A veces, la opción más obvia lo es por una razón.
Kamala Harris era una de las favoritas a convertirse en la compañera de candidatura para la Casa Blanca de Joe Biden desde el momento en que éste anunció en marzo que escogería a una mujer.
Harris era una opción segura y práctica.
Y ahora también está en posición de convertirse en su heredera natural en el Partido Demócrata: ya sea dentro de cuatro años porque Biden pierda las elecciones este noviembre, o porque gane y no se presente a la reelección en 2024; o en ocho años si Biden gana y cumple dos mandatos.
Eso es por lo que quizá pareció haber tantos intentos de rebajar su ego o fomentar a otras candidatas durante el pasado mes.
Kamala Devi Harris
- Nació el 10 de octubre de 1964, en Oakland, California.
- Hija de inmigrantes: su madre nació en India y su padre en Jamaica.
- Fue fiscal de distrito de San Francisco y fiscal general de California, la primera mujer negra y asiático-estadounidense en conseguirlo.
- Es senadora por el estado de California.
- Se presentó a la carrera para la candidatura demócrata a la presidencia en 2019, pero se retiró por falta de apoyo.
- Residencia actual: entre Los Ángeles y Washington.
Esta fue, de hecho, la primera batalla para la futura nominación presidencial demócrata y Harris -cuyas ambiciones son claras- ha dado un paso en la competición.
Pero evaluar los futuros nominados demócratas es una batalla para otro día. La cuestión acuciante para el partido en este momento es cómo Harris puede ayudar a Biden a conquistar la Casa Blanca.
He aquí tres fortalezas que aporta a la candidatura y, quizá, algunas preocupaciones que los demócratas pueden tener y que podrían beneficiar a Donald Trump.
Fortalezas
1- Diversidad
Por decirlo claramente, el Partido Demócrata actual no se parece en nada a Joe Biden.
La formación es joven y étnicamente diversa.
Era una cuestión crecientemente obvia que la presunta candidata a la vicepresidencia tenía que ser alguien joven y, bueno, menos blanca para tener una fórmula presidencial que reflejara a la gente que va a votar por ella.
Harris, cuyo padre nació en Jamaica y su madre emigró a Estados Unidos desde India, cumple a la perfección con este requisito.
Se ha convertido tanto en la primera mujer negra como la primera asiática-estadounidense en estar en una candidatura presidencial de un gran partido.
Y pese a que a sus 55 años no es precisamente joven, comparada con los 77 años de Bien, Harris es absolutamente vivaz.
El martes por la tarde, antes de que fuera anunciada como la elegida por Biden, Harris tuiteó sobre la necesidad de diversidad en los puestos de liderazgo del partido.
"Las mujeres negras y de color han estado infrarrepresentadas en cargos electos, y en noviembre tenemos una oportunidad de cambiar eso", escribió.
https://twitter.com/KamalaHarris/status/1293235247119831044
Resulta que Harris podría ser directamente responsable de parte de ese cambio.
2 - Agresividad
Uno de los roles tradicionales de un vicepresidente como compañero de candidatura es "ensuciarse" con la oposición.
Mientras que la persona que lidera la candidatura toma la vía rápida, retóricamente hablando, el "número dos" se rompe los nudillos con la oposición.
Por ejemplo, en 2008, Sarah Palin, la compañera de fórmula presidencial de John McCain (republicano), estuvo más que a la altura de su apodo, Sarah "la barracuda".
Y si esta es una tarea que recae sobre Harris, su historial sugiere que no defraudará.
Biden sin duda recuerda que Harris fue contra él durante el primer debate de las primarias demócratas en julio de 2019, criticando su oposición al busing, los planes de transporte y distribución de niños por escuelas públicas que trataba de corregir la segregación en los años 70.
Harris también ha demostrado ser una interrogadora agresiva y decidida durante su periodo en el Senado estadounidense.
Donald Trump claramente lo recuerda: este martes, manifestó que pensaba que Harris fue "extraordinariamente desagradable" con su segundo nominado al Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh.
A Trump puede que no le guste, pero "desagradable" puede que sea precisamente lo que esté buscando Biden para estas elecciones.
3- Estabilidad
Una de las cosas que los políticos que han competido en la carrera por un puesto público nacional han repetido una y otra vez es que es imposible entender la intensa presión que crean las campañas hasta que uno ha estado envuelto en una de ellas.
Pese a que el intento de Harris hacia la Casa Blanca en 2020 fue infructuoso y se retiró antes que la mayoría de sus competidores, le sirvió para sentir la presión de estar bajo tal escrutinio.
Cuando lanzó su campaña frente a decenas de miles de seguidores en enero de 2019, Harris fue tratada como una candidata presidencial de primer nivel.
Durante un tiempo en julio, tras su primera y fuerte participación en el debate, se alzó hasta los primeros puestos de las encuestas.
Harris ha pasado por el fuego, al menos por un tiempo, y sabe de lo que se trata. Si tuviera graves -y grandes- muertos escondidos en el armario, habrían salido a la luz ya.
Dado que ya ha perseguido la presidencia, no es imposible que muchos estadounidenses la imaginen como presidenta algún día.
La senadora por California puede no haber sido la candidata más dinámica en la campaña de las primarias demócratas en 2019, y sin duda alguna no fue ni de cerca la más exitosa, pero en este momento tiene notoriedad.
Y, para Biden, que lidera las encuestas, cuanto menos sorpresas durante la campaña hacia la Casa Blanca, mejor.
Inconvenientes
1- "Harris es policía"
Harris tiene el mayor historial en el ámbito de la ley y el orden que casi cualquier otro contendiente para el puesto de vicepresidente.
Dada la reciente oleada de protestas contra la brutalidad policial y las alegaciones de racismo institucional en los cuerpos de seguridad, el currículum de Harris podría dar que pensar a algunos progresistas en el seno del Partido Demócrata.
Sin duda alguna, lo hizo durante la campaña presidencial de Harris, cuando la frase "Harris es policía" se convirtió en una acusación burlona contra la senadora por California en más de una ocasión.
Tanto como fiscal de distrito de San Francisco y como fiscal general de California, Harris se puso del lado de la policía frente a los sospechosos, incluso en casos en los que estos pudieron haber recibido una condena injusta.
Pese a que ha manifestado su oposición personal a la pena de muerte, Harris ha apoyado su uso mientras estuvo en el poder.
Ser una dura luchadora contra el crimen puede ser un atributo atractivo para los votantes independientes y de tendencia más conservadora en las elecciones presidenciales, pero si ese apoyo se produce a costa del entusiasmo de parte de la izquierda respecto a la candidatura Biden-Harris, entonces podría no tener un impacto positivo.
Desde la muerte de George Floyd, Harris ha alzado la voz abogando por la reforma del sistema policial, lo que le ha valido las alabanzas de algunos progresistas. Pero puede decirse con certeza que aún albergan dudas.
2- Valores cambiantes
Al principio del artículo, mencionaba la campaña presidencial de Harris como un punto a su favor.
Pero también hay otra cara de la moneda. Su campaña, pese a que empezó con entusiasmo y tuvo sus momentos destacados, también mostró serias fallas, algunas de ellas relacionadas con la propia candidata.
Pese a que Harris tiene un historial prácticamente moderado como senadora y fiscal general, trató de moverse hacia la izquierda durante la campaña.
Apostó por la educación superior gratuita, el plan contra el cambio climático Green New Deal y, por ejemplo, se mostró a favor de un sistema sanitario universal, pero nunca sonó del todo convencida al respecto.
En concreto, Harris tropezó con la pregunta sobre si los seguros privados de salud deberían ser prohibidos, un extremo acogido con agrado por los progresistas, pero que escandaliza a muchos moderados.
"Eliminemos todo eso", dijo de una forma aparentemente simplista durante una entrevista. "Vayamos hacia delante".
En estos tiempos que corren, la sentencia de muerte para los políticos es parecer demasiado político: ser percibido como dispuesto a cambiar tus valores y creencias en base a lo que los votantes quieran.
La sinceridad, o al menos la apariencia de ello, es una virtud que los votantes premian, y parte de las razones por las que Donald Trump se convirtió en presidente.
Pese a que sus seguidores no siempre estaban de acuerdo con él, sentían que decía lo que pensaba.
El giro de Harris de moderada hacia una posición más izquierdista y, ahora, de nuevo, de vuelta a la moderación, quizá puede dejar a algunos votantes confusos sobre cuáles son realmente sus valores.
O si es que los tiene.