El 19 de junio de 2014, Felipe de Borbón se convirtió en Felipe VI, rey de España.
El hijo de Juan Carlos I asumió entonces el trono cuando la monarquía estaba en sus niveles más bajos de popularidad de las últimas décadas.
Y lo hizo de una forma sobrevenida, después de que su padre se convirtiera en el séptimo monarca español en abdicar el trono.
En ese contexto, la llegada de Felipe VI fue vista como una medida para tratar de dotar a la jefatura del Estado español de un aire fresco, un intento de borrón y cuenta nueva para una institución en crisis.
O, en palabras del propio monarca en su discurso de proclamación, de presentar "una monarquía renovada para un tiempo nuevo".
Tres años después, ¿realmente se cumplieron las expectativas sembradas aquel día? ¿Qué tanto cambió la monarquía española? ¿Y la forma en que Felipe VI la representa en relación a su padre?
La imagen de la monarquía en España había caído en picado desde 2011, dañada por la acumulación de escándalos, desde la rotura de cadera del rey Juan Carlos I durante una cacería de elefantes en Botswana -y su posterior pedida de disculpas- a la implicación de su hija, la infanta Cristina, y de su yerno, Iñaki Urgangarín, en un caso de corrupción que los llevó a sentarse en el banquillo de los acusados.
En el momento de la abdicación, la opinión pública española suspendía con contundencia a la monarquía con un 3,7 sobre 10.
Pero desde la llegada de Felipe VI, quien cumplió 49 años en enero, la recuperación ha sido lenta, pero constante.
En la actualidad se sitúa en aproximadamente seis puntos, una nota aún distante de los 7,5 que llegó a tener a principios de los 90, cuando la monarquía era una de las instituciones mejor valoradas del país.
Las razones a las que responde esta mejora son motivo de debate.
Reacción al padre
"¿Es mérito de este rey o es mérito simplemente de la ausencia del otro? Juan Carlos I era ya impresentable. Solo su renuncia fue un fenómeno positivo que benefició a la monarquía. Pero no sé si esta mejora de la imagen responde a los méritos de Felipe VI", sugiere Javier del Rey, profesor de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y experto en comunicación política.
Durante años, antes del deterioro de su imagen en sus últimos años de reinado, adjetivos como "campechano", "cercano" o "espontáneo" llegaron a convertirse en epítetos del rey Juan Carlos I en muchos comentarios sobre la forma de actuar del monarca.
En el escaso tiempo en que Felipe VI lleva ocupando el trono, su personalidad pública tomó un camino marcadamente diferente a la de su padre.
"Felipe VI es una persona más introvertida, más seria, más trabajadora, más de despacho. Y dentro de la Casa Real ha dispuesto una mayor austeridad y una mayor discreción", le dice a BBC Mundo Antonio Torres del Moral, considerado uno de los constitucionalistas más prestigiosos del país.
"Ha impuesto un tratamiento sin desbordamientos de simpatías ni relaciones personales con otros dirigentes políticos. Se comporta muy discretamente, como un rey profesional", agrega el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
De acuerdo con este experto en la monarquía española, ese repliegue de la imagen del rey se debe en parte a una reacción frente a los escándalos protagonizados por su antecesor.
En ese sentido, apunta, durante la peor crisis económica en décadas la opinión pública valoró un modo de actuar "más conservador en las formas".
Y también el hecho de que, tras la abdicación, las hermanas de Felipe VI quedaran fuera de la Familia Real, que se redujo a seis personas: el rey, la reina Letizia, sus dos hijas, Leonor y Sofía, y los padres del monarca.
"La ciudadanía ha visto con agrado el nuevo estilo porque entiende que una persona más austera no va a cometer los errores que cometió el rey Juan Carlos", sugiere Torres del Moral.
Pero esos mismos rasgos de la personalidad pública del Felipe VI también pueden ser vistos como lastres a la hora de conectar con la sociedad.
"Es un rey distante, frío, que podría ser muy buen rey de Noruega, Gran Bretaña, Suecia, pero difícilmente un rey de España. Tenemos un rey que lo único que tiene es la legitimidad de origen pero el resto se lo tiene que ganar", apunta Javier del Rey.
"Le falta proximidad y humanidad al personaje. Todos tenemos la idea de que es un hombre de una gran formación y que se sabe al dedillo los temas. Pero eso son categorías políticas. Yo hablo de categorías humanas y es ahí donde creo que 'el rey está desnudo', por utilizar una vieja metáfora literaria", agrega.
No todos consideran, sin embargo, que los cambios introducidos por Felipe VI sean sustanciales, ni que la monarquía española haya recuperado el terreno perdido en los últimos años.
"Creo que ha cambiado en apariencia", asegura Fernando Ramos, profesor de periodismo de la Universidad de Vigo.
"La crisis que desencadenaron las andanzas de Juan Carlos I no fue una crisis meramente coyuntural como se creía, fue una crisis estructural. Hay, cada vez más, una generación de españoles que quisieran, y esto no se hizo cuando se pudo, un referendo. Quizá lo ganaría la monarquía, pero no se sabe. Y eso es algo que está pendiente", afirma en diálogo con BBC Mundo.
"Un rey sin mito"
La historia reciente de España también da pistas sobre algunas de las diferencias fundamentales entre Juan Carlos I y su hijo.
Juan Carlos I asumió la jefatura del Estado después de haber sido designado como sucesor por Francisco Franco, el general que gobernó el país durante casi 40 años.
Su papel durante la transición, incluida su manifestación de apoyo al orden democrático durante el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, le valió la simpatía y aceptación de amplios sectores de la sociedad española.
"En España, monárquicos no hay o hay pocos. Había juancarlistas, lo cual implica una adhesión a la persona", apunta Torres del Moral.
La abdicación de Juan Carlos I y la llegada de Felipe VI dejaron a muchos de esos juancarlistas -que no eran necesariamente monárquicos- sin su referente en el trono.
"Estamos ante un rey sin mito. Juan Carlos tenía mito: el del 23F. Al margen de lo que diga la Historia, nos lo han vendido durante 40 años como el defensor y el salvador de la democracia", afirma Del Rey.
"Me da la impresión de que Felipe VI es un rey sin relato. Y creo que necesita uno", indica.
Con solo tres años en el trono de España -frente a los 38 que permaneció su padre- queda por ver si el monarca logrará ese objetivo.