Australia reveló este lunes sus planes para reducir el número de inmigrantes que llegan al país, con el objetivo de frenar la afluencia pospandémica y actuar frente al descontento en los votantes por el aumento del costo de vida.
El gobierno laborista de centroizquierda australiano anunció una serie de medidas que dificultan el ingreso de migrantes en general, desde estudiantes extranjeros hasta trabajadores poco calificados, entre las que están la inclusión de requisitos más estrictos sobre el idioma inglés y umbrales salariales más altos.
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El año pasado, aproximadamente medio millón de inmigrantes temporales ingresaron a Australia, en lo que se catalogó como un auge de la pospandemia luego de años de fronteras cerradas.
El gobierno confía en que sus reformas contengan la cifra a alrededor de 250.000 inmigrantes en el periodo 2024-2025.
"Vamos a asegurarnos de que las cifras vuelvan a estar bajo control", afirmó la ministra del Interior, Clare O'Neil.
Pese a disfrutar de tasas de empleo casi récord, los australianos están cada vez más frustrados por el aumento de los precios y un exuberante mercado inmobiliario.
O'Neil enfatizó que la inmigración es esencial para la prosperidad de Australia y describió a los trabajadores extranjeros como la "salsa especial" que hizo grande a Australia.
Sin embargo, prometió "construir un sistema mejor planificado en rubros esenciales como la vivienda".
Los precios de alquiler en algunas zonas de Sídney y Melbourne han aumentado alrededor de un 25 por ciento en el último año.
El líder conservador de la oposición, Peter Dutton, ha acusado al gobierno de contar con un "enorme programa de migración".
"Nuestras ciudades están llenas, las vías congestionadas, la infraestructura no va a la par", dijo a comienzos de este mes y sugirió que debía recortarse el número de inmigrantes.