Aumenta la presión para iniciar un proceso de destitución contra Trump
El concepto impeachment (destitución) comienza a repetirse en distintas conversaciones políticas en Estados Unidos, motivadas por las decisiones de Donald Trump en las últimas semanas, como despedir al director del FBI, James Comey, compartirle a Rusia información clasificada sobre terrorismo o la supuesta solicitud que le hizo a Comey de abandonar la investigación sobre el ex asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, por sus vínculos con Moscú.
El lunes, a próposito de la intempestiva salida de Comey, el congresista demócrata por Texas, Al Green, hizo un primer llamado a un juicio político. Adujo obstrucción a la justicia, debido la especulación que lo hizo para protegerse de la investigación del FBI por las relaciones entre Rusia y la campaña del mandatario durante las elecciones.
De acuerdo al legislador, de ser ciertas esas revelaciones, se permitiría juzgarlo por "crímenes y delitos graves", como lo indica la Constitución.
De la misma idea son otros demócratas como el senador Richard Blumenthal y el representante John Yarmuth.
A ellos se suma David Gergen, un ex asistente de Richard Nixon y Bill Clinton, quien en una entrevista el martes en CNN manifestó que "estamos en el territorio del impeachment".
"El cargo de obstrucción a la justicia fue el número uno contra Nixon, el que lo derribó. Lo mismo con Clinton", agregó.
Mientras Clinton fue llevado a juicio político en 1998, por el escándalo de Mónica Lewinsky. Nixon renunció antes de que se aprobará el proceso en su contra por el caso Watergate. El otro presidente que debió enfrentar uno fue Andrew Johnson, en 1868.
Tanto Clinton como Johnson resultaron absueltos.
El caso más llamativo de los que se abren a la idea es el de Justin Amash, el primer republicano -el partido de Trump- en plantearse la opción.
Consultado por el sitio The Hill, dijo que "si el memo de Comey resulta ser cierto, sí, debería someterse a un impeachment. Pero en este país todos merecen un juicio justo. ¿Si le creo más al presidente o a Comey? Está bastante claro que a Comey".
Un conspicuo republicano como John McCain, también crítico de la actual administración, ha comparado la actual situación con Watergate. Sin embargo, no llegó a hablar de destitución. No por ahora, al menos.
La posibilidad cuenta con un considerable apoyo ciudadano, que se ha manifestado a través de las encuestas, donde le dan un 48 por ciento de respaldo a la posibilidad, y de una web que pide un juicio político a Trump, la que ya tiene más de un millón de firmas.
En el pasado, también se armó un sitio que solicitaba la destitución de Barack Obama, el que llegó a reunir más del doble de las peticiones actuales, y se produjo una fuerte campaña contra George W. Bush, que tampoco llegó a destino.
¿De qué se trata el proceso?
El artículo II de la Constitución considera la destitución del presidente "por traición, soborno u otros crímenes y delitos graves".
El proceso de destitución debe ser apoyado, en primer término, por la Cámara de Represenantes que, tras certificar la veracidad de las imputaciones, somete a voto el caso y cuya aprobación requiere de una mayoría simple entre los 435 congresistas para ser aprobada, es decir, 238, justo la cantidad que está con el presidente.
Recién ahí, el juicio político avanza al Senado, donde se requiere del voto a favor de dos tercios de sus 100 miembros para remover al inquilino de la Casa Blanca.
En un escenario en que las dos cámaras del Congreso se encuentran dominadas por los republicanos, son más los analistas que consideran inviable que Trump sea sometido a juicio, más allá que su popularidad sea del 40 por ciento.
Pero antes que todo eso, se debe ver cuál sería la razón para solicitar el proceso, algo que por ahora no está tan claro.
La supuesta filtración a Rusia no tiene tanta fuerza, pues se considera que el mandatario tiene la potestad de compartir información.
El escenario cambiaría si es que se confirma que su decisión de despedir al director de la FBI estuvo motivada en cerrar la investigación que lleva a cabo para saber si el gobierno de Vladimir Putin influyó en las elecciones y si la campaña de Trump lo sabía o si realmente le pidió a Comey no perseverar sobre Flynn, lo que se traduciría en cargos de obstrucción a la justicia y pondría a Trump en una posición mucho más delicada.