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El macabro interés que despierta el lugar en el que la "familia" Manson asesinó a Sharon Tate

El macabro interés que despierta el lugar en el que la "familia" Manson asesinó a Sharon Tate
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En el 50 aniversario de los brutales asesinatos perpetrados por seguidores de la secta de Charles Manson, examinamos qué fue de la icónica mansión en Beverly Hills en la que murieron la actriz Sharon Tate y otras cuatro víctimas.

Sobrepaso el letrero que dice Beverly Hills y empiezo a manejar por unas colinas con mansiones a cada lado. Camino indiferente.

Pero de repente, a medida que me acerco a la infame dirección en el exclusivo barrio de Los Ángeles, un escalofrío sube por mi espalda y empiezo a mirar todo con especial detalle, como si quisiera compararlo con lo que he visto en películas y fotos.

"Cielo Drive", dice el letrero que aparece ante mí. Y enseguida pienso que hace 50 años un grupo de fanáticos de una siniestra secta subieron esta empinada calle para asesinar con cuchillo y armas de fuego a cinco personas, entre ellas una famosa actriz de 26 años cuya carrera estaba en su mejor momento.

Los asesinos eran los seguidores de Charles Manson, un exconvicto que llegó a Hollywood con el sueño de grabar su música y acabó sembrando un mal que marcó a Los Ángeles para siempre.

Se hacían llamar "familia" y en la noche del 8 de agosto de 1969 irrumpieron en la mansión donde vivía la actriz Sharon Tate, entonces embarazada de ocho meses, no solo para masacrarla a ella de forma vil, sino a otros visitantes.

Antes de irse, dejaron la palabra "PIG" ("cerdo" en español) escrita en sangre en la puerta de entrada a la mansión.

Medio siglo después, manejo por esa estrecha calle ciega hasta que llego al gran portón negro que conduce a la casa. Pero no puedo pasar más allá.

"Murieron de la forma más horrible"

Me quedo mirando la puerta-muro, como esperando a que algo suceda, cuando un vecino de una de las casas más viejas de la cuadra sale a pasear a sus perros.

Se llama David Oman y me atrevo a decir que es quizá el único residente de la privada cuadra que no se incomoda cuando llega un periodista.

David Oman
David Oman

Habla con pasión sobre los asesinatos, con un lamento como si hubiesen sucedido hace poco.

"Murieron de la forma más horrible y trágica que puedas imaginar. A ella (Tate) la apuñalaron 16 veces".

El hombre, que asegura tener un contacto "del más allá" con la difunta actriz, ha dispuesto un pendón o "banner" en la puerta de su casa promocionando su película.

La trama no es sobre los asesinatos ordenados por Manson, dice, pero por coincidencia -o no- se titula House At The End Of The Drive ("La casa al final de la calle", en español).

"Tu auto es uno de los quizás 200 que han subido para acá en la última semana", dice.

Sharon Tate y Roman Polanski
Sharon Tate y Roman Polanski

Oman cuenta que son turistas que vienen a fisgonear. Ahora más, apunta, después del estreno de la nueva película del director Quentin Tarantino, que cuenta una versión ficticia de la matanza.

Pero por lo general, agrega Oman, los curiosos se van decepcionados al no ver nada.

Y así me siento yo.

"¿Cómo puede verse la casa?", le pregunto con una curiosidad que ya raya en un morbo culposo.

"Esa casa la derribaron en 1994, la casa entera", dice.

Una residencia "encantadora"

De ladrillos rojos y adornada con azulejos en la parte interior, la agente de bienes raíces Johanna Falduto la recuerda como una vivienda "encantadora" cuando entró en ella por primera vez.

Falduto representó al inversionista John Prell, quien la compró por unos US$1,6 millones en el año 1988.

Con una vista de 180 grados, desde el terreno se alcanzaba a ver el centro de la ciudad así como el océano Pacífico, describe la agente.

El dueño anterior era Rudolph "Rudy" Altobelli, un agente de estrellas de Hollywood que la había alquilado a Tate y a su esposo, el cineasta polaco Roman Polanski.

No solo era una exclusiva mansión ubicada en una zona aislada, la casa también representaba haberlo "logrado" en Hollywood.

Quizás por ello atrajo a otras estrellas que también vivieron allí, como a la actriz francesa Michèle Morgan en 1940 y el productor musical Terry Melcher, hijo de la famosa actriz Doris Day.

Se cree que el vínculo entre Manson y la casa se produjo cuando este entabló una amistad con Melcher y visitó la propiedad.

Luego, el estigma

Después de los sangrientos crímenes, Altobelli la ocupó por los siguientes 20 años, temeroso de no poder venderla, recuerda Falduto.

"Había mucho estigma alrededor de la propiedad", explica, sobre todo porque en Los Ángeles es un requerimiento legal revelar crímenes u otros eventos trágicos que hayan ocurrido en las viviendas a posibles compradores.

La noche del 8 de agosto de 1969, cuatro miembros de la "Familia Manson", Tex Watson, Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel, entraron a la casa de Tate y mataron a cinco personas.
La noche del 8 de agosto de 1969, cuatro miembros de la "Familia Manson", Tex Watson, Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel, entraron a la casa de Tate y mataron a cinco personas.

Prell la vendió en 1991 a un inversionista de bienes raíces, que la derrumbó y le cambió la dirección de 10050 a 10066, para desviar a los curiosos.

Ahora es un palacete de aspecto mediterráneo cuyo dueño es Jeff Franklin, creador de la popular serie familiar Full House ("Tres por tres" o "Padres forzosos", en español).

La infame calle

Aunque se haya hecho de todo para borrar su sangriento pasado, la fijación con Cielo Drive continúa.

Lo sabe Scott Michaels, quien ha hecho de los crímenes de Manson un negocio al crear un exitoso tour semanal por los sitios que marcaron la tragedia.

"Llevamos a la gente a la calle (Cielo Dr.). Parte de ella se ve igual y tiene las mismas casas que había en 1969", indica Michaels, una especie de experto no oficial en la "familia" Manson y que montó su compañía hace 25 años.

"Me pone muy triste que la casa ya no esté. Era una parte muy importante de la historia de Los Ángeles", señala.

La nueva película de Tarantino ha hecho crecer el interés por los crímenes, dice, pero "siempre ha habido una curiosidad consistente".

La masacre devastó a los familiares y allegados de las víctimas y marcó el fin de la era del "amor libre", pero al mismo tiempo quedó en el imaginario cultural de la ciudad.

"Es parte de lo que hace que Los Ángeles sea Los Ángeles", concluye Michaels.

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