Con 8.200 muertes y más de 80.000 casos según el último boletín, Italia sigue siendo el país más cruelmente golpeado.
En Bérgamo, ciudad mártir, ha conmovido la imagen de los convoyes militares que a diario atraviesan la ciudad para transportar cadáveres a otras regiones donde puedan ser incinerados debido a que el cementerio no tiene capacidad, como constató un fotógrafo de la AFP.
Asimismo, en Ponte San Pietro, cerca de Bérgamo, ha conmocionado la imagen de los 35 ataúdes de personas fallecidas antes de ser transportados a otra región para ser incidenerados durante el cierre del país por la crisis que enfrenta Italia por el coronavirus.
El sur se prepara a vivir un infierno
El reconocido virólogo italiano Roberto Burioni considera que el número de personas contagiadas "no es confiable" porque no tiene en cuenta los casos de asintomáticos.
Ese es el gran temor del gobernador de la región Campania, cuya capital es Nápoles, quien se prepara a una "explosión" dramática de los casos en el sur pobre y subdesarrollado de la península.
"Aquí se vivirá en los próximos 10 días un verdadero infierno", aseguró Vincenzo De Luca.
En Campania, el número de muertos aumentó de 29 a 74 en tres días. En el sur, el sistema sanitario es mucho más frágil que en Lombardía.
En la isla de Sicilia por ahora se han registrado 69 casos entre residentes y personal de una casa de ancianos en el pueblo de Villafrati.
Muchos están preocupados por la escasez de pruebas. La política de las autoridades italianas ha sido la de efectuar las pruebas de saliva a las personas con síntomas o que han tenido contacto directo con enfermos.
"Ni muchas ni pocas, realizamos las pruebas necesarias", explicó un representante de la Protección Civil, Agostino Miozzo.
Después de más de dos semanas de confinamiento de todo el país, los 60 millones de italianos calculan que el país arrancará una vida normal a partir de octubre y se preparan a una caída notable del Producto Interno Bruto, de cerca el 3%, según la confederación de Comerciantes y Turismo.