La división que cruza al Partido Comunista por el acuerdo constitucional
Panorama general. Hasta hace algunas semanas, cuando asistía a las reuniones de los negociadores de la nueva Constitución, Teillier solía guardar silencio en las reuniones del llamado grupo de los 8, que lleva adelante el nuevo proceso constituyente tras la aplastante derrota del Apruebo en el plebiscito. De su hermetismo solían haber muchos comentarios entre algunos de los asistentes. Para muchos se trataba de una táctica que obedecía a la posibilidad de salirse en cualquier momento de la negociación, presionado por sus bases.
- Con el presidente del partido ausente por razones médicas, la senadora Claudia Pascual concurrió este martes al encuentro en el ex Congreso. Y, mientras el timonel de Convergencia Social Diego Ibáñez no daba su brazo a torcer para que el órgano redactor sea 100% electo, como empujaba hasta entonces Boric, Pascual guardó el mismo silencio que solía mantener Teillier.
- En el PC señalan que el partido está dividido entre quienes están dispuestos a sellar un acuerdo que implique que un grupo de expertos sea electo por el Congreso y quienes no. Y, de acuerdo a las mismas fuentes, Teillier y Pascual forman parte del primer grupo, el de la llamada “oficialidad” del partido, que incluye a parte de la directiva y las ministras Camila Vallejo y Jeannette Jara, entre otros.
- El problema es que existe otro grupo que está en una línea distinta, en la cual se sitúa no solo al alcalde Daniel Jadue, sino también a las Juventudes Comunistas y parte de la bancada de diputados del PC, entre ellas la diputada Karol Cariola, una de las líderes de la generación de recambio del partido. De acuerdo a la percepción de sus cercanos, Cariola ha vivido un proceso de reconversión interna tras haber perdido la presidencia de la Cámara de Diputados, situándose más hacia la izquierda y apartándose del camino que la llevó a sufrir probablemente su más difícil derrota en política.
- En el PC existen dudas razonables sobre la posición de otros pesos pesados de su nomenclatura, como el secretario general Lautaro Carmona, quien ha sido cauteloso, pero no ha participado en buena parte de las reuniones de la recta final de las negociaciones (pese a ser el segundo hombre al mando de la colectividad). Hace pocos días difundió un mensajes de las JJCC que decía lo siguiente: “Chile necesita una nueva Constitución y que el órgano que la redacte sea paritario y 100% electo. ¿La nueva Carta Magna debe ser de cambio y no de continuidad”.
- Carmona y Pascual acudieron este miércoles a la reunión con los equipos negociadores, lo que no pasó inadvertido en el PC.
- En este contexto la colectividad realizará una reunión extraordinaria del Comité Central esta tarde para zanjar una posición definitiva, más aún después de que 30 de noviembre fijaran su posición oficial -a través de una declaración pública- en que solo respaldan la elección de un órgano 100% electo.
Trasfondo. En el trasfondo de las diferencias internas del PC existen 2 tesis.
- Una, de la oficialidad partidaria, apunta a que el partido debe formar parte sí o sí de la firma del acuerdo -más allá de que le disguste que la derecha haya logrado instalar a un grupo de expertos elegidos por el Congreso- bajo el análisis de que el PC dejó hace años de ser un partido testimonial, como en los 90 empujó de alguna manera Gladys Marín y que ahora se expresa en su participación en el gobierno, el gabinete y cargos territoriales. Con el pragmatismo que suele caracterizar al partido, también están conscientes de que la derrota en el plebiscito los dejó sin fuerzas para torcer el rumbo de la negociación.
- El otro grupo apunta a que el proceso constitucional debe derivar en profundos cambios al modelo, en sintonía con la ruta que fijó la Convención y la posición que adoptó el partido desde el 18-O, cuando se situó del lado de la calle y llevó a Jadue, un díscolo del partido, pero un hombre suyo a fin de cuentas, a transformarse en un candidato competitivo en la presidencial.
- En este sector pesa que el PC pueda ser sobrepasado por la izquierda en las próximas elecciones y que repita la amarga experiencia que enfrentó al final del segundo gobierno de Bachelet, cuando el desgaste de formar parte de ese gobierno los llevó a perder buena parte de su poder territorial a nivel de concejalías, gobiernos regionales y gremios históricamente vinculados al partido.
- El problema es que si bien el partido no pagó costos cuando optó por no firmar el acuerdo del 15 de noviembre de 2019, pese a que luego tomaron el control de la Convención junto al FA, esta vez el PC forma parte del gobierno y bien puede enredar a Boric.
¿Cuál es la línea roja del PC? En noviembre, cuando la centroizquierda y la centroderecha avanzaban en un acuerdo para que el 100% de los convencionales fueran electos por el Congreso, Teillier salió rápidamente a deslegitimar una opción que ya tenía importantes fisuras en el PS (y que finalmente no voló).
- Para entonces, nadie quería correr muchos riesgos electorales en una nueva elección de convencionales. Chile Vamos, porque podía ser sobrepasado por la derecha por el Partido Republicado y el PDG, que han impugnado el proceso, y el Socialismo Democrático, por desafío que tiene desde el centro, donde se han allegado varias fuerzas políticas tras el 4 de septiembre.
- Pero Teillier tenía su propia agenda.
- La gran pregunta que se instaló en el PC desde su aplastante derrota en el plebiscito del 4-S apuntó a cuánto de realismo político pesaría entre el Socialismo Democrático y la centroderecha para acotar el proceso constituyente. Y, sobre todo, hasta dónde ceder en la negociación.
- Tras el Comité Central de octubre se hicieron sentir opiniones muy negativas -en privado- respecto al camino que estaba tomando el proceso constituyente. Y hasta los oídos de dirigentes del partido llegó información de que desde su flanco izquierdo darían por desahuciado el nuevo proceso constituyente a inicios de 2023 y que se opondrán a una nueva Constitución nacida, a su juicio, a partir de un acuerdo de la ex Concertación y la derecha.
- El pleno del Comité Central prendió algunas luces amarillas que, para algunos, le otorgaron una vía de escape para tirar el mantel y salirse de la negociación en cualquier momento. Está por verse lo que ocurra.