Coronavirus: Qué son los superpropagadores y por qué tienen tanta importancia
La superpropagación, donde pacientes individuales transmiten una infección a un gran número de personas, es una característica que se ha repetido en casi todos los brotes de enfermedades contagiosas recientes.
No es culpa de las personas portar esta particularidad, pero a la vez tienen un impacto significativo en cómo se expande una enfermedad.
Hasta ahora ya se conocen reportes iniciales de superpropagadores en el brote del nuevo coronavirus que apareció primero en la ciudad de Wuhan, China, a finales del año pasado.
Un ciudadano británico que estuvo en Singapur, por ejemplo, es vinculado a cuatro casos de contagio en Reino Unido, cinco en Francia y posiblemente uno en Mallorca.
¿Qué es un superpropagador?
Se trata de un término sin una definición científica estricta.
Básicamente se trata de alguien que infecta significativamente a más personas de lo que lo hace un paciente habitual.
En promedio, cada persona infectada con el nuevo coronavirus lo transmite entre dos a tres personas.
Pero esto es solo un promedio; algunas personas no se lo transmiten a nadie, mientras otras infectan a muchas.
¿Qué tanto impacto puede generar un caso de superpropagación?
Masivo y puede tener un gran impacto en un brote.
En 2015, una situación de estas características llevó a 82 personas a infectarse de un solo paciente del hospital con síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS, por sus siglas en inglés), un virus que tiene cierta relación con el coronavirus actual.
En la epidemia de ébola en África occidental de 2014, la gran mayoría de los casos (61%) provino de un pequeño puñado de pacientes (3%).
"Hubo más de 100 nuevas cadenas de transmisión a partir de un solo funeral en junio de ese año", explicó la doctora Nathalie MacDermott, del King's College de Londres.
¿Por qué algunas personas propagan más?
Algunos simplemente entran en contacto con muchas más personas, ya sea por su trabajo o el lugar donde viven, y eso significa que pueden propagar más la enfermedad, así muestren síntomas o no.
"Los niños son afines a ello (propagar un virus), por eso cerrar las escuelas puede ser una buena medida", indica John Edmunds, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Por su parte, el profesor Mark Woolhouse, de la Universidad de Edimburgo, añade que "las trabajadoras sexuales comerciales fueron muy importantes en la propagación del VIH".
Existen otros superpropagadores que liberan cantidades inusualmente grandes del virus de sus cuerpos, por lo que cualquier persona que entre en contacto con ellos tiene más probabilidades de infectarse.
Los hospitales que trataron el síndrome respiratorio agudo y grave (SARS, por sus siglas en inglés) se convirtieron en un importante centro de superpropagación, porque los pacientes más enfermos también fueron los más afectados por el virus y entraron en contacto con muchos trabajadores de la salud.
¿Cómo cambian estas personas un brote?
"Desempeñan un papel importante en el comienzo de cualquier brote, cuando el virus comienza a establecerse", explica Edmunds.
Las nuevas infecciones, incluido el coronavirus, provienen de animales.
Cuando da el salto al primer paciente, la enfermedad puede desaparecer antes de que pueda causar un brote grande.
Pero si puede encontrar rápidamente su camino hacia un superpropagador, entonces le da un impulso a la expansión del virus. Las mismas reglas se aplican cuando los casos se trasladan a otros países.
"Si se tiene varios superpropagadores cerca, habrá dificultades para contener un brote", sostiene MacDermott.
¿Qué se necesitará para detener el coronavirus si hay una superpropagación?
La superpropagación del nuevo coronavirus no sería una sorpresa y no cambiará significativamente la forma en que se maneja la enfermedad desde que se detectó.
Por el momento, se depende completamente de la identificación de casos y de cualquier persona con la que hayan entrado en contacto rápidamente.
"Eso lo hace aún más importante: no pueden permitirse demasiados errores. No se puede perder la ubicación de un superpropagador", indica el profesor Woolhouse.
¿Es culpa del superpropagador?
Históricamente, existió una tendencia a demonizar al superpropagador.
Por ejemplo, la cocinera irlandesa Mary Mallon (1869-1938), sin saberlo, transmitió la fiebre tifoidea cuando no tenía síntomas visibles y terminó pasando décadas de aislamiento y cuarentena forzada.
Pasó a la historia rebautizada como Mary Tifoidea o Mary la tifosa.
Pero en realidad, no es culpa del paciente. "Debemos tener cuidado con el lenguaje que usamos", insiste MacDermott. "No han hecho nada malo, esta es una infección que no es su culpa".