Por AFP
El partido del presidente Daniel Ortega arrasó en las elecciones municipales de Nicaragua marcados por actos de violencia con cinco muertos, una alta abstención y la ausencia de la "verdadera oposición", que se marginó alegando desconfianza en el sistema electoral.
El Consejo Supremo Electoral (CSE) en el tercer informe dio al izquierdista Frente Sandinista (FSLN) 135 alcaldías, incluyendo la mayoría de las 17 cabeceras departamentales, con 1.324.067 (68,23%) de votos obtenidos en las elecciones del domingo y con el 98,76% del total escrutado en las 13.206 mesas.
Entre los partidos de derecha, el Liberal Constitucionalista (PLC) con 315.132 votos (16,33%) ganó 11 alcaldías y Ciudadanos por la Libertad (CXL), 184.321 sufragios (9,52%) se quedó con seis cargos edilicios.
Aún faltan por escrutar 163 urnas que no va a incidir notablemente en los resultados, dijo el presidente del CSE, Roberto Rivas en rueda de prensa.
En la madrugada del lunes se reportaron hechos de violencia que dejaron cinco muertos, 11 heridos y daños en la propiedad en comunidades remotas del Caribe, el norte y sureste del país, según denuncias de partidos y organismos de observación electoral.
Dos de las víctimas pertenecen a la agrupación indígena Yatama del Caribe; dos al partido de derecha Ciudadanos por la Libertad (CxL) de Yali y uno al Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Wiwilí.
El consorcio de observación Panorama Electoral, no autorizada por el CSE, en su informe de incidencias durante los comicios tenía registro de cuatro de las muertes ocurridas y 11 heridos de bala y morteros en distintos sitios, además de una mujer embarazada desaparecida en San Miguelito (Río San Juan).
La policía aún no se ha pronunciado sobre estos hechos denunciados.
Los incidentes se produjeron en la madrugada del lunes, después de que el Consejo Supremo Electoral (CSE) publicara los resultados de los comicios del domingo.
Sandinistas afianzan su poder
La capital, gobernada desde hace 17 años por los candidatos del FSLN, quedó en manos de Reyna Ruedas, quien ha trabajado en altos cargos en la comuna desde 2009.
Rueda goza, igual que todos los candidatos sandinistas, de la confianza del presidente Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, que centralizan el poder político en Nicaragua.
Según estos resultados, los sandinistas continuarán dirigiendo centros rentables para la economía nacional como Chinandega y León, con altas recaudaciones tributarias.
Mantendrán además el control de Matagalpa, un importante enclave cafetalero -principal rubro de exportación del país- Estelí y su pujante industria tabacalera, y Granada, un atractivo turístico, entre otras plazas.
En los próximos cuatro años los municipios se proponen promover mayores inversiones extranjeras, mejorar la gestión pública y generar más empleo, que ha sido el talón de Aquiles del gobierno, según el plan divulgado por la Presidencia en octubre.
A juicio del sociólogo Cirilo Otero, la dependencia política que tienen los alcaldes sandinistas con el gobierno central, les quita autonomía para decidir sobre el desarrollo local. Con ello la autonomía municipal sufre "un retroceso", dijo a la AFP.
Abstención protagonista
Las votaciones estuvieron marcadas por la apatía, lo que habría provocado, según la oposición, una abstención cercana al 80%, aunque el CSE estimó que la participación fue del 52%.
Hay "información, fotografías y videos que ilustran la gigantesca abstención de los nicaragüenses en estas votaciones", denunció el Frente Amplio por la Democracia (FAD), principal fuerza de oposición, que promovió la abstención en rechazo al sistema electoral nicaragüense.
Los opositores de la FAD son miembros en su mayoría de una antigua coalición electoral que fue excluida de participar en las elecciones presidenciales de 2016, en las que Ortega obtuvo su tercer mandato sucesivo desde 2007.
Según la oposición, en estas votaciones el oficialismo tuvo nuevamente "el control político de todas las estructuras electorales" en complicidad de los partidos opositores participantes, a los que ha calificado de "colaboracionistas" del régimen.
El presidente Ortega cuestionó el llamado a la abstención, tras depositar el domingo su voto en las urnas.
"No terminan de entender que en Nicaragua ya quedó enterrada para siempre la guerra, y que decidimos por el camino de las votaciones", recriminó el mandatario.
La misión de observación de la Organización de Estados Americanos (OEA), que supervisó más de 200 mesas de votación en todo el país, consideró que el proceso se desarrolló de forma pacífica y "con absoluta normalidad".
Sobre la abstención, el jefe de la misión de la OEA, el uruguayo Wilfredo Penco, dijo que no emitiría juicios en base a "percepciones" y que se pronunciaría sobre la base de "datos científicos".