Una voz enfurecida y ahogada que sale de un cuerpo rígido por la impotencia rompe el silencio de una vigilia.
Lori Alhadeff grita con todas sus fuerzas que mataron a su hija. Que hubiese recibido las balas por ella. Que no es justo que los niños vayan a la escuela y los maten.
Hay miles de personas en el lugar y de repente Alhadeff es la única voz que se oye. Todos la escuchan estupefactos.
La hija de Alhadeff, Alyssa, murió a los 15 años por los disparos del rifle semiautomático de Nikolas Cruz, el joven que en la tarde del miércoles masacró a 17 personas e hirió a más de una decena en la escuela secundaria Stoneman Douglas, en Parkland (Florida, EE.UU.).
Son las tres de la tarde en el parque Pine Trails de Parkland y el sol que quema parece posarse sobre Alhadeff como un reflector de luz sobre un escenario.
"Presidente Trump, ¡por favor haga algo! Acabo de pasar las últimas dos horas preparando el funeral de mi hija. ¿Cuántos niños tienen que morir antes de que hagamos un cambio?", dice mientras mira fijamente a la cámara de la televisora estadounidense CNN, como si estuviese hablándole al propio Trump.
Luego exige ante los micrófonos de los reporteros que se congregan a su alrededor que el cambio se materialice con detectores de metales en cada entrada de las escuelas y con policías armados que puedan detener a tiempo a "locos enfermos mentales con armas".
Tener o no tener armas
Miles de personas se han reunido en el mismo parque para rendir tributo a las víctimas con flores y rezos.
Y aunque comparten el dolor de Alhadeff o se reconocen incapaces de imaginarlo, algunos discrepan sobre su exigencia al presidente de Estados Unidos.
En varios grupos hablan de que no solamente es un tema de enfermedades mentales sino de la facilidad que existe en el país para comprar cualquier arma, incluso un fusil de asalto.
Otros, por el contrario, creen que el llamado de Alhadeff se queda corto y que los maestros deberían ir armados a las aulas.
Parkland es una ciudad de poco más de 30.000 habitantes, pero hoy refleja una suerte de Estados Unidos en miniatura. Un país en el que ha pervivido un controvertido debate sobre el control de armas.
Para los conservadores es un pilar de sus principios contemplado en la Constitución, es el derecho a defenderse en caso de estar en peligro. Para quienes se oponen, es precisamente ese el punto de partida de una problemática que ha llevado a que Estados Unidos sea el país desarrollado con más tiroteos masivos.
La matanza en la secundaria de Douglas resonó en Washington y volvió a intensificar la discusión entre demócratas y republicanos, sin punto en común, sobre qué hacer para que no vuelvan a ocurrir ataques así.
Pero el de Parkland es solo un tiroteo más.
"Acción ya"
Lo sabe Lori Alhadeff, que se pregunta cuándo irán a parar estas matanzas.
"Presidente Trump, díganos qué va a hacer. Necesitamos acción ya. Usted puede frenar que las armas lleguen a las manos de estos niños", dice.
De momento, el republicano no ha pronunciado las palabras "pistola" ni "arma de fuego" ni una sola vez cuando se ha hablado sobre el ataque en la escuela Douglas.
Lo que sí dijo fue que "ningún padre debería tener miedo de llevar a su hijo a la escuela". Y después anunció lo que parece ser una acción encaminada al pedido de la madre de Alyssa.
Trump dijo que se reunirá más adelante en el mes con gobernadores y fiscales para "volver nuestra prioridad número uno hacer más seguras las escuelas para nuestros niños".
Se cumpla la promesa o no, Alhadeff dice que ya nada podrá traer a su hija de vuelta. La recuerda como una jugadora muy talentosa de fútbol y ágil en los debates escolares.
"Quería ser abogada, pero todavía estaba muy joven para decidir lo que quería ser en la vida".