Tiendas de campaña e interminables chozas de barro integran el campamento de Kalma, uno de los lugares que reúne a la mayor cantidad de refugiados de Darfur, en el oeste de Sudán.
Pobreza, marginalidad y el contagio de múltiples enfermedades son algunos de los problemas que día a día aquejan a los más de 200.000 darfuríes que viven allí.
Tras veinte años de conflicto en esta región del norte de África, el campamento se ha convertido en una verdadera ciudad.
Mohanad Hashim, reportero de la BBC, fue uno de los primeros periodistas internacionales en viajar libremente a este sitio en la última década. Hashim logró conocer de primera mano la precaria vida de estos miles de refugiados.
Aunque la atención mundial puede haber pasado, el reportero afirma que el recuerdo del conflicto todavía está fresco en el interior del campamento de Kalma.
Pero, ¿cómo comenzó la disputa en Darfur y por qué esta semana puede ser importante para la historia de este lugar?
Acusaciones contra Omar al Bashir
El conflicto en Darfur estalló en 2003, cuando el gobierno autoritario de Omar al Bashir -conocido como el "carnicero de Darfur"- respondió a la insurgencia de grupos rebeldes africanos bombardeando parte del territorio e imponiendo una campaña de "limpieza étnica", lo que terminó por desplazar forzosamente a millones de personas.
A su vez, se acusa al gobierno de Al Bashir de respaldar a las milicias locales conocidas como Yanyauid, que quemaron pueblos completos y mataron a cuanta persona se les cruzó en el camino.
En total, más de 300.000 personas fueron asesinadas en Darfur, en lo que ha sido conocido como el "primer genocidio del siglo XXI".
Y aunque la justicia ha tardado casi veinte años en llegar, una decisión anunciada esta semana puede cambiar la historia: el actual gobierno de Sudán aseguró que entregará al expresidente Al Bashir a la Corte Penal Internacional (CPI).
La CPI lleva años detrás del exmandatario, a quien acusa de cometer los delitos de genocidio y crímenes de guerra y de lesa humanidad.
La decisión de entregarlo -que se tomó en medio de las conversaciones de paz entre el gobierno y grupos rebeldes de Darfur- es vista como una concesión clave para iniciar el camino hacia la paz a pesar de que no se ofrecieron garantías de que los generales vayan a cumplir el acuerdo.
Aún más: de ser efectivo, es poco probable que sea pronto pues las conversaciones para poner fin al conflicto todavía tienen un largo camino por recorrer.
Mientras, los miles de refugiados del campamento de Kalma siguen viviendo sin tener acceso a derechos mínimos y esperando pacientemente a que se haga justicia.
¿Cómo es la vida en Kalma?
Ilyas es uno de los refugiados que el reportero de la BBC conoció en el campamento de Kalma.
En las mañanas, el profesor se gana la vida enseñando y en las tardes corta el pelo para recibir algo de dinero extra.
Ilyas tenía solo 19 años cuando tuvo que huir de su hogar que estaba siendo consumido por las llamas luego de que soldados del grupo Yanyauid le prendieran fuego.
"Uno de los miembros de Yanyauid vio que yo era de un área diferente. Me llamó esclavo y otro me empujó. Me caí de cara al fuego", cuenta.
La próxima generación de darfuríes está creciendo en estos campos. Niños estudian en salas de clases temporales, bajo chozas construidas de manera espontánea.
A pesar de que el gobierno de Sudán quiere que esta gente vuelva a sus hogares afirmando que cuentan con garantías de seguridad gracias al proceso de paz "en desarrollo", la mayoría no quiere.
"La gente aquí me ha dicho más de una vez que es muy difícil para ellos volver a sus casas cuando no hay seguridad", explica el periodista de la BBC.
Jeques locales, en tanto, afirman que sus tierras están siendo ocupadas por colonos que han llegado de países vecinos.
Para ellos, llevar a Al Bashir a juicio no es suficiente.
Mohamed Yahya, uno de los jeques, le dijo a la BBC que, a pesar de que ha habido un cambio en el gobierno, las personas que supervisaban el genocidio y la limpieza étnica continúan en el poder en el país.
Además, Yahya afirmó que si bien el nuevo primer ministro, Abdalla Hamdok, ha visitado el área controlada por el gobierno, no ha visto a la gente afectada, como aquellos que están en Kalma.
Fuerzas de paz de Naciones Unidas patrullan las fronteras del campamento. Pero esto no será por mucho tiempo más.
En noviembre, la ONU retiró la mayor parte de sus tropas del sur de Darfur, dejando solo 200 efectivos para patrullar en un área del tamaño de Inglaterra. El plan es retirarse completamente en un año.
Una de las bases pertenecientes a la ONU que iba a ser transformada en un nuevo campo universitario fue saqueada apenas se fueron las patrullas y ante la mirada de los soldados del gobierno.
El sufrimiento en Darfur fue una consigna esencial durante las protestas que terminaron por expulsar a Al Bashir en abril del año pasado.
Pero no está claro si estas palabras hicieron eco más allá de Darfur. Ataques recientes donde han muerto decenas de darfuríes y han provocado el desplazamiento de más personas, sugiere que no.
Y así, mientras este tipo de acciones continúen sin ser castigados, no habrá paz.