80 kilos de dinamita estallaron frente a un edificio de Medellín en enero de 1987.
Se trataba del Mónaco, un inmueble ubicado en un exclusivo barrio de esa ciudad colombiana y que tenía la particularidad de ser una de las fortalezas de Pablo Escobar.
El cartel de Cali preparó ese atentado como parte de la guerra que tenía contra los traficantes de cocaína de Medellín liderados por el capo fallecido en 1993.
Ahora, más de 25 años después de la muerte de Escobar, el Mónaco, uno de los últimos símbolos del auge del narco más famoso del siglo pasado, será demolido este 22 de febrero.
Ahí se construirá, según informó la Alcaldía de Medellín, un parque "dedicado a las víctimas y héroes de la época".
La decisión fue tomada por las autoridades municipales para que la ciudad comience a dejar de ser asociada con el excapo.
"No es un secreto que en muchos lugares nos siguen asociando con drogas, narcotráfico y violencia. Y lo que es peor, personajes como Pablo Escobar siguen siendo referentes para los niños aquí y en el mundo entero", afirmó el alcalde de la ciudad Federico Gutiérrez en su carta de invitación al derribo.
La importancia de la demolición
La desaparición del emblemático edificio no es solo un símbolo y un mensaje, es un golpe al llamado "narcoturismo" que es todo un negocio la capital del departamento de Antioqiua.
Mauricio Builes Gil, profesor de la universidad Eafit en Medellín, dirige un proyecto llamado "Narcotour: el lado B del narcotráfico", desde donde se narran las tragedias familiares que vivió esa ciudad colombiana en los años de auge del narco en lugar de exaltar las hazañas de los capos como se hace en varias "narconovelas".
El investigador explica que el derribo del Mónaco es un paso para que la historia deje de contarse desde las excentricidades y barbarie de los capos y se empiece a escuchar a los que padecieron con su violencia.
"Por primera vez en todos estos años los reflectores apuntan a las víctimas del cartel de Medellín, desde la muerte de Pablo Escobar al fin nos vamos a centrar en esto", señala Builes a BBC Mundo.
El profesor afirma que "gracias al narcoturismo que está en su momento de mayor auge" la ciudad se planteó al fin romper con estos símbolos que quedan del poder de Escobar.
"El solo hecho de comenzar a escuchar a las víctimas es un logro de la ciudad. Tuvo que pasar toda la fiebre de las telenovelas, Netflix y que uno de los sicarios del cartel se vuelva youtuber para que esto cambie", añade el investigador a BBC Mundo.
El Mónaco
El edificio que será derribado este viernes tiene siete pisos y un subsuelo donde Escobar guardaba parte de su colección de autos deportivos y clásicos.
En la planta más alta dormía la familia del narco en la noche del atentado del cartel de Cali.
La hija menor del capo perdió parte de su capacidad auditiva por esa enorme explosión.
Después de fallecido el narco, el Mónaco se convirtió en una de las paradas obligatorias de los llamados "narcotours" que se realizan todas las semanas en Medellín por diferentes precios.
La periodista Silvia Hoyos, autora del libro "Los días del dragón: Mi correspondencia con Pablo Escobar", afirma que el Mónaco es "un ícono de una época muy oscura que se vivió en Medellín".
"El reto no es solo derribar el edificio, sino una transformación cultural de la sociedad porque la herencia que dejó el narcotráfico y la influencia que tuvo Pablo Escobar en la ciudad debe ser cambiada", explica a BBC Mundo.
La experta afirma que es "deplorable y lamentable" que el emblemático edificio haya sobrevivido más de un cuarto de siglo.
"Es sintomático de una sociedad enferma que se haya comercializado con estos símbolos que significan tanto dolor para un país entero, hemos hecho de nuestra tragedia un negocio", añade.
Lo que queda
Tanto Silvia Hoyos como Mauricio Builes consideran que la herencia del cartel de Medellín persiste en la ciudad y que ha alterado la escala de valores de parte de sus habitantes.
Ambos coinciden en que la búsqueda del "dinero fácil" es la repercusión más visible que padece la sociedad colombiana.
Mauricio Builes añade que la muerte del capo nunca significó que el narcotráfico se iba a acabar y que ahora "hay más cocaína, hay más narcotraficantes y el negocio está pujante".
"Hemos normalizado la trampa", lamenta, y pone como ejemplo que en el mismo centro de la ciudad hay conocidos lugares donde coexisten economías legales e ilegales.
Por su parte, Hoyos añade que Pablo Escobar le heredó a Colombia "un trastorno que hizo que los villanos sean vistos como héroes".
"Debemos mirarnos como sociedad y decirnos qué es lo que pasa. Porque prosperan las actividades ilícitas inspiradas en un momento histórico horrible. Medellín se tiene que sacudir de eso", señala Hoyos.
La también escritora y documentalista concluye señalando que "ojalá que con el derribo del Mónaco también se venga al suelo ese sistema de valores".