Noruega pone a prueba de nuevo su capacidad para mediar en conflictos.
Representantes del gobierno y de la oposición de Venezuela están esta semana en el país nórdico para abrir un diálogo y buscar una salida a la grave crisis que vive el que fuera uno de los países más ricos de Sudamérica.
La radiotelevisión noruega NRK aseguró que las conversaciones se iniciaron en Cuba y luego se trasladaron a la capital, Oslo, con la mediación del Ministerio de Asuntos Exteriores de este país.
Tanto el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, como su rival, Juan Guaidó, considerado como presidente legítimo por más de 50 países, confirmaron el inicio de conversaciones y enviaron a sus delegados.
El anuncio se recibió con escepticismo en Venezuela, donde la población vive inmersa en una prolongada crisis económica y política, tras el duelo para sacar del poder a Maduro lanzado por Guaidó.
La tarea de acercar a ambas partes parece muy compleja tras años de tensiones.
Pero si alguien puede manejarse bien en un contexto como este, con dos partes enfrentadas y un clima político enrarecido, son los diplomáticos noruegos.
El antecedente de Colombia
Y esto lo sabe bien el gobierno venezolano, ya que tanto Venezuela como Noruega participaron en el proceso de paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC, el primero como "acompañante" y el segundo como "garante".
Y este es un aspecto clave.
"Lo que ayuda a Noruega es la experiencia reciente con Colombia, las relaciones de sus negociadores y facilitadores, que se acercaron a las autoridades cubanas, pero también a los representantes venezolanos", le dice a BBC Mundo Lev Marsteintredet, profesor de Política Comparada de la Universidad de Bergen y experto en América Latina.
"Hay un cierto nivel de confianza entre los gobiernos de Venezuela y Noruega", asegura.
La unidad encargada de las mediaciones internacionales dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores es la unidad de Paz y Reconciliación, dirigida por el diplomático Dag Halvor Nylander.
Nylander ya jugó un papel importante en el proceso de paz de Colombia, presente en todos los momentos clave en unas conversaciones que, según él mismo le confesó a la BBC, le ocupaban "las 24 horas del día, los 7 días de la semana".
BBC Mundo contactó con él para este reportaje, pero no aceptó participar, así como tampoco el Ministerio de Asuntos Exteriores, que no contestó al requerimiento.
Los diplomáticos noruegos son conocidos por su discreción, que les permite crear la confianza necesaria cuando las conversaciones están solo en fase de exploración.
Por ello, Marsteintredet cree que la filtración de los contactos con el gobierno y la oposición de Venezuela fue una sorpresa para los noruegos, que seguramente hubieran preferido mantenerlos en secreto.
"Son muy reacios a hablar, porque gran parte de la estrategia noruega es ser muy discretos y enfatizar que ellos son facilitadores del contacto, y no parte", asegura a BBC Mundo Benedicte Bull, profesora de Ciencia Política en el Centro para el Desarrollo y el Medioambiente de la Universidad de Oslo.
Sri Lanka
"Esto lo aprendieron en procesos como el de Sri Lanka, que no fue muy bien, y durante el cual un ministro noruego fue muy prominente", explica Bull.
Bajo invitación de las autoridades de Sri Lanka y los Tigres de Liberación del Eelam Tamil, Noruega participó como "facilitador neutral" de las negociaciones entre las partes en conflicto en este país entre 1999 y 2006.
Fue en la década de los 90 del siglo pasado cuando Noruega asumió con más fuerza el papel de mediador internacional por el que se le conoce hoy en día.
En especial, tras su participación en los Acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la Organización por la Liberación de Palestina.
Este acuerdo de paz fue en su momento considerado un éxito, aunque con la perspectiva actual ha sido incapaz de solucionar el conflicto entre israelíes y palestinos y es criticado ferozmente por todas las partes.
Más positivo se considera su papel mediador a la hora de poner fin a las guerras civiles de Malí y Guatemala, donde colaboró dentro del Grupo de países amigos por Guatemala.
El país nórdico se beneficia de unas relaciones bilaterales muy cercanas con Estados Unidos, al tiempo que es respetado en círculos de izquierda por su tradición de políticas socialdemócratas.
Y al contrario que Suiza, el otro país "pacificador" de Europa, Noruega es parte de la Organización del Acuerdo del Atlántico Norte (OTAN).
Cautela
En el caso de Venezuela, el país, a diferencia de otros países europeos, ha sido "muy cauteloso a la hora de criticar al gobierno de Maduro, para no cerrar su rol potencial como facilitador", asegura Marsteintredet.
Aunque la participación de Noruega en estos procesos ha ido cambiando a lo largo de los años, pasando de verse a sí mismo "como un negociador" a situarse más bien como "facilitador", dice el experto, "dando un paso atrás y dejando que las partes hablen".
Al igual que en el caso de Guatemala, Bull cree que con las conversaciones sobre Venezuela es "completamente necesario que haya otros actores abordo", como el Grupo de Lima, que reúne a más de una decena de países de América Latina y está posicionado a favor de Guiadó, y el Grupo Internacional de Contacto para Venezuela creado en enero por la Unión Europea y del que también forman parte Costa Rica, Uruguay, Ecuador y Bolivia.
En una fase preliminar como la actual, el resto de actores "están probablemente informados pero contentos de mantenerse fuera del radar".
El reto para los diplomáticos de este pequeño país de poco más de cinco millones de habitantes es enorme.
¿Por qué media Noruega?
Y la pregunta es: ¿qué gana Noruega metiéndose en semejante enredo?
Para Mariano Aguirre, exdirector del Centro Noruego de Resolución de Conflictos, esta política -que cuenta con el consenso de los grandes partidos- es la fórmula noruega para garantizar su seguridad.
Lo hace "a través de la promoción de la paz, el desarrollo y los derechos humanos, pero formando parte de la OTAN y asociados a Europa" (no son miembro de la UE, pero sí un socio cercano), explica Aguirre.
En la misma idea abunda Bull.
"No hay ganancias inmediatas para nadie. Esto es parte de la política exterior noruega desde los 90. Somos un país vulnerable, con una economía muy abierta, muy dependiente del comercio y de la paz mundial", asegura.
"Cosas que pasan muy lejos nos afectan".