La Policía de Sri Lanka confirmó este miércoles que el número de muertos tras los ataques a varias iglesias y hoteles de la nación asiática aumentó a 359 fatalidades.
El jefe de Policía de la isla, Ruwan Gunasekera, dio a conocer el nuevo número, aunque no ofreció más detalles.
Tres iglesias y cuatro hoteles de lujo en diferentes ciudades de Sri Lanka fueron atacadas este domingo con ocho bombas en total, causando la muerte de nacionales y turistas.
Hasta este miércoles la cifra de muertos ascendía a 321, mientras que más de 500 personas habían sido reportadas como heridas.
En las iglesias atacadas se habían reunido miembros de la religión cristiana ?una de las minorías religiosas del país? para la celebración de Pascua.
Los sucesos de este fin se semana ya han sido calificados como uno de los mayores ataques extremistas en el mundo desde el 11 de septiembre de 2001.
Estado Islámico asume responsabilidad
Más de dos días después de los atentados, el autodenominado grupo Estado Islámico (EI) aceptó la responsabilidad de los ataques.
El grupo publicó un breve mensaje en Amaq, su medio de comunicación oficial, asegurando que siete de sus "combatientes" habían puesto las bombas.
Aunque el texto es parecido al que EI ha usado a la hora de adjudicarse otros atentados, no existe aún suficiente evidencia que demuestre su participación, han dicho las autoridades de Sri Lanka.
Autoridades del país han señalado al grupo islamista National Thowheed Jamathla como el principal sospechoso. El primer ministro, Ranil Wickremesinghe, ha dicho que tienen evidencia de que los perpetradores recibieron "ayuda externa".
Alrededor de 60 personas están bajo custodia de las autoridades, que continúan esclareciendo los hechos.
En los últimos años, desde el fin del conflicto interno en el país en 2009, se han presentado casos esporádicos de violencia, como ataques perpetrados por miembros de la mayoría budista cingalesa contra mezquitas y otros edificios de propiedad de musulmanes.
Debido a esto se declaró el estado de emergencia en marzo de 2018.
La guerra interna acabó con la derrota de los tamiles, que habían luchado durante 26 años por la independencia de esta minoría étnica.