Artillería sin detonar, el mortífero legado de las guerras de Irak
En la aldea de Hasan Jalad, en el norte de Irak, casi todas las familias tienen una historia que contar sobre un hijo, un sobrino o un hermano fallecido por la artillería abandonada en tiempo de guerra y que no ha estallado.
Ubicada cerca de Mosul, antiguo bastión del grupo yihadista de Estado Islámico, la zona está repleta de artefactos sin explotar.
"Tenemos miedo por los niños", asegura un vecino, Awad Qado. "Les enseñamos qué caminos tomar, qué lugares evitar. Les decimos que no agarren las cosas que encuentran en el suelo", explica.
Aun así, en 2017, la familia de Qado fue golpeada por una mina en esta aldea de apenas 50 casas. Dos sobrinos de este hombre murieron mientras se ocupaban del ganado. Su hijo resultó herido y un hombre perdió las piernas.
En todo Irak, alrededor de cien niños murieron o resultaron heridos entre enero y septiembre debido a municiones abandonadas por el conflicto, según Naciones Unidas.
En un país con una de las mayores "tasas de contaminación" por artefactos sin detonar, una de cada cuatro personas está expuesta a este riesgo, aseguran oenegés.
Son la mortífera herencia de los sucesivos conflictos de Irak: la guerra con Irán en 1980, la invasión de Estados Unidos en 2003 y el combate contra Estado Islámico (EI) en 2017.
En el área alrededor de Hasan Jalad se encontraron más de 1.500 explosivos en solo un año, asegura Alaa al Din Musa, jefe de operaciones de la compañía privada de desminado GCS.
"En esta región, cada casa tiene una historia", asegura. "Muchos niños han muerto. Cientos de animales han entrado en campos y han provocado explosiones", afirma.
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'Zonas urbanas contaminadas'
Pero eliminar los artefactos sin detonar es un trabajo meticuloso y además peligroso.
Los dispositivos que deben ser neutralizados son dejados en un área desierta con un cartel de advertencia que dice "PARE".
Tanto Mosul como la provincia de Anbar, en el oeste, están entre las zonas más afectadas, ya que fueron bastiones del grupo EI.
"Vemos mucha contaminación en zonas urbanas construidas", explica a la AFP, Pehr Lodhammar, jefe del Servicio de las Naciones Unidas de Actividades relativas a las Minas (UNMAS, por su siglas en inglés) en Irak.
El funcionario indicó que este fenómeno hace que sea mucho más difícil que las personas vuelvan a su hogares y retomen una vida normal.
En el país, hay cerca de 1,2 millones de personas desplazadas debido a los sucesivos conflictos.
Los enfrentamientos en las fronteras con Irán, Kuwait y Arabia Saudita han dejado munición y diversos artefactos sin explotar en estas zonas, según un informe de la oenegé Handicap Internacional, con sede en Francia.
"Irak es uno de los países más 'contaminados' con artefactos explosivos del planeta", según la organización, que estimó que hay más de 3.200 kilómetros cuadrados afectados y que 8,5 millones de personas viven expuestas a este peligro.
Los explosivos están "en cualquier lugar: enterrados, unidos a puertas, ventanas, disimulados entre los escombros o entre juguetes o electrodomésticos", dice el informe de Handicap Internacional.
'No puedo hacer nada'
Un desafío que es clave es la concienciación de las personas para que cambien su comportamiento frente al peligro.
Ghaith Qasid Ali, que trabaja con la empresa privada GCS, cuenta que las charlas en Mosul con niños y adultos han sido exitosas.
Por ejemplo, recuerda el responsable, unos niños que jugaban en un campo "vieron un proyectil y recordaron las fotos que el equipo les había enseñado y nos advirtieron".
Según Ali, la existencia de tanta munición abandonada es un verdadero obstáculo para la economía ya que la mayoría de los habitantes de esta localidad son granjeros.
Abdalá Fathi, de 21 años, es una de las víctimas. En 2014 perdió sus dos piernas, su mano izquierda y varios dedos cuidando su rebaño.
"Antes podía trabajar, pero ahora no puedo hacer nada (...) Me quedo en casa todo el día, ni salgo", afirma, tristemente, el joven.