Así fue el primer encuentro entre Trump y Putin en el G20
AFP
Donald Trump y Vladimir Putin se estrecharon por primera vez la mano este viernes pocas horas antes de su esperado cara a cara en el G20 de Hamburgo, en un ambiente eléctrico por su desconfianza mutua pero también por los enfrentamientos entre policía y manifestantes que bloquean la ciudad alemana.
"Se estrecharon la mano y dijeron que se reunirían a parte y se verían pronto", dijo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, antes de una reunión bilateral prevista a las 13H45 GMT en la ciudad alemana.
El esperadísimo encuentro Trump-Putin tiene lugar en una ciudad tomada por las fuerzas de la policía.
El mandatario estadounidense también tiene previsto reunirse con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto durante la jornada.
Tras la masiva manifestación del jueves, en la que más de 111 policías resultaron heridos leves en los enfrentamientos y en las que hubo 29 detenciones, este viernes estallaron nuevos altercados, con el centro de la ciudad totalmente bloqueado.
El presidente ruso aterrizó el viernes en esta ciudad del norte de Alemania, donde hasta el sábado se reúnen los miembros del G20 (19 países más la Unión Europea), un foro internacional de las principales economías industrializadas y emergentes.
Trump lo hizo el jueves, procedente de Polonia, donde en un esperado discurso reiteró su apoyo a la OTAN, e hizo críticas inusualmente duras contra Rusia.
"Espero con interés todas las reuniones de hoy con líderes mundiales, incluyendo mi reunión con Vladimir Putin. Hay mucho de que hablar", tuiteó Trump este viernes.
El encuentro pondrá sobre la mesa cuestiones como el conflicto en Ucrania o la guerra en Siria, en un contexto de desconfianza mutua.
"La segunda visita a Europa [de Trump] se puede resumir en una palabra: Putin", afirma Derek Chollet, del German Marshall Fund of the United States, que asegura que a ambos líderes no les gusta perder y "se sienten más cómodos en la intimidación".
Todos las miradas estarán puestas también en los detalles de dos personalidades fuertes, una relación marcada, según el analista, "por el contraste entre dos tipos distintos de machismo"
La reunión tendrá además un formato excepcionalmente reducido, en el que Trump irá solo acompañado del secretario de Estado Rex Tillerson y de un traductor, confirmó a la AFP una fuente de la Casa Blanca.
"A Putin le gustan las reuniones con poca gente. Esto significa que la Casa Blanca está dejando que el Kremlin imponga sus condiciones", lamentó el exembajador estadounidense en Rusia, Michael McFaul.
Interferencias rusas
Más allá de las cuestiones geopolíticas, como la reticencia de Moscú a la extensión de la OTAN a sus puertas, las relaciones entre la Casa Blanca y el Kremlin se complican también por las acusaciones de que Rusia interfirió en las presidenciales estadounidenses de 2016 y por las posibles conexiones rusas de sus allegados.
"Creo que pudo ser perfectamente Rusia [quién influyó en en las elecciones]. Pienso que también pudo haber otros países", dijo Trump el jueves en Varsovia.
En la mesa también estará la crisis norcoreana, agravada por el lanzamiento el martes por el régimen comunista de Pyongyang de un misil intercontinental capaz, según los expertos estadounidenses, de alcanzar Alaska.
El G20 en Hamburgo es uno de los más tensos de los último años por las posiciones de Trump, que le alejan de muchos de sus pares en cuestiones clave como el clima o el libre comercio.
"Naturalmente no vamos a esconder nuestras diferencias, al contrario, vamos a llamarlas por su nombre porque hay divergencias de opinión en algunas cuestiones esenciales", advirtió el jueves la canciller alemana Angel Merkel, anfitriona del encuentro.
El clima es uno de los grandes desacuerdos de mucho países con Washington, sobre todo desde que Trump decidió abandonar el histórico pacto de París contra el cambio climático porque lo considera nocivo para su economía. Tampoco gustan, sobre todo en Europa, sus posiciones proteccionistas.
En Hamburgo los líderes mundiales tendrán que lidiar además con un ambiente eléctrico, con el centro de la ciudad está en estado de sitio por el despliegue de casi 20.000 policías venidos de toda Alemania para evitar la violencia de las numerosas marchas convocadas hasta que termine la cumbre.
"Hace una semana que oímos los helicópteros continuamente, los autobuses no funcionan, la gente deja sus coches en el garaje y por primera vez en Alemania tengo que llevar mi pasaporte conmigo cuando salgo" dice Benjamin Laub, de 53 años, que describe su barrio como una "zona de guerra"