Una nueva ronda de negociación para revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte concluyó el martes, sin resultados a la vista y con una pregunta que sobrevuela: ¿qué efectos tendría un derrumbe del acuerdo vigente?
Las diferencias sobre cómo reescribir el TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés, fueron evidentes cuando los negociadores de Estados Unidos, México y Canadá admitieron en Washington que mantienen "brechas conceptuales significativas".
Como consecuencia, los tres países del tratado no alcanzarán su objetivo inicial de finalizar la renegociación a fin de año y extenderán el plazo hasta el primer trimestre de 2018, de acuerdo a un comunicado conjunto.
Washington realizó varias propuestas ?desde incluir una "cláusula de extinción" del acuerdo para renovarlo cada algunos años, hasta aumentar el contenido de EE.UU. en los automóviles fabricados en el NAFTA? que fueron rechazadas por los otros dos miembros.
"Estoy sorprendido y decepcionado por la resistencia al cambio de nuestros socios", declaró el representante comercial de EE.UU., Robert Lighthizer, al término de esta cuarta ronda de negociación el martes.
Pero el secretario mexicano de Economía, Ildefonso Guajardo, advirtió que hay "límites" sobre lo que se puede aceptar y la canciller canadiense, Chrystia Freeland, habló de propuestas "preocupantes" contra las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Estos reproches asoman después deque el presidente de EE.UU., Donald Trump, el gran impulsor de la renegociación del NAFTA, manejara públicamente la posibilidad de acabar con el acuerdo de 23 años que considera perjudicial para su país.
Y el impacto de un desenlace de ese tipo se sentiría mucho más allá de los tres países, con potenciales consecuencias para toda América Latina, según expertos.
"La tentación proteccionista"
México, que el año pasado tuvo un comercio bilateral por casi US$580.000 millones con EE.UU., sería sin dudas uno de los principales afectados por una ruptura del NAFTA.
Algunos analistas advierten que la apertura comercial que México tuvo en las últimas décadas podría revertirse tras un eventual fin del tratado, que incluso pesaría en las elecciones presidenciales el año próximo.
"El riesgo más grande de Trump es la tentación proteccionista, que es muy de América Latina", dice a BBC Mundo Luis de la Calle, uno de los negociadores que México tuvo para el NAFTA en 1994.
Algunos estudios indican que, si se eliminara el NAFTA y el comercio bilateral pasara a regirse por reglas de la OMC, las exportaciones de EE.UU. a México pagarían aranceles más altos que los envíos en la dirección contraria.
De hecho, el gobierno mexicano estima que buena parte de las exportaciones a EE.UU. se mantendrían libres de impuestos.
Pero los automóviles finalizados en México que se venden a EE.UU. pasarían a enfrentar un arancel de 2,5%, que en el caso de camionetas aumentaría hasta 25%.
En un escenario así, es probable que haya una relocalización de industrias dentro y fuera de la región, en procura de evitar los mayores impuestos.
Los expertos creen que también sería menos probable que EE.UU., México y Canadá cooperen en temas como el desarrollo de infraestructura en Centroamérica, para reducir los problemas de migración, control fronterizo y seguridad.
"En la medida que no tengamos un buen diálogo con Estados Unidos, si se terminara el tratado, pues difícilmente colaborarían con América Central", opina De la Calle.
¿Plan B?
Sin embargo, las señales que ha dado hasta ahora el gobierno mexicano son contrarias a la alternativa proteccionista.
El país aumentó en los últimos tiempos sus vínculos económicos con Chile, Colombia y Perú en el marco de la Alianza del Pacífico, un bloque comercial donde el 94% del intercambio de bienes ya está libre de aranceles.
Guajardo, el secretario mexicano de Economía, indicó que su país trabaja en un "plan B" en paralelo a la renegociación del NAFTA, que aparte de la búsqueda de mercados en otras regiones incluye la ampliación de las preferencias comerciales con Brasil y Argentina.
Esto permitiría a México comprar a esos países sudamericanos granos, productos agrícolas o carne que actualmente importa desde Estados Unidos, que debería pagar aranceles mayores para mantener ese mercado.
"Hay una oportunidad para Brasil y Argentina de exportar algunos productos si colapsa el acuerdo", dice a BBC Mundo Rubens Barbosa, exembajador de Brasil en EE.UU. y autoridad en comercio exterior de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo.
Como parte de esa idea de diversificar sus importaciones ante la incertidumbre, México se apresta a recibir trigo de Argentina por primera vez en su historia: 30.000 toneladas a embarcarse en diciembre.
Aunque se trata de una cantidad pequeña comparada con los cerca de 12 millones de toneladas de trigo que EE.UU. vende anualmente a México, tiene un valor simbólico en la coyuntura actual.
Barbosa también contempla la posibilidad de que México, que el año pasado colocó 80% de sus exportaciones en EE.UU., busque vender en Sudamérica más productos industriales ante un derrumbe del NAFTA.
"Ya hay competencia de China y habría también la competencia de productos mexicanos", señala Barbosa.
Los especialistas coinciden en que la renegociación del NAFTA aun puede tener éxito e, incluso si fracasa, el Congreso de EE.UU. tendría la última palabra sobre retirar al país del acuerdo.
Pero en el caso de que esto finalmente ocurra, todo indica que la distancia que hubo entre México y Sudamérica en las últimas dos décadas en materia comercial se reducirá un poco más.
"Si México queda más aislado, esto lo puede aproximar bastante", señala a BBC Mundo Gustavo Segré, director de la consultora comercial Center Group especializado en el Mercosur. "Sería una oportunidad para la región".