Acusan a Lech Walesa de colaborar con la policía política comunista en los 70
Jaroslaw Szarek, presidente del Instituto para la Memoria Nacional (IPN) de Polonia, aseguró en Varsovia que el expresidente Lech Walesa "colaboró con los servicios secretos polacos –conocidos por sus siglas SB– entre el 29 de diciembre de 1970 y el 19 de junio de 1976 bajo el seudónimo de ‘Bolek' ”.
Según los investigadores de ese organismo estatal, Walesa recibió varios pagos por sus labores como informante. El IPN investiga entre otras cosas las violaciones de los derechos humanos cometidas en Polonia desde la Segunda Guerra Mundial hasta el fin de la era comunista.
La certeza de los grafólogos
Siendo líder co-fundador del sindicato independiente Solidaridad, Walesa recibió el Premio Nobel de la Paz en 1983 –cuando en Polonia gobernaba el general Wojciech Witold Jaruzelski– por su lucha de años contra la opresión ejercida por el régimen comunista. Walesa ya era percibido internacionalmente como un personaje legendario, no muy distinto de figuras como el sudafricano Nelson Mandela, cuando fue elegido presidente (1990-1995). A él se le atribuye el haber propiciado sin derramamiento de sangre la transición de Polonia hacia la democracia. Sin embargo, ya entonces se le acusaba de haber cooperado con el estamento comunista.
En el pasado, Walesa admitió haber firmado un papel bajo presión que lo comprometía como informante de los servicios secretos, pero insistió en que nunca actuó como tal ni recibió dinero por ello. Los documentos que ahora lo incriminan, según el IPN, fueron incautados en 2016 en la casa de Czeslaw Kiszczak, el último ministro de Interior del Gobierno comunista. A juicio de los grafólogos, Walesa es el autor de la rúbrica encontrada en veintinueve reportes escritos a manos y en diecisiete recibos que evidencian el pago de 11,700 eslotis –el equivalente de cinco salarios promedio en la primera mitad de los años setenta– por su labor de espionaje.
El caso Walesa fue cerrado en 2000
El IPN agrega que las informaciones proporcionadas por Walesa aludían a las actividades de sus compañeros en los astilleros de Gdansk. Los documentos en cuestión salieron a la luz el pasado año, cuando la viuda de Kiszczak contactó al IPN y ofreció venderle informes de los servicios secretos elaborados durante la década de los setenta. El propio Walesa no se ha pronunciado sobre las imputaciones del IPN en su contra porque está en camino a Bogotá para asistir a la XVI cumbre mundial de personalidades e instituciones galardonadas con el Premio Nobel. No obstante, su representante legal, Jan Widacki, le restó validez a las acusaciones.
"La caligrafía de Walesa hoy no es la misma que tenía en los años setenta, cuando era un simple trabajador”, argumentó Widacki, sugiriendo que una comparación hecha en este momento no serviría ni para despejar dudas ni para consolidar certezas en torno a esta controversia. Está por verse si el caso de la cooperación de Walesa con el establishment comunista es reabierto. Una corte especial analizó el asunto y lo exoneró de toda culpa en 2000.