-¿En qué posición queda Amarillos por Chile ante la irrupción del partido Demócratas, teniendo en cuenta que ambos disputan el centro político?
-Como no vengo del mundo político, me cuesta entender ciertas expresiones como esta: “·disputar el centro político”. Amarillos no viene a disputar el “centro político”. Es más, creo que las expresiones “centro”, “izquierda”, “derecha” cada vez le hacen menos sentido a la ciudadanía. Es como un mapa que no describe un territorio. El lema de Amarillos es “Reformas y democracia”, ahí está todo: nuestra declaración de principios puede ser suscrita por personas de proveniencia muy distinta.
El rol articulador de la ministra Orellana en el Frente Amplio
-Pero, ¿tienen diferencias con Demócratas o son lo mismo?
-Tal vez nuestra mayor diferencia con “Demócratas”, a quienes respetamos y con quienes compartimos mucho en común, es nuestro origen. Amarillos no nació desde los partidos tradicionales, seremos partido político pero con alma de movimiento ciudadano. De hecho es interesante comparar las dos directivas de estos partidos en formación: en la directiva de Demócratas, hay tres ex candidatos o precandidatos presidenciales; en nuestra directiva, hay sólo un político, un diputado, el resto son independientes y representantes de movimientos ciudadanos. En nuestra comisión política, hay más personas con experiencia política y también independientes. Veo una complementariedad en la diferencia, entonces, entre el Partido Demócratas y nuestro Partido Movimiento Amarillos por Chile, más que una disputa y seguro que trabajaremos muy estrechamente por el bien del país.
-¿Hay una reconfiguración del mapa político después del 4-S?
–Espero que la votación tan categórica manifestada el 4-S por los ciudadanos, sea escuchada. La gente viene expresando desde hace tiempo anhelos y angustias, pero el mundo político no ha sabido interpretarlos bien.
-¿En qué sentido?
-La gente quiere reformas, pero bien hechas, no impuestas partisanamente, sino desde la construcción de grandes acuerdos. Reformas, no refundaciones. La gente quiere una mejor política que la que tenemos, que ésta no sea un mero espectáculo farandulesco y una disputa de un botín. ¿No ha sido suficientemente claro ese mensaje como para que sigamos en disputas absurdas y en el bajo nivel de la politiquería? Si no se escucha y no se le da una deriva política a ese mensaje de la gente, no servirá de nada rebarajar el naipe político
-¿Qué efectos políticos tiene este rebaraje de fuerzas? ¿Puede romper con estereotipos o estigmas?
-Necesitamos una buena política, una política con “P” mayúscula, porque los desafíos y problemas del país son mayúsculos. Una política que no esté secuestrada y pauteada por las redes sociales, una política seria, con más grandeza, visión de largo plazo y espesor reflexivo.
-Si no es así, ¿qué riesgos observa?
-El rechazo y el hastío ante la política chica, la politiquería, por parte de la gente, nos puede llevar a que surjan liderazgos populistas fuertes y autoritarios en el horizonte. Es urgente renovar la política, traer aire nuevo, con nuevas y mejores formas, trato, restablecer en primer lugar el respeto y la amistad cívica. Y romper con casi una década en que se ha ido imponiendo de a poco en Chile una visión populista, que tanto daño le hace a los países.
-Amarillos, por ejemplo, ¿está dispuesto a tener alianzas con Chile Vamos?
-Nosotros queremos ser el partido de los acuerdos, un partido “acuerdista”. Sólo con grandes acuerdos se pueden impulsar buenas políticas públicas y reformas para enfrentar la violencia, el flagelo de la inflación, la crisis migratoria y la “anomia” que se vive hoy en Chile. Privilegiaría poner la energía en generar grandes acuerdos antes que pensar en alianzas estrechas.
-En Amarillos hay importantes figuras que venían de la DC, ¿cuál es su evaluación de lo que está sucediendo con ese partido, en términos de la fuga de militantes y la suspensión de militancia a Fuad Chahín, ex presidente de esa colectividad, por haber estado por el Rechazo?
-No me gusta opinar sobre la crisis de otros partidos. Me cuesta entender cómo, un partido como la DC, que jugó un rol tan importante en la política del siglo XX en Chile, con figuras como Frei Montalva, Leighton, Tomic, esté hoy en una crisis tan terminal. Me entristece como ciudadano, porque la DC debiera estar jugando un rol muy importante hoy, evitando la polarización que tan mal le hace al país. He conversado esto con muchos DC que renunciaron a su partido con mucho dolor, militaban ahí desde jóvenes y que se sumaron a Amarillos, pues han encontrado aquí el clima de fraternidad interna que lamentablemente se perdió en la DC.
-¿Ustedes van a ir a buscar a los desencantados del falangismo?
-Nosotros, como partido en formación, tarea épica y ardua, estamos invitando a personas de distintas sensibilidades y procedencias, a muchos independientes, ciudadanos que se han dado cuenta que es importante involucrarse en la política, para que ésta no sea tomada sólo por los “operadores”. Y les estamos diciendo que más que un partido, éste es un movimiento de esperanza. Todavía nos falta sumar a muchos en todo el país y en eso estamos. Chile está en un momento social y político muy crítico y todos tenemos que cuidar este país que nos importa.
-A siete meses de gobierno, ¿cuál es su evaluación de la gestión realizada por el Presidente Gabriel Boric?
-Creo que al gobierno le ha costado asimilar la derrota del plebiscito del 4-S, hacerse una autocrítica honesta y profunda, ante una derrota tan colosal y de estas proporciones. Albert Camus hablaba de la “elegancia en la victoria y la dignidad en la derrota”. Me ha faltado ver esa dignidad.
El gobierno tiene que reconectarse con el país real, y abandonar la utopía de un “país imaginario”. Eso implica desprenderse de las visiones muy ideológicas de los grandes temas, dejar de hablarle a las redes sociales y sólo a la propia tribu. Ello requiere coraje, visión y también humildad. Hay que bajarse del púlpito de la superioridad moral. El gobierno necesita más figuras como Marcel, Tohá, Uriarte, Monsalve y que el PC deje de ser esa especie de “Super-Yo” (para usar la expresión de Freud) del Presidente.
-¿Dónde están los nudos y cómo se destraban?
-Están ahí a la vista y no tienen soluciones mágicas, eso sería mentirle a la gente: la violencia que nos está devastando todos los días, el narcotráfico que nos empieza a carcomer como sociedad, la inflación, las reformas pendientes en salud y pensiones, la modernización del Estado y la corrección del Mercado. ¿Cómo destrabar esos nudos? Lo hemos aprendido en la historia de las últimas décadas: con grandes acuerdos, con reformas graduales y bien hechas, con buen fundamento técnico y visión política y cuidando mucho esa gran conquista civilizatoria que es la democracia.
-¿Debe definirse el Presidente respecto de una de las almas que cohabitan La Moneda o es un riesgo?
-En la vida y en la política, hay momentos en que hay que tomar grandes decisiones. La ambigüedad, el desdecirse y disculparse permanentemente, el avanzar y después retroceder, el querer dejar contentos a todos no sirve para conducir un país. El jugar con dos caras y dos almas no se puede sostener por siempre.
Valoramos, por ejemplo, que el Presidente haya anunciado una Reforma de Pensiones, muy distinta y más prudente que la de su programa de gobierno, y que todavía hay que estudiar y mirar con lupa, pero ¿para qué decir que se “acaban las AFP” cuando en verdad no se acaban, sólo cambian de nombre? Ya que al Presidente le gusta la poesía, le recuerdo ese verso tremendo de Gabriela Mistral, a propósito de las dos almas que todos tenemos dentro y del coraje que debemos tener en abandonar lo que alguna vez fuimos: “una en mí maté / yo no la amaba/ Yo la maté / ¡vosotros también matadla!”