5 historias increíbles de objetos que llegaron al continente americano tras el tsunami en Japón
Era un día gris, con un cielo plomizo en el medio del Océano Pacífico en el verano de 2012. Había un pequeño parpadeo blanco, persistente en el horizonte.
Al principio pensaron que era una ballena, pero a medida que se acercaron se dieron cuenta de que era un barco pesquero abandonado con caracteres en japonés pintados en sus costados.
"Fue entonces cuando todo cambió. Esto pertenecía a alguien", recuerda Marcus Eriksen, un marino ecologista que condujo una expedición en 2012 para indagar sobre la gran cantidad de desechos arrojados al océano por el poderoso terremoto y el posterior tsunami que golpearon la costa nororiental de Japón el 11 de marzo de 2011.
Casi 16.000 personas murieron en el desastre, que además arrojó unos 20 millones de toneladas de diversos materiales al mar, según estimaciones del gobierno de Japón.
Mucho de este material se hundió, pero cinco años más tarde aún hay objetos flotando a lo largo de la costa de América del Norte, desde Alaska hasta Hawái. Solo desde septiembre de 2015, 64 artículos han sido encontrados en las playas y han sido identificados oficialmente como restos del tsunami.
El programa de restos marinos de la Dirección Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), que tiene su sede en Hawái, ha trabajado junto al gobierno de Japón, a través de consulados locales, en la identificación de estos objetos.
Desde que ocurrió el desastre, ha habido historias extraordinarias de objetos arrastrados por el mar hasta estas orillas lejanas, algunos de los cuales luego han podido volver a manos de sus dueños originales.
1. La motocicleta
En abril de 2012, Peter Mark encontró una motocicleta Harley-Davidson en Graham Island, en la provincia canadiense de la Columbia Británica.
La moto estaba aún dentro del contenedor en el que su dueño, Ikio Yokohama, solía guardarla en Japón.
Mark notó que tenía una matrícula en japonés, por lo que supuso que podría ser un resto del tsunami y como tal fue rastreada.
Luego de considerar las opciones para embarcar la motocicleta de vuelta a Japón para ser restaurada, su propietario decidió que debería ser exhibida en el Museo de Harley-Davidson en Milwaukee (Estados Unidos) como una forma de tributo a aquellos cuyas vidas fueron tocadas por el desastre.
Yokoyama perdió a varios miembros de su familia en el tsunami.
2. El letrero de un pueblo
El pueblo de Tanohata quedó devastado tras el terremoto y el tsunami de 2011. Gran parte de esa localidad, ubicada en la prefectura de Iwate, fue barrida dentro del océano.
Entre ese mar de restos había un letrero de madera. Medía casi tres metros de largo y llevaba el nombre del edificio de departamentos de dónde procedía: Conjunto residencial Shimanokoshi.
Fue hallado en octubre de 2013, a unos 6.000 kilómetros de distancia, en la playa Kahuku, en la isla de Oahu, en Hawái.
En julio de 2014 fue enviado de vuelta a su lugar de origen. Con su regreso, los habitantes de Tanohata "están caminando lento pero con seguridad el camino para recuperarse como un cuerpo unido", dijo su alcalde, Hiroshi Ishihara.
El pueblo puso el letrero en exhibición como un recordatorio para que las generaciones futuras recuerden lo ocurrido.
3. El balón de Fútbol
Misaki Murakami, un joven de 16 años de edad, perdió todo lo que tenía cuando el tsunami barrió su casa en Rikuzentakata.
Pero, poco más de un año más tarde, en las costas de Middleton Island, en Alaska (EE.UU.), David y Yumi Baxter encontraron un balón de fútbol que Murakami había recibido de sus compañeros de estudio cuando tiempo atrás había cambiado de escuela.
Siendo japonesa, la señora Baxter pudo leer el nombre, la escuela y el mensaje de buena suerte escrito en el balón, lo que facilitó la tarea de encontrar a su dueño.
"Estaba conmocionado, pero al mismo tiempo no había recuperado ni una sola de mis pertenencias, así que estoy muy contento con esto", dijo Murakami sobre la devolución de su balón.
4. Un bote de remo
En las costas de Crescent City, en California (EE.UU.), estudiantes de un colegio encontraron un bote de remo el 7 de abril de 2013.
La barca, llamada Kamome ("Gaviota"), pertenecía a una escuela secundaria en Kikuzentakata, que fue completamente barrida por la ola que había golpeado al pueblo dos años antes.
El bote fue limpiado de los percebes que lo cubrían y funcionarios de Japón y de Estados Unidos trabajaron para enviarla de vuelta a su lugar de origen.
Las dos escuelas intercambiaron visitas de sus miembros y decidieron convertirse formalmente en escuelas hermanas.
La historia del bote de remo y de los vínculos que ayudó a crear, está contada en un libro bilingüe ilustrado para niños.
5. El barco pesquero
Entre los objetos arrastrados por el tsunami uno de los más visibles, pero que no pudo ser recuperado fue el "barco fantasma", el cual fue avistado por primera vez el 23 de marzo de 2012 en la costa de la Columbia Británica (Canadá) mientras se deslizaba lentamente en una ruta de transporte marítimo.
Debido a los riesgos que representaba esta nave de 50 metros de largo para otras embarcaciones, así como por las dificultades para recuperarla, las autoridades decidieron hundirla.
El barco, que antes del tsunami era utilizado para la pesca de calamares, fue hundido con un disparo de cañón a unos 314 kilómetros de Sitka, en Alaska.
Memoria y ciencia
Aunque son los objetos más grandes los que han recibido más atención, la mayor parte de los restos arrastrados al mar por el tsunami son pequeños y cada vez lo son más por el tiempo que han pasado en el agua.
Estos materiales además constituyen una gran proporción de los restos que hay en el Pacífico, de los cuales casi todos se encuentran debajo de la superficie del mar.
Los objetos sumergidos sólo pueden ser movidos por las corrientes. Algunos de ellos están acumulados en un área conocida como la Gran Isla de Basura del Pacífico, un enorme conjunto de restos marinos que permanecen en medio del océano.
El impacto del tsunami aún se siente y puede ser medido a miles de kilómetros del lugar donde se produjo. La gente encuentra los objetos, los científicos los registran, los oceanógrafos los exponen y los ecologistas miden su impacto sobre el ambiente.
Con cada objeto que es hallado, los científicos tienen la oportunidad de aprender más acerca de las corrientes, de los vientos y del caudal del océano. Pero los restos también cuentan historias acerca de las vidas que fueron tocadas por el tsunami de 2011.