Este viernes (4.3.2016), horas después de que un tribunal turco nombrara a un fiduciario estatal para que dirigiera el diario “Zaman” –poniéndolo de facto bajo control del Gobierno–, la policía allanó la sede del periódico, el de mayor circulación en el país euroasiático. Usando gas lacrimógeno y tanques de agua para dispersar a quienes protestaban en Estambul contra esa moción, los agentes entraron a la fuerza en las dependencias de ese medio opositor, acusado de estar bajo la influencia del clérigo Fethullah Gülen, quien vive exiliado en Estados Unidos y es considerado el archienemigo político del presidente Recep Tayyip Erdogan.
Hizmet, el movimiento político liderado por Gülen –un antiguo aliado de Erdogan–, fue catalogado como una organización terrorista en Turquía. A Hizmet se le atribuyen intentos de derrocar al Gobierno y a algunos de sus seguidores se les imputa la práctica de escuchas telefónicas ilegales, entre otros delitos mediante los cuales se buscaría desprestigiar a altos funcionarios del estamento en torno al “hombre fuerte” de Ankara. “Zaman” tiene una tirada diaria de 850.000 ejemplares, según datos de 2015, y ediciones en varios idiomas. Las medidas tomadas este 4 de marzo afectan también a la edición de habla inglesa del diario, “Today’s Zaman”.
Antes de la redada, la organización no gubernamental Amnistía Internacional tachó de “ataque a la libertad de prensa” la decisión de poner el timón de “Zaman” en manos del Gobierno turco. “Atacando y haciendo acallar las voces críticas, el Gobierno del presidente Erdogan está avasallando los derechos humanos”, dijo Andrew Gardner, de Amnistía Internacional. Gardner agregó que todos los ciudadanos en Turquía tienen derecho a una prensa libre e independiente y a un poder judicial independiente. Está por verse cómo se pronuncia la Unión Europea (UE) sobre este episodio; no falta quien tema que Bruselas sea víctima de un conflicto de intereses.
Y es que este mismo viernes (4.3.2016), el bloque comunitario informó que estaba listo para entregar a Turquía las primeras ayudas económicas en el marco de un acuerdo para que Ankara frene el flujo de refugiados hacia Europa. El anuncio tiene lugar pocos días antes de una cumbre extraordinaria entre ambas partes sobre la cuestión migratoria. La UE otorgará los primeros 95 millones de euros del total de 3.000 millones prometidos en el pacto a pesar de la preocupación que existe porque Turquía no ha hecho aún lo suficiente para reducir la cifra de solicitantes de asilo que cruzan el mar Egeo desde Turquía para llegar a Grecia y desde allí al centro y norte de Europa.