Activistas piden más protección para mujeres de Azerbaiyán frente a violencia machista
El rostro de Dilara Baguieva palidece cuando recuerda aquella noche de noviembre de 2020 en la que su marido le arruinó la vida.
Ebrio, comenzó a golpearla hasta que perdió el conocimiento. Después, recuerda, arrojó a su hija de ocho años por la ventana del apartamento en el que vivían, en el 13º piso de un edificio en Baku, la capital de Azerbaiyán.
"Ella lo era todo para mí", murmura Baguieva, profesora de inglés de 41 años, contemplando una fotografía de la pequeña en su teléfono.
Dilara Baguieva forma parte de las miles de mujeres de su país cuya vida se ha hecho añicos por culpa de la violencia sufrida por parte de su pareja o de algún otro hombre de su entorno. Un drama que crece de manera preocupante en el país.
Las asociaciones piden al gobierno que haga más para proteger a estas mujeres, sobre todo usando la ley, pero chocan contra el peso y la influencia de un sector conservador muy poderoso en este país de mayoría musulmana.
En 2020, 71 mujeres fueron asesinadas por sus parejas u otro hombre de su entorno, y este año, hasta agosto, ya hay 48 víctimas mortales, informó la Fiscalía general a la AFP.
Pero las autoridades subrayan que los cerca de 2.000 casos de violencia contra las mujeres de los que tienen noticia cada año son solo la pequeña parte visible de un iceberg gigante, ya que la mayoría de las víctimas se callan.
"Muchas mujeres no llaman a la policía porque temen represalias para la familia", dice Taliya Ibrahimova, miembro del Comité estatal para la familia, la mujer y el niño.
Para convencer a las víctimas, el gobierno ha creado un número de teléfono especial para denunciar y prepara enmiendas para una ley de 2010 sobre la materia.
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"Valores familiares"
Sin embargo, las asociaciones de defensa de los derechos de la mujer estiman que estas medidas no bastan y acusan al presidente Ilham Aliyev de no proteger a las mujeres.
"El feminicidio es una cuestión política y arreglar este problema necesita voluntad política", declaró a la AFP Gulnara Mehdieva, militante de los derechos de la mujer en Azerbaiyán.
Esta mujer califica el sistema político de su país de "despótico" y considera que las autoridades "no quieren que los ciudadanos conozcan sus derechos".
"Una mujer que tiene miedo de su marido, de su padre o de su hermano nunca se opondrá al gobierno", dice.
Mehdieva explica que los militantes como ella sufren cada día más presiones de los núcleos más conservadores. "La actitud de la sociedad es negativa, nos acusan de pasar por alto los valores familiares", dice.
Porque en Azerbaiyán el papel de las mujeres en la sociedad se limita en muchos casos a cuidar de la familia y el "patriarcado está omnipresente", según Mehdieva.
En este país, los hombres ocupan más del 90% de los puestos de responsabilidad y el 80% de los puestos judiciales, según la ONG estadounidense Borgen Project.
En una muestra de que el problema es realmente preocupante, la embajada estadounidense en Bakú mostró su inquietud ante los asesinatos de mujeres y propuso su ayuda al gobierno.
La embajada británica también instó a Azerbaiyán a ratificar la Convención de Estambul de 2011, un tratado internacional que obliga a sus miembros a combatir la violencia contra las mujeres.
Más leyes
Zibeïda Sadikova, abogada, lamenta que la policía "no tome en serio" a las mujeres que acuden a comisaría.
"Muchas mujeres a las que convenzo para denunciar me responden que ya lo intentaron pero que la policía les dijo que volvieran a casa a reconciliarse con sus maridos", dice.
"La mayoría de la gente cree que las mujeres tienen que quedarse encerradas en casa y que sus esposos tienen derecho a golpearlas", resume.
Sadikova pide que haya más leyes sobre la cuestión y se apliquen mejor las ya existentes.
Señal clara de cómo funcionan las cosas, Dilara Baguieva explica que su marido está por ahora acusado de haberla golpeado pero no de haber asesinado a su hija, cuya muerte fue primero tratada como si fuera un suicidio.
Finalmente se abrió una investigación y Baguieva dice que llegará hasta el final.
"Lucharé hasta mi último suspiro para que la verdad se sepa y se haga justicia", asegura.