AFP
Un año después del atentado con un camión contra un mercadillo navideño en Berlín, Alemania rinde homenaje este martes a sus víctimas, mientras se pregunta si el peor ataque jamás cometido en el país se hubiera podido evitar.
El atentado del 19 de diciembre de 2016, cometido por el tunecino Anis Amri, de 24 años, y reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), dejó 12 muertos y un centenar de heridos.
Muchos alemanes siguen convencidos de que el ataque hubiera podido evitarse y la canciller Angela Merkel ha estado en el blanco de las críticas por haber esperado un año, hasta el lunes, para recibir a los familiares de los fallecidos.
Varias ceremonias se organizaron para este martes en la plaza en la que se ubica el mercadillo navideño, la Breitscheidplatz, donde se homenajeará a los fallecidos, de seis nacionalidades: alemana, polaca, italiana, checa, israelí y ucraniana.
Por la mañana, el presidente, Frank-Walter Steinmeier, ofrecerá un discurso, antes de que Merkel inaugure un monumento frente a la Iglesia del Recuerdo, cuyo campanario, parcialmente destruido durante la Segunda Guerra Mundial, domina sobre la plaza.
El monumento tiene la forma de un desgarro dorado de 14 metros de largo situado sobre las escaleras que conducen a la iglesia, como si fuera una cicatriz. Tiene grabado el texto: "En recuerdo de las víctimas del ataque del 19 de diciembre de 2016. Por una vida armoniosa entre todos los seres humanos".
Por la noche, se celebrará un rezo ecuménico, hora precisa del atentado, se iluminará un mar de velas. Las campanas repicarán durante 12 minutos.
Esperar 'otros atentados'
Este año, se estableció un importante dispositivo de seguridad para ese mercadillo navideño y para muchos otros del país, incluyendo la colocación de bloques de hormigón para impedir el paso de vehículos.
Días antes de la ceremonia, los tenderos afirmaban seguir consternados por el ataque.
"Esos bloques de seguridad que están por todas partes te recuerdan lo que pasó aquí el año pasado", declaró Degmar Blume, de 56 años, venida desde Brunsweick, en el centro de Alemania.
"No se puede hacer nada, la única solución es seguir viviendo como antes, intentando ser feliz", consideró la holandesa Miriam Greeve.
Y a la polémica generada por la actitud de la canciller respecto a las víctimas, se suma la suscitada por las supuestas negligencias cometidas por las autoridades.
Varios informes de investigación apuntaron errores cometidos durante la supervisión de Anis Amri, un individuo que había sido identificado antes del atentado como un islamista peligroso y un traficante de drogas.
Amri llegó a Alemania en 2015, cuando llegaron cientos de miles de migrantes al país, y logró obtener con total impunidad numerosos documentos de identidad provisionales al presentar diferentes solicitudes de asilo con nombres distintos.
Las autoridades también lo hubieran podido detener cuando descubrieron que comerciaba con estupefacientes.
Por otro lado, y pese haber sido identificado como un islamista peligroso, Amri solo estuvo vigilado entre semana, por falta de presupuesto.
Además, los informadores de la policía y de los servicios de inteligencia habrían advertido que el joven tenía pensado pasar al acto, según una investigación publicada el domingo por el diario Die Welt.
El jefe de los servicios de inteligencia interior, Hans-Georg Maassen, declaró la semana pasada que 1.900 individuos residentes en Alemania son sospechosos de tener vínculos con el movimiento yihadista, pero que es imposible vigilarlos a todos.
"Debemos partir de la base de que puede ocurrir otro atentado. Es una situación agobiante", dijo a la agencia de prensa alemana DPA.