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Roberto Ampuero: "Chile pasa a engrosar el grupo de países que se vuelve sinónimo de inestabilidad"

Roberto Ampuero: "Chile pasa a engrosar el grupo de países que se vuelve sinónimo de inestabilidad"
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El escritor, exembajador y excanciller del Presidente Piñera, Roberto Ampuero, comenta las críticas que ha recibido la política exterior durante el gobierno de Gabriel Boric. “No culpemos sólo a Cancillería ni a la Canciller de esta decepción parcial. La decepción holística la está brindando el Presidente”, dice.

-Fuentes diplomáticas dicen que nunca Chile había cometido tantos errores en política exterior desde el retorno de la democracia. ¿Cómo evalúa a la Cancillería durante el gobierno de Boric?

-Recordemos que en Chile no existe la política exterior “del Canciller” sino la del Presidente, quien la dirige, y que el/la Canciller la ejecuta. Por eso el grueso de esta seguidilla de errores en política exterior es más bien parte constituyente y extensión de los reiterados errores del gobierno en los demás ámbitos de su gestión.

Es cierto que la Cancillería ha tropezado a trechos por desprolijidad, pero en lo grueso porque tiene que actuar en un mundo que está en modo cambio de época y que plantea desafíos inéditos que requieren combinar la tradición con la mirada de futuro, mientras la Canciller está obligada por ley a aplicar los lineamientos de un Presidente que lamentablemente, pese a su juventud, se inspira en una visión rousseauniana de América Latina, una idealización decimonónica de su unidad e influencia global, una desconfianza cepaliana, propia de los 1960-70, hacia el comercio mundial y una incapacidad para aquilatar lo que Chile en verdad avanzó en más de 30 años.

Desconocer la propia historia y los temores y anhelos por los cuales se mueven los países es un error garrafal en política. A esto debemos sumar que el gobierno está en caída vertical en su popularidad y que acuna varias almas en pugna, escenario en el cual es evidente que se impone el partido más disciplinado y jerarquizado del continente.

No estoy para dar consejos a la Canciller, pero le diría que cualquier política exterior se desdibuja si se la ata a afanes de liderazgo de su presidente, ya sea porque busca la reelección o el tránsito a los organismos internacionales. Le diría que aunque la política exterior es la última prioridad de los chilenos, según las encuestas, es un campo de batalla enconado porque seduce a variados intereses y mantiene vigentes a quienes estamos llamados a pasar a retiro.

-La Canciller Antonia Urrejola es experta en Derechos Humanos. ¿Cree que ha cometido errores en otros ámbitos como comercio exterior?

-Aquí hay un fenómeno de causa-efecto. Estamos viendo los resultados de un libreto escrito antes del 11 de marzo: Quien está a cargo de Subrei es un académico conocido por sus críticas académicas a los TLC y la desconfianza hacia el libre comercio mundial, ejes de la modernización y prosperidad de Chile en los últimos decenios. Está haciendo lo que se esperaba de él, ha sido consecuente hasta en sus faux pas y deslices. El problema lo crearon en rigor quienes lo nominaron. En Subrei se necesita a un Rodrigo Yáñez, “el Zar de las vacunas”,  o a un Mario Marcel, que despertó inicialmente muchas esperanzas en los actores económicos.

-Uno de los aspectos más criticados ha sido la gestión del subsecretario Ahumada, conocido por su oposición a los acuerdos internacionales. ¿De que manera puede afectar la posición de Chile esta actitud anti libre comercio?

-Ya está afectando dramáticamente a Chile. Pensemos en la ventaja que le sacan a diario al país nuestros competidores que ya integran el TPP 11 (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico), en vigor desde diciembre de 2018, un mercado de más de 450 millones de personas y la zona más dinámica de la economía mundial. O pensemos en el azoro y desconcierto de los europeos cuando Chile retrasa la firma para la Modernización del Acuerdo de Asociación con la UE (mercado de 447 millones de personas).

Fíjese bien: no es la gigantesca UE la que esquiva y retrasa el procedimiento, sino Chile con sus 19 millones de habitantes, el país al que espera un asiento en un club de privilegiados.

No es sólo que retrocedemos sino que al mismo tiempo países top en esta materia siguen avanzando a paso acelerado. Y lo insólito: el gobierno anuncia que va a revisar documentos ya revisados por equipos de expertos europeos y chilenos, lo que implica abrir una Caja de Pandora de la cual puede salir cualquier cosa.

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Y además resulta insólito y arrogante imaginar que el mundo entero espera por Chile, e ignorar que lo difícil es entrar a TLCs como estos y conseguir mercados e inversiones.

Así sufre la imagen de Chile: deja de ser el partner sólido, previsible y constante y pasa a engrosar el numeroso grupo de países que se vuelve sinónimo de inestabilidad e incoherencia. En ese momento los diplomáticos chilenos se ven obligados a salir a tratar de dar explicaciones y a poner paños fríos para que no se espanten los inversionistas ni se debilite la presencia de productos chilenos en el exterior.

El gobierno está cometiendo muchos errores que corona pidiendo disculpas y perdón. Esa estrategia no  funciona en política internacional, campo resbaladizo como pista de hielo donde los errores se pagan a largo plazo (recordemos la demanda de Bolivia en La Haya, donde el equipo dirigido jurídicamente por Claudio Grossman se anotó una victoria resonante para Chile) y la corrección de rumbo es tan lenta como la de los portaviones.

-La Cancillería, según sus críticos, ha dejado ir a muchos diplomáticos de carrera, privilegiando a gente cercana al Frente Amplio. ¿Complica esta tendencia la calidad de nuestra política exterior?

-Es un tema delicado y no juzgaré cada paso que da nuestra Canciller. El criterio crucial es que los que ingresen por razones políticas estén capacitados y conscientes de que la Cancillería atesora historia, tradición y considerable bagaje de conocimientos, y que hay que escucharla, tomarla en cuenta, no sustituirla. Si hubiesen escuchado al Minrel profundo, creo que no habrían enviado al agregado cultural a Barcelona sino a Madrid, como imagino terminarán haciéndolo; y el Presidente se hubiese ahorrado el papelón ante el Rey Felipe VI en la asunción del cargo, o hubiesen retirado hace tiempo la nominación de un embajador en Brasil que el gobierno evidentemente rechaza, o hubiesen recomendado a la pareja del Presidente no sentarse en La Moneda con los pies en la silla ante una dignataria electa de otro país (¿se imaginan el escándalo de la izquierda si en Washington, Bruselas o Berlín recibieran con ese “protocolo” a altos representantes del Estado de Chile?)

-¿Por qué alguien como Mariana Durney fue bloqueada en la Cancillería? ¿Qué papel jugó la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Ximena Fuentes?

-Ignoro por qué una funcionaria de lujo, ejecutiva, eficiente, destacada y con sólida formación tanto nacional como internacional como Mariana Durney, una de las más brillantes, junto a la ex subsecretaria Carolina Valdivia, que conocí en Minrel, fue bloqueada en Cancillería. A Ximena Fuentes la recuerdo como una alta y competente funcionaria del Minrel, siempre alegre y de buen humor, risueña, con excelentes relaciones de trabajo con el Presidente Piñera, y muy atenta a detectar descuidos o falencias anteriores en su ámbito de fronteras y límites.

-En su gestión hubo críticas a la influencia que tenía un asesor del Segundo Piso (Benjamín Salas) en las decisiones de política exterior. ¿Ve un riesgo similar hoy con Lucía Dammert interviniendo desde el Segundo Piso?

-Entre el asesor presidencial de política exterior, en el Segundo Piso de La Moneda, y la o el Canciller de la República se han dado y se dan en Chile a menudo tensiones extenuantes y kafkeanas. Extenuantes pues complican y estresan al Canciller, que es quien al final pone la cara por lo que hace y le hacen, y kafkianas porque es desde luego absurdo que un mandatario, que en Chile escoge y define a su canciller, empodere al mismo tiempo por acción u omisión a un wannabe canciller que hostigue al Canciller. Y eso se agrava si al wannabe canciller lo alienta la obsesión por figurar mediáticamente. Esto es extremadamente nocivo para el jefe de la diplomacia, la Cancillería, la política exterior, la imagen y los intereses superiores de Chile.

-Uno de los aspectos más elogiados del gobierno de Piñera fue la vacunación. ¿Cómo se ha llevado a cabo el proceso contra la viruela del mono?

-Ignoro los detalles, pero imagino que el Subrei y la ministra de Salud actuales deben estar en consultas regulares con el ex Subrei Yáñez y los ex ministros Mañalich y Paris, y la ex Subsecretaria Daza puesto que fueron exitosos y eficientes en sus gestiones en el tema de la epidemia, la consecución de vacunas y las vacunaciones mismas. Confío en que el gobierno valore la labor de estos profesionales reconocidos internacionalmente y esté impulsando la continuidad de las buenas prácticas que favorecen a la salud y la seguridad del país.

-El canciller argentino, Santiago Cafiero, acordó con su par chilena seguir “trabajando en el esclarecimiento” de los vuelos procedentes de nuestro país detectados en el espacio aéreo de Argentina sin los permisos correspondientes. ¿Cómo ha sido manejado este caso?

-Prefiero compartir lo siguiente: es muy importante mantener una comunicación estrecha, fluida y de confianza entre Canciller y Ministro de Defensa. Con el entonces ministro de defensa Alberto Espina nos comunicábamos y consultábamos en forma permanente, a cualquier hora y día, y resolvíamos muchos temas ejecutivamente porque cultivamos una relación afiatada, lo que nos facilitó la rápida coordinación en varios frentes.

-Usted fue embajador en México. ¿Qué señal da el Gobierno al no designar aún un embajador ante ese país? 

-México es un gran país y un país enorme, y su socio principal es lejos Estados Unidos, pero México mantiene históricamente una rica y original relación con el resto de América, y dentro de ese marco está Chile. En México sentí siempre cariño por nuestro país y admiración por nuestra estabilidad, democracia y desarrollo y por nuestros éxitos en la lucha contra la pobreza, la integración al comercio mundial y la diversificación de nuestro comercio internacional.

Convengamos en que lo que corresponde es tener un embajador en el país con el cual se mantienen relaciones diplomáticas, pero se vuelve un must absoluto en países de la talla de México y Brasil. Se especula con que la embajadora surgirá después del cambio de gabinete de septiembre, habrá que ver. Pero más allá de que no es deseable la situación de hoy, se debe saber que a México están llegando muchos emprendedores chilenos pues es un país ideal para exportar y ubicarse en el gigantesco mercado de EEUU y Canadá. En esos casos, por ejemplo, el embajador puede marcar la diferencia con un acompañamiento cercano.

-También usted encabezó la legación chilena en España. ¿Cree que hay problemas en el tratamiento de la cuestión catalana por parte del servicio exterior chileno?

-Creo que debemos tratar de recuperar la sensatez. Convengamos en que no es sensato enviar de agregado cultural de nuestra Embajada en España, ubicada en Madrid, a un ciudadano chileno y a la vez español, que profesa públicamente y a través de las RRSS convicciones independentistas catalanas, precisamente a Barcelona, en la Comunidad Autónoma de Cataluña. Y menos sensato es olvidar que antes de hacer el anuncio el ciudadano debe renunciar a su vínculo con España, y que no se ve bien que la sede del cargo sea trasladada a la ciudad donde el futuro agregado residía de antes. No me cabe duda de que al final primará lo que debe primar: la agregaduría deberá establecerse en nuestra Embajada en Madrid. La verdadera diplomacia es silenciosa, efectiva y pesa.

-¿Cree que la gestión en Cancillería ha sido una de las grandes decepciones del gobierno de Boric? 

-No culpemos sólo a Cancillería ni a la Canciller de esta decepción parcial. La decepción holística la está brindando el Presidente, su gestión gubernamental nacional e internacional, y el hecho -un error inconmensurable- de convertirse en el generalísimo del actual proyecto de nueva constitución política. 

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