Aborto en Argentina: 3 claves que explican por qué esta vez sí se aprobó la ley
El aborto se convirtió en ley en Argentina.
El país se suma así a un pequeño grupo de la región conformado por Uruguay, Cuba, Guyana, Guayana Francesa, Puerto Rico y algunas zonas de México, donde se permite en la actualidad que las mujeres soliciten un aborto legal.
El Senado Argentino aprobó el proyecto de ley enviado por el presidente, Alberto Fernández, que permite el aborto en las primeras 14 semanas de gestación y obliga a las entidades de salud a practicarlo si es necesario, incluso si alguno de sus médicos se declara en objeción de conciencia.
La votación sobre el proyecto, extendida hasta altas horas de la madrugada de este miércoles, se resolvió con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención. En las calles esperaban cientos de miles de ansiosas mujeres.
La legislación vigente sobre el aborto en Argentina fue promulgada en 1921. Como en otros países, era permitido en dos causales: violación y riesgo de salud para la mujer.
Un estudio comisionado por el Ministerio de Salud en 2005 estimó que en Argentina se realizan entre 350.000 y 500.000 abortos clandestinos al año, una cifra que según las autoras del informe no ha cambiado.
Los últimos datos de ese mismo Ministerio muestran que en 2018 se registraron 35 muertes de mujeres embarazadas a causa de abortos mal hechos.
Aquí tres claves que explican la victoria del sí tras décadas de presión e intentos fallidos del movimiento feminista argentino.
1. El apoyo del presidente
En las últimas dos décadas, la legalización del aborto ha sido contemplada hasta ocho veces en Argentina.
Pero este año fue la primera vez en la historia que el proyecto no vino de un partido de oposición, sino del Ejecutivo al mando del presidente Alberto Fernández.
"La criminalización del aborto de nada ha servido, solo ha permitido que los abortos ocurran clandestinamente en cifras preocupantes", dijo el mandatario en noviembre, cuando envió el proyecto de ley al Congreso.
Fernández fue designado por Cristina Kirchner como candidato del peronismo en las elecciones de 2019. La inesperada movida, en busca de la unión de la fuerza política mas importante del país, dejó sin chances a la reelección del entonces presidente en ejercicio, Mauricio Macri.
Fernández prometió en campaña el envío de esta ley del aborto al Congreso y, según medios locales, puso todas sus fuerzas para que se aprobara.
Aunque el peronismo tiene una mayoría simple en ambas cámaras del legislativo, la disciplina partidaria no suele aplicar en votaciones tan sensibles como el aborto: peronistas del norte del país, por ejemplo, representan a electorados muy conservadores más reacios a apoyar un voto a favor.
Sin embargo, el hecho de que fuera enviado desde la Casa Rosada por un presidente con fama de conciliador le dio al proyecto del aborto un impulso determinante.
2. La influencia de la marea verde
El movimiento feminista en Argentina es uno de los más veteranos de América Latina y pionero en leyes como el voto femenino, la igualdad de derechos y la protección de los niños.
Durante la última década, esa tradición política dio con manifestaciones como Ni una menos, un movimiento en contra de los feminicidios y la violencia de género que dio la vuelta al mundo y allanó el camino para organizaciones similares en varias capitales de Latinoamérica.
Con eso, en Argentina se crearon asambleas, congresos y movimientos con todo tipo de matices que convirtieron el feminismo en un movimiento político heterogéneo, complejo y, sobre todo, relevante.
En los últimos años la despenalización del aborto se convirtió en la bandera más importante del movimiento. Tanto es así que el color verde a favor del aborto se volvió parte imprescindible para la simbología del feminismo latinoamericano.
Lo que empezó con manifestaciones masivas en la calle ha adquirido ahora experiencia política, habilidad mediática y fuerza en el entramado del poder argentino.
Hace dos años, cuando la legalización del aborto se tomó la agenda argentina, las líderes de estos movimientos adquirieron notoriedad nacional y capacidad de influencia sobre congresistas.
Aunque en ese momento la ley fue rechazada en el Senado por siete votos, la experiencia quedó y fue utilizada en este 2020, y ya no solo con presión mediática y callejera, sino legislativa.
3. El cambio de legisladores clave
En este tipo de votaciones suele haber diferencia entre las cámaras baja y alta del Congreso porque la representatividad del Senado no es correspondiente a la población, resultando en que las provincias menos pobladas del norte, y tradicionalmente conservadoras, están sobrerrepresentadas en el Legislativo.
Por eso, una parte de la victoria del aborto se debió a que algunos senadores clave que antes votaron en contra cambiaron su voto.
En 2018, la ley ganó por 4 votos en Diputados y perdió por 7 en Senado. En 2020 ganó por 14 en Diputados y por 9 en el Senado.
Los senadores argumentaron haber cambiado su parecer con argumentos como "Me he dado cuenta de que la ley no obliga a abortar", como dijo Sergio Leavy, de la conservadora provincia de Salta.
La diputada Flavia Morales, por su parte, de la provincia de Misiones, explicó hace dos semanas: "Desde la votación de 2018 he reflexionado, he analizado. La penalización no logra evitar que muchas mujeres realicen esta práctica y más aún en la clandestinidad. En efecto, la intervención del Estado, en este momento, es fundamental".
Se trata de un cambio lento de mentalidad en algunos legisladores que inició hace años y tuvo como protagonista en 2018 a la expresidenta Cristina Kirchner, quien se oponía al aborto pero ese año votó a favor porque, según dijo, su hija le "convenció".
Según un estudio publicado en noviembre por la encuestadora Ipsos, la población argentina ha ido en esa tendencia durante los últimos seis años: la cifra de argentinos que apoyan el aborto en ciertas circunstancias pasó de 64% a 75% entre 2014 y 2020.
Y un 35% los argentinos aprueban un aborto libre en cualquier situación, la cifra más alta disponible en la región.
La llamada "revolución de las pibas" parece imparable.