La Corte Suprema de Estados Unidos tomó una decisión este jueves que protege de la deportación a más de 700.000 jóvenes que entraron sin documentos al país cuando eran niños.
Como "arbitraria y caprichosa" calificó el máximo tribunal la decisión de Donald Trump en 2017 de rescindir el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).
Si bien el dictamen no impide que Trump persista en su intento de terminar con DACA, la decisión supone un fuerte revés para su gobierno.
A los beneficiarios de este programa se les llama popularmente "dreamers" (soñadores, en español) y la gran mayoría son jóvenes nacidos en países como México, El Salvador, Guatemala y Honduras, aunque consideran EE.UU. como su hogar.
Estar dentro del programa significa, entre otras cosas, obtener una autorización para trabajar legalmente en el país.
Estas son las historias de cuatro de ellos.
Jennifer Rubio, enfermera - 24 años
Un día antes de que la Corte Suprema de EE.UU. fallara a favor del programa DACA, la joven enfermera Jennifer Rubio se sentía ansiosa y no muy optimista.
Recién graduada hace dos meses, le tocó lidiar con la realidad de la pandemia desde su trabajo en un hospital de la ciudad de Oklahoma y con la posibilidad de que el programa DACA pudiese llegar a su fin este mes, poniéndola en riesgo de deportación a su natal México.
Este jueves, Rubio, de 24 años, supo de las noticias apenas se despertó. Corrió a la habitación de su hermano, quien también es beneficiario del programa, y luego le avisó a su madre, quien "se alegró mucho".
"Me siento sorprendida y aliviada al mismo tiempo. Honestamente, no pensaba que iban a decidir sobre el caso hoy y no pensé que fallarían a nuestro favor", le dice a BBC Mundo en la mañana del jueves.
"Siento que la pandemia ayudó? Algo bueno salió de esto. Creo que les hizo darse cuenta un poco más de que no podían terminar con el programa porque hay mucha gente que trabaja en medicina", apunta.
De los casi 700.000 beneficiarios de DACA, casi 30.000 son empleados del sector de la salud.
Rubio fue traída por sus padres a EE.UU. a los 6 años y escogió ser enfermera porque siempre le interesó la anatomía y la medicina.
"Nos llegan pacientes que solo hablan español y cuando ven que soy bilingüe se ponen muy contentos (?). No solo puedo ayudar a hispanos, pero me gusta mucho esa parte de mi trabajo, que puedo ayudar a mi gente", dice.
José Guevara, organizador comunitario y politólogo - 26 años
"Esta es una decisión que me salva la vida", dice José Guevara, un joven que llegó a Estados Unidos desde El Salvador a los 10 años y lleva una década batallando contra el cáncer.
Por el hecho de ser beneficiario de DACA, Guevara tiene acceso a un permiso de trabajo que le permitió obtener un contrato que incluye una cobertura de seguro médico, con la que cubre sus tratamientos.
"Mi vida cambió totalmente cuando recibí el DACA a los 18 años. Poder viajar, tener una licencia para manejar, una tarjeta de crédito?", describe.
Aunque Guevara, quien reside en Los Ángeles, se casó recientemente con un ciudadano estadounidense, el proceso de conseguir la ciudadanía es complicado.
"Tendría que volver a El Salvador y que allá en la Embajada de EE.UU. me perdonen por la vez que entré sin documentos cuando era niño. Pero en El Salvador mi matrimonio es considerado ilegal", explica.
Tras conocer la decisión, Guevara dice que sintió como si pudiese "volver a respirar", y dice estar agradecido de que "no utilicen a los beneficiarios de DACA como herramientas para hacer política" en vías a la elección presidencial de noviembre.
"No me hace un mejor inmigrante haber estudiado o haber tenido acceso a otras cosas. Por eso necesitamos seguir luchando para que el año próximo se apruebe una reforma migratoria", apunta.
Sergio Roel, auditor financiero - 25 años
Cuando Donald Trump asumió la presidencia en enero de 2017, Sergio Roel tuvo miedo.
"Temíamos que pudiésemos caer de nuevo al estatus de indocumentados. Eso podía significar que perdiésemos los trabajos y que tuviésemos que trabajar por debajo de cuerda y con el riesgo de ser deportados", cuenta.
El fallo de este jueves, dice, "es un poco abrumador".
"Ha sido una batalla por años de mucha gente que ha estado bajo el paraguas de DACA, y esto ha permitido que permanezcan en el país y obtengan una educación", dice.
Roel llegó a Estados Unidos a los 5 años desde Nuevo León, México. Sus padres siguen siendo indocumentados.
En 2012, cuando estaba a punto de graduarse de la secundaria, "las universidades me pedían un número de seguro social e información sobre mi estatus y no sabía si iba a poder estudiar".
Pero entonces Obama tomó la decisión ejecutiva de brindar protecciones a estos jóvenes y Roel ha podido renovar su permiso de trabajo cada dos años.
Metzli Sánchez, empleada de una firma de abogados ? 23 años
Metzli Sánchez llegó junto a su padre y su hermana a Estados Unidos cuando solo tenía 2 años de edad.
"Nos mudamos a la ciudad de San Antonio (Texas) para empezar nuestras vidas allí", cuenta.
"Durante toda mi infancia, nunca entendí lo que significaba ser inmigrante o indocumentada".
Sánchez tenía 16 años cuando pudo postularse a DACA por primera vez, después de comprender que había cosas que no podía hacer debido a su estatus migratorio.
La joven recibió la decisión de la Corte Suprema como una "buena sorpresa", aunque no lo ve ni de cerca como una solución definitiva para los inmigrantes indocumentados de Estados Unidos.
"Nos encanta DACA, pero tenemos que entender que hay gente de mi edad indocumentada que no tiene esa protección. DACA es sencillamente una solución temporal para un problema más grande", dice.
"No tenemos que tener una historia de víctimas para demostrar que merecemos estar en este país. Aunque estemos muy orgullosos de nuestras raíces, Estados Unidos es nuestro hogar".
Sánchez se graduó de la Universidad A&M de Texas el año pasado y dice que quiere estudiar leyes, "pero cuando tienes DACA, es muy difícil planificar para los próximos 5 años", advierte sobre la inestabilidad que afronta constantemente.