Angela Merkel retoma la complicada tarea de formar gobierno
AFP
La canciller alemana Angela Merkel y el líder de los socialdemócratas Martin Schulz prometieron el domingo "una nueva política" en Alemania, al iniciar negociaciones para formar por fin un gobierno que saque al país del actual estancamiento político.
"No se puede seguir como antes, los tiempos cambiaron y esta nueva época pide una nueva política", declaró al concluir la primera jornada de discusiones en Berlín un responsable del Partido Social-Demócrata, Lars Klingbeil.
Habló en nombre de los tres partidos implicados en las negociaciones que deben durar hasta el jueves para determinar si pueden formar un gobierno de coalición entre su formación el SPD, los conservadores de la canciller (CDU) y sus aliados bávaros de la CSU.
Nuevo estilo
Estos partidos también llamaron a "un nuevo estilo político" en el país, cuyo paisaje político se vio transformado en las elecciones legislativas de septiembre por el avance de la extrema derecha, cuando el mal resultado de los partidos tradicionales impidió lograr una mayoría evidente en la cámara de diputados.
La canciller y su bando, el demócratacristiano, trataron en un primer momento de formar gobierno con los liberales y los ecologistas, pero no alcanzaron ningún acuerdo.
Merkel se declaró "optimista" el domingo sobre este nuevo intento con los socialdemócratas de Schultz.
"Llego a unas conversaciones que se abren con optimismo, aunque sea consciente del enorme trabajo que nos espera", declaró la canciller en Berlín.
Gobierno estable
Ahora sólo le queda a Merkel la opción de aliarse con el SPD, con el que ya gobernó en la anterior legislatura (2013-2017).
"Creo que podemos conseguirlo", dijo este domingo, afirmando que quería "un gobierno estable" frente a los desafíos internacionales y europeos.
"Debemos ponernos de acuerdo", declaró asimismo Horst Seehofer, presidente del partido conservador bávaro CSU, aliado de Merkel, a su llegada a las negociaciones.
Con todo, las consultas se auguran difíciles, especialmente por las divergencias entre el CSU, más a la derecha que la CDU de Merkel, y el SPD en lo que respecta a la política migratoria o a Europa.
La CSU bávara enfrenta una elección en su bastión regional en otoño y se arriesga a perder su mayoría frente al avance de la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD).
Sus dirigentes han pedido reiteradamente que se endurezca la política de acogida de solicitantes de asilo.
En cambio, el SPD desea que se flexibilice la política para los migrantes, en particular sobre el reagrupamiento familiar.
Europa
Europa constituye otra fuente de discordia, pues el jefe del SPD, Martin Schulz -expresidente del Parlamento Europeo- defiende la creación de unos "Estados Unidos de Europa" y apoya los proyectos de reforma de la eurozona del presidente francés, Emmanuel Macron, con un presupuesto propio y un ministro de Finanzas europeo.
Por su parte, la CDU de Merkel y la CSU se mostraron mucho más escépticos respecto a este tema. Todavía hay "muchas cosas por hacer", reconoció un negociador demócratacristiano, Volker Bouffier.
El SPD está por su parte muy dividido sobre qué hacer. Tras su derrota en las urnas, muchos de sus miembros preferirían una etapa en la oposición.
"El final sigue abierto para nosotros", señaló uno de los negociadores socialdemócratas, Michael Groschek. Lo que quiere decir que el SPD podría rechazar la oferta o solo aceptar un apoyo individual en el Bundestag, pero sin participar en un gobierno de Angela Merkel.
Tras los cinco días de consultas, los participantes decidirán si tienen suficientes puntos en común o no como para negociar una coalición.
Sin embargo, los militantes del SPD tendrán la última palabra durante un congreso extraordinario el 21 de enero. Así, aunque los dirigentes de los partidos hallen un acuerdo, nada garantiza que la base socialdemócrata vaya a validarlo.
Esta última teme que su partido se arriesgue a desaparecer, como le ocurre a sus homólogos franceses, si participan en un gobierno con los conservadores.
Un reciente sondeo da al SPD menos de un 20% en intención de voto, mientras que a principios de la década del 2000 tenía cerca del 40%.
Si las negociaciones fallan o si los militantes del SPD no dan su conformidad, a Merkel solo le quedaría la opción de un gobierno en minoría, con una débil capacidad de supervivencia. O convocar nuevas elecciones, de las que solo se beneficiaría la extrema derecha.