en contra del tren, pero no tienen una voz muy poderosa en California. Son los demócratas ambivalentes los que preocupan más", le dice a BBC Mundo Jim Newton, profesor del Departamento de Políticas Públicas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, por sus siglas en inglés).
El actual gobernador del estado, Jerry Brown, ha sido un incansable promotor del tren bala. Pero su mandato acaba este año, y el candidato demócrata a sustituirlo, Gavin Newsom, ha criticado el proyecto en varias ocasiones.
Los californianos tampoco parecen estar muy entusiasmados. En una encuesta de 2017 realizada por la consultora J. Wallin Opinion Research, el 44% de las 1.000 personas entrevistadas dijo preferir que los fondos del tren se transfirieran a construir escuelas y mejorar la educación.
Nuevos empleos
Sindicatos de trabajadores del estado, sin embargo, apoyan la construcción del tren bajo la premisa de que puede creer miles de nuevos empleos.
En eso se apoya Brian Kelly, el líder del plan, quien explica que ya hay más de 2.000 trabajadores "con buenos salarios" levantando estructuras de vías elevadas y cruces de puentes.
El funcionario dice confiar en que el interés del sector privado aumente cuando finalice la construcción del primer tramo, que conecta Silicon Valley (zona sur de la bahía de San Francisco) con el Valle Central del estado.
Con temperaturas de más de 30 grados en pleno verano californiano, los obreros trabajan cada día para cubrir apenas el 22% de la ruta total.
Saben, sin embargo, que pasarán años antes de ver el tren pasando por allí a toda velocidad.