Cómo una prueba de ADN ayudó a resolver el asesinato de una estudiante de EEUU casi 50 años después
Por casi medio siglo, el asesinato de la estudiante Jane Britton, de 23 años, fue un misterio que intrigó a la policía estadounidense y a la comunidad de Cambridge, en el estado de Massachusetts (Estados Unidos).
Britton, una alumna de postgrado en la prestigiosa Universidad de Harvard, fue encontrada muerta en su apartamento en enero de 1969.
El cuerpo presentaba signos de agresión sexual y varios golpes en la cabeza.
La semana pasada, casi 50 años después del crimen, la fiscal Marian Ryan, del condado de Middlesex, anunció la resolución del caso, el más antiguo de su despacho.
Gracias a los avances en la tecnología de pruebas de ADN, los investigadores identificaron a Michael Sumpter como el asesino.
Stumper murió en 2001, a los 54 años de edad, poco después de cumplir una pena de cárcel por violación y salir en libertad condicional.
"El asesinato de Jane Britton despertó muchas preguntas en los últimos 50 años. Varios equipos de investigadores trabajaron en ese caso, persiguiendo pistas presentadas por el público y descartando a varios sospechosos", dijo Ryan en una declaración a la prensa.
"Como resultado de su perseverancia y del uso de los últimos avances en tecnología forense en el laboratorio criminal de la policía estatal de Massachusetts, hoy estoy segura de que el misterio sobre quién mató a Jane Britton ha sido finalmente resuelto y este caso está oficialmente cerrado", afirmó.
Teorías sobre el crimen
Britton estaba estudiando el segundo año de un posgrado en Antropología y acababa de regresar de una temporada de investigaciones en Irán.
La joven era hija del vicepresidente del Radcliffe College, una institución de enseñanza superior para mujeres que luego fue anexada a Harvard.
Su cuerpo fue encontrado por su novio poco después del mediodía del 7 de enero de 1969, en su apartamento, en el cuarto piso de un edificio en Cambridge, a pocas cuadras de la universidad.
El muchacho había acudido a la vivienda porque le preocupaba que Britton no hubiera ido a dar un examen aquella mañana.
Según la policía, la noche anterior al crimen, Britton había salido a cenar con colegas en un restaurante, luego fue a su casa rápidamente para cambiarse de ropa e ir a una pista de patinaje sobre hielo con su novio.
La pareja terminó la noche en un pub frente al edificio donde vivía Britton. Ella salió alrededor de las 22.30, pasó por la casa de un vecino y regresó a su apartamento poco después de la medianoche.
Los exámenes toxicológicos revelaron que la estudiante no había metabolizado el alcohol que había ingerido, lo que indica que fue asesinada poco después de regresar al apartamento.
La autopsia reveló múltiples fracturas en el cráneo causadas por un objeto contundente, pero el arma del crimen nunca fue identificada.
A lo largo de los años, diversas teorías y sospechosos fueron investigados y descartados.
Como el cuerpo contenía restos de un polvo rojo oscuro, que remitía a antiguos rituales persas de sepultura, algunos sospecharon que el crimen tenía conexión con su investigación antropológica.
En 1963, otra estudiante de 23 años había sido asesinada en el mismo edificio, y hubo sospechas de que los dos crímenes estuvieran relacionados, a pesar de que el asesino confeso de aquel caso había sido arrestado en 1964, antes de la muerte de Britton.
Nuevas pruebas de ADN
A pesar del interés que la muerte de Britton despertó, fue solo en 2017 el misterio comenzó a ser desvelado.
Ante una multitud de pedidos para que los archivos del crimen se abrieran al público, el despacho de la fiscal del condado de Middlesex designó a un equipo de investigadores para revisar el caso en busca de nuevas informaciones.
Los investigadores consultaron al laboratorio criminal de la policía estatal de Massachusetts para saber si algún nuevo avance en pruebas de ADN podría ayudar. Decidieron entonces examinar nuevamente el material recogido en la escena del crimen.
En julio de 2018, el laboratorio concluyó que el ADN extraído en las últimas pruebas, realizadas en 2017, coincidía con el de Michael Sumpter, que estaba en la base de datos de la policía.
Pero Sumpter había muerto de cáncer en 2001. Para confirmar el resultado, los investigadores tuvieron que localizar a su hermano y tomarle una muestra de ADN.
Según la fiscal, las pruebas descartaron al hermano como posible sospechoso, y confirmaron la culpabilidad de Sumpter.
Declaraciones de testigos en la época reforzaron el hallazgo: decían haber oído a alguien moverse por la escalera de incendios del apartamento de Britton la noche en que fue asesinada y haber visto a un hombre con apariencia similar a la de Sumpter, corriendo por la calle alrededor de la 1:30 de la madrugada del crimen.
"Creemos que Sumpter entró en el apartamento de Jane por una ventana, la violó y asesinó en su cama y huyó del edificio", dijo la fiscal Marian Ryan.
Otros crímenes
Los avances en las pruebas de ADN han permitido vincular a Sumpter con tres homicidios desde que murió.
Además del caso de Britton, fue identificado como autor de la violación y muerte de Ellen Rutchick, de 23 años, en 1972, y de Mary Lee McClain, de 24 años, en 1973.
"Creemos que ninguna de las víctimas conocía o tenía ninguna relación con Sumpter", dijo Ryan.
Sumpter fue condenado por la violación de una mujer en 1975.
En 2002, un año después de su muerte, fue identificado también como autor de una violación en 1985, cuando escapó temporalmente de prisión.
La mayor parte de la familia de Britton ya murió, pero su hermano, Boyd Britton, que es reverendo de la Iglesia Anglicana en California, se pronunció sobre la resolución del caso.
"Medio siglo de misterio y especulación envolvieron el crimen brutal que destruyó la joven prometedora vida de Jane y nuestra familia. Como el único Britton sobreviviente, me gustaría agradecer a todos -amigos, funcionarios públicos y prensa- que perseveraron en mantener la investigación activa", dijo.
"Esa prueba de ADN probablemente será todo lo que tendremos como conclusión. Aprender a entender y perdonar sigue siendo un desafío".