Edimar Armas cocina caraotas (frijoles) en una estrecha cocina de una estrecha vivienda en el populoso Petare. Su hija pequeña comparte edad y espacio con siete sobrinos, los nietos de Edimar.
"Nunca había vivido una situación tan difícil de escasez", me dice sin perder la sonrisa, optimista pese a que la carne y el pollo, muy caros, apenas ven la sopera de aluminio donde humean las caraotas negras.
"Hemos aprendido a comer vegetales que no es malo", agrega antes de admitir que ha perdido peso. "Antes comía una fritura, me daba un gustico, pero ahora no", explica con una sonrisa que esconde la dificultad.
Es viernes y Armas no sabe por quién va a votar en las elecciones regionales del domingo en Venezuela. "Pero Héctor Rodríguez me gusta, habla muy bien", afirma sobre el candidato chavista por el estado Miranda, en el que finalmente ganó.
Armas, abuela múltiple con 44 años y que se gana la vida limpiando en casas, es comprensiva con Rodríguez y con el gobierno de Venezuela pese a la grave crisis por la que atraviesa el país con la mayor inflación del mundo y escasez de alimentos, medicinas y productos básicos.
"Aunque la ayuda no ha llegado como debería, ha ayudado mucho a la gente", dice.
Según los resultados que dio el domingo el Consejo Nacional Electoral (CNE), no reconocidos por la oposición, que habla de fraude, el chavismo ganó claramente con 5,5 millones de votos, lo que supone aproximadamente un tercio del censo electoral.
Ese número dista de ser el de más de ocho millones que, según el CNE, dieron el apoyo a la Asamblea Constituyente el 30 de julio, pero suficiente para superar a una oposición que, de acuerdo a los controvertidos números, no llegó a cinco millones y se dejó más de dos millones de apoyos respecto al claro triunfo obtenido en las elecciones legislativas de 2015.
El núcleo duro
Para explicar que el gobierno siga siendo competitivo en una elección, más allá de las irregularidades que denuncia la oposición y que supusieron trabas para miles de votantes, hay que analizar tanto las virtudes del chavismo como los problemas de la oposición, agrupada en la coalición de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
El oficialismo cuenta con un núcleo duro de votantes que están con él pase lo que pase. En Petare conocí a Tamara Viana, de 52 años y chavista desde el triunfo de Hugo Chávez en 1998.
Viana se levantó a las 3:00 de la madrugada el domingo para empezar a movilizar gente. A las 10:00 tenía una lista con nombres y teléfonos de sus vecinos a los que llamó para saber si habían ido a votar.
Los jeeps iban y venían al colegio Julio Calcaño de Petare. "¡A votar!", gritaba una joven con un megáfono mientras dos personas subían a una anciana al vehículo que tenía en el lateral un afiche de Héctor Rodríguez.
Tras 18 años en el poder y sólo dos de 22 derrotas electorales, el chavismo tiene una aceitada maquinaria electoral y de movilización reconocida incluso por la oposición, que denunció la reubicación de centros y que el CNE no permitiera las sustituciones de candidatos tras las primarias.
Y es que el chavismo cuenta con un núcleo duro que sigue a sus dirigentes de manera fiel.
"No es una crisis, es una guerra económica, un bloqueo", me dijo Viana cuando le mencioné la situación que vive el país y que ella sufre. Cree sin dudas el argumento del gobierno.
La activista mencionó varias veces la palabra "resolver", tan habitual ahora en Venezuela como lo es en Cuba.
Y como Armas, también Viana ve efectos positivos a la crisis. Ha sustituido el refresco de coca habitual por té de toronjil o malojillo frío y con azúcar, mucho más saludable.
Sin embargo, el chavismo, que rechaza las acusaciones de fraude, cree que no sólo ganó por su base.
"La victoria no es adjudicable al núcleo duro del chavismo. Se configura con el trabajo de base en todo el territorio y ganando las voluntades de electores con menos identidad. Tras la muerte de Chávez, se ha extendido una capa media no tan partidista, menos polarizada", le explicó a BBC Mundo Libertad Velasco, presidenta de la Misión Sucre del gobierno para formar profesionales universitarios.
"Hay un grupo que no va a votar a ciegas, que no actúa como fanaticada. Debemos hacer ingentes esfuerzos en mantener que somos la mejor opción. Quizás no la ideal, pero mejor que otras", analizó Velasco, que ha formado parte de los comandos de campaña del chavismo.
La influencia de la caja de comida
Viana es miembro del consejo comunal de su comunidad, donde un elemento nuclear es la caja de comida del CLAP que el gobierno vende de forma directa a un precio subsidiado.
Pese a que muchos se quejan de que no llega con la frecuencia que debía y a que sus productos distan mucho de tener la calidad de aquellos que hace unos años se podían encontrar en los supermercados, la caja es una gran ayuda.
Jesús "Chúo" Torrealba, activista social y exsecretario ejecutivo de la opositora MUD, cree que ese clientelismo es fundamental.
"De los 18 años (de chavismo), dos tercios se dieron en el marco de la burbuja petrolera más grande de la historia. El gobierno de Chávez y de Maduro manejaron dólares y capacidad de establecer una cultura clientelar. Ahora no hay la capacidad del pasado por la caída de precios del crudo, pero los tics culturales de convertir al ciudadano en siervo siguen vigentes y agravados por la crisis", explicó Torrealba a BBC Mundo.
"La dependencia era un vicio. Ahora, con el agravamiento de la crisis, esa dependencia es un tema de supervivencia", agregó.
La chavista Velasco, sin embargo, niega que tenga un impacto electoral.
"El CLAP está sobrevalorado. Es más mediático que realidad (?). No somos un estómago. Tenemos un pueblo muy crítico que no es clemente con nosotros y que nos acusa de no haber hecho más. No vota por una caja CLAP", argumentó Velasco.
La estrategia
Otro factor es la estrategia y los trucos electorales del chavismo. La elección regional de este domingo se debería haber realizado a final del año pasado. Se reprogramó a este diciembre y finalmente la Asamblea Constituyente la adelantó a octubre.
Las acercó así al clima de desánimo de la oposición tras cuatro meses de protestas que dejaron 120 muertos y la denuncia de manipulación contra el CNE hecha por el proveedor informático Smartmatic tras la elección de la Constituyente.
El politólogo Nícmer Evans, crítico con el gobierno desde la izquierda política, asegura que la crisis sí ha golpeado al presidente Maduro, que ha visto recortada su base de apoyo a la mitad respecto a la del popular Chávez, que no tuvo que enfrentar una condición económica tan adversa.
"Ha readaptado sus estrategia a su propia condición tratando de desmovilizar al a oposición para ponerla en sus propios niveles", le dijo Evans a BBC Mundo. En ese sentido estarían las irregularidades del CNE denunciadas por la oposición.
La clave de esa estrategia habría sido el amplio triunfo opositor en las legislativas de 2015 con un 74% de participación, 13 puntos más que el domingo.
El debe opositor
Y eso es parte del debe de la oposición, que aún no presentó pruebas concretas del fraude que denuncia.
El diputado opositor José Guerra admitió "trampas", pero amplió este lunes los motivos de la derrota.
"En 2004 hablamos de fraude y nos hicimos el harakiri. Hubo irregularidades de todo tipo. Nos derrotamos nosotros mismo. Nosotros perdimos votos por la abstención", dijo Guerra.
Evans le critica a la MUD que no haya incluido en la estrategia de oposición al chavismo crítico con el madurismo del que él forma parte, mientras que Torrealba, muy presente en el éxito electoral de 2015, critica la pérdida de una estrategia y una dirección coral y que se hayan planteado como soluciones la lucha de calle y luego las elecciones, lo que ha confundido a sus seguidores.
"Nadie puede apoyar a un liderazgo que no sabe lo que quiere", afirmó crítico Torrealba.
¿Adelanto electoral?
El triunfo electoral del domingo podría llevar a una delante de las presidenciales, previstas para dentro de un año.
Pero Torrealba advirtió que la oposición en un evento presidencial puede recuperar caudal político. "El gobierno está jugando a una popularidad de la que en realidad carece", dijo.
El opositor cree que la situación económica y social se puede agravar y con ello el rechazo al presidente Maduro, alto según las encuestas.
"Los elementos sustanciales del descontento contra el proyecto madurista siguen estando vigentes", dijo Torrealba.
No lo da por hecho tampoco Velasco. "Esta enorme victoria no quiere decir que se traduce a una presidencial automáticamente. Nos queda por delante mucho trabajo de calle", dijo la activista, que ya piensa en la próxima gran cita del chavismo.