Alianza del Pacífico-TPP: ¿conversaciones con un muerto?
El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) iba a ser un megabloque: un acuerdo de nuevo tipo en el comercio internacional entre Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
En 2009 se sumó al círculo de los interesados también Estados Unidos. Barack Obama había descubierto la importancia geoestratégica del bloque en surgimiento, también como oportunidad de plantarle cara a China en el área del Pacífico.
Luego vino Donald Trump. El TPP había sido presentado al Congreso para su ratificación entre la elección de Trump y su toma de posesión del cargo. Pero la ratificación se frustró. En vista de los planes contra el libre comercio del acérrimo antiglobalista Trump, el Congreso suspendió la votación. El 23 de enero de este año, Trump firmó un decreto presidencial que selló la salida de EE. UU. del TPP. El TPP, tal como estaba planeado, ya no existe.
Los días 14 y 15 de marzo, la Alianza del Pacífico (AP) se reúne en Viña del Mar con representantes de los países signatarios del TPP menos Estados Unidos. ¿Se trata de una reunión con un muerto? ¿O abre nuevas posibilidades? En todo caso, hay un tercero que se frota las manos con la decisión de Trump: China. Los chinos ya se ven como sustitutos de EE. UU. en lo que podría ser el mayor acuerdo comercial del mundo.
En todo caso, la Alianza del Pacífico –creada en 2011 por Chile, Colombia, México y Perú– se ha posicionado, en vista del calamitoso estado del MERCOSUR, como el más exitoso bloque comercial de América Latina. Un salto hacia el otro lado del Pacífico sería ahora la lógica consecuencia.
Los logros de la Alianza son innegables. La AP "ha logrado ya la circulación sin aranceles de más del 90% de los productos, flexibilizado las reglas de origen e integrado las bolsas de valores; además de otras iniciativas, favorables también para el desarrollo económico, tales como la eliminación de visados, compartir sedes diplomáticas, presentarse como 'marca' Alianza del Pacífico y promover la movilidad académica y las becas de estudios, dijo a DW Ana Soliz de Stange, investigadora del German Institute of Global and Area Studies, con sede en Hamburgo.
"La AP es una imagen de estabilidad y puertas abiertas a la inversión extranjera, lo que no puede decirse justamente del MERCOSUR. Básicamente, el MERCOSUR fue demasiado ambicioso y construyó una maraña institucional sin lograr sus objetivos. La Alianza del Pacífico ha sido, sobre todo, práctica; es una organización flexible que deja abierta las puertas a más proyectos conjuntos”, subraya la investigadora.
China y Corea del Sur: alternativas a EE. UU.
La AP ha logrado, además, aproximar a México a América del Sur. Algo que quizás no guste a Brasil, que, implícitamente, se ve como líder en la región. Pero, para la investigadora del GIGA, "la competencia por el liderazgo en América del Sur entre Brasil y México ha perdido intensidad en los últimos tiempos, debido, sobre todo, a los enormes problemas internos con los que se ve confrontado actualmente el Gobierno brasileño”.
Además, en vista de las amenazas de Trump contra México, es un buen momento, no solo para olvidar las rencillas internas latinoamericanas, sino para dar un salto hacia la otra orilla del Pacífico. "Los países de la AP han incrementado constantemente sus lazos con Asia, no sólo como bloque de la AP, sino también alguno de ellos como miembros del APEC. Las políticas proteccionistas de Estados Unidos probablemente harán virar aún más las miradas latinoamericanas hacia Asia y viceversa”, dice Soliz de Stange.
No puede extrañar entonces, que el diálogo en Viña del Mar con los signatarios del TPP menos Estados Unidos puedan ser algo más que conversaciones con un muerto. "Creo que podría vislumbrarse un pacto alternativo al TPP en donde se integraran además China y Corea del Sur. Con el retiro de Estados Unidos, el TPP, tal como estaba planeado originalmente, murió antes de nacer; sin embargo, abre la posibilidad a un pacto alternativo en donde China podría integrarse e incrementar su liderazgo global”, concluye la investigadora.