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Jorge Navarrete: “De no mediar algo extraordinario, la derecha volverá al gobierno en 2026; la única duda es con quién”

Jorge Navarrete: “De no mediar algo extraordinario, la derecha volverá al gobierno en 2026; la única duda es con quién”
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El abogado y columnista dice que “el gobierno, y la generación que lo representa, debe aspirar a no suicidarse políticamente en su primer intento”. En esta entrevista analiza cómo quedaron las fuerzas después del remezón del 7 de mayo.

-Tras el triunfo arrollador de Republicanos, ¿qué esperas de este proceso constituyente?

-Anticipábamos un triunfo de la oposición, pero no en la magnitud que se verificó. Y aunque la derecha está en condiciones de formular una propuesta sin considerar en nada al oficialismo, dudo que ese escenario se verifique por tres razones. La primera, es porque sobre Kast y Republicanos recae la responsabilidad de conducir este proceso, dando muestras de responsabilidad y gobernabilidad. De hecho, lo que aquí ocurra será gravitante en sus pretensiones y desempeño para los próximos procesos electorales, tanto municipales como presidenciales.

-¿Y los otros motivos?

-Es porque no querrán darle muchas razones a la izquierda para oponerse a todo lo acordado y que, de esa manera, se levante un cuestionamiento a la legitimidad política de la propuesta constitucional. Por último, los Republicanos deberían ser los mayores interesados en contar con una Constitución no muy distinta a la actual, que se legitime democráticamente con su aprobación ciudadana, y que sea firmada por el Presidente de la República más de izquierda que ha tenido Chile en los últimos 50 años.

-Kast llamó a la prudencia. Sin embargo poco después Luis Silva dijo en DFMás: “¿Por qué cresta siendo mayoría tenemos que llegar a acuerdos con la minoría?”. ¿Cuál postura de Republicanos va a predominar?

-Mucho revuelo causaron las declaraciones de Silva, las que sin embargo se explican más por Freud que por Marx. Una cierta borrachera política posterior a su arrollador triunfo en Santiago, lo que rápidamente lo hizo transitar desde ser un desconocido a una estrella electoral, en un estado de euforia que quizás pocas veces había experimentado, lo terminó dejando con una resaca que ni siquiera su tan exhibida disciplina pudo sublimar.

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-¿Refleja algo más de fondo la “salida” de Silva?

-Aunque me parece un episodio más bien anecdótico, lo cierto es que alerta sobre las dificultades que todo grupo marginal enfrenta cuando se institucionaliza con este nivel de éxito, donde es difícil pasar de la protesta a la propuesta, o para decirlo en términos más bíblicos -muy pertinentes en este caso- cuesta transitar de la denuncia al anuncio.

Como sea, estamos lejos todavía de constatar dos almas en Republicanos, los que más bien se disciplinan en torno a ideas muy arraigadas en el mundo conservador, y liderados por Kast, quien hasta ahora ha mostrado tanto mesianismo como talento político.

-El Presidente Boric el 7 de mayo sufrió una segunda derrota inapelable. ¿Cuál debería ser su estrategia en los años que quedan?

-Lo ocurrido el 7 de mayo es la crónica de una muerte anunciada. En este gobierno falleció políticamente cualquier aspiración de hacer lo que originalmente habían planeado o imaginado. Las condiciones de posibilidad del escenario político se alteraron de manera tan brutal, que la única alternativa para navegar con algo de éxito y dignidad presupone asumir la renuncia sobre lo pasado y rediseñar la estrategia de lo que viene para el futuro. En lo personal, advierto tres dimensiones que deben implementarse de manera simultánea.

-¿Cuáles?

-Primero, delegar la conducción y el poder de decisión sobre las principales prioridades estructurales, a los ministros encargados de su diseño, negociación e implementación: Tohá en seguridad, Marcel en crecimiento económico y Jara en pensiones, por nombrar las más significativas.

Segundo, tangibilizar y visibilizar la acción del Estado en un conjunto de iniciativas y programas, que no requieren tramitación legislativa, pero que tienen un fuerte impacto social en el bienestar y percepción de los ciudadanos. Para lo anterior, y siendo evidente las deficiencias que los actuales cuadros han mostrado en el manejo del Estado, es indispensable constituir un pequeño grupo de profesionales (algo así como un centro de mando y control) que trabaje y empuje de manera transversal, y con plena autoridad presidencial, proyectos y programas específicos en las áreas de infraestructura pública, educacional, social y de salud; las que además de su objetivo final, contribuyan a la reactivación y el empleo.

Por último, el Presidente debe redefinir el sello de su gobierno y reorientar sus esfuerzos en ese sentido; el que, a mi modesto modo de entender, debe estar en los niños y niñas, tanto en su protección como en su promoción.

-El gobierno logró avanzar en el royalty y el salario mínimo. ¿Ves ahí una línea a seguir?

-El gobierno, y la generación que lo representa, debe principalmente aspirar a no suicidarse políticamente en su primer intento, menos todavía cuando les quedan varias décadas de vigencia por delante. Y resuelto lo anterior, debe entender entonces que este ya no puede ser un gobierno de transformación, sino sólo de transición.

El proyecto de 40 horas, de salario mínimo y de royalty minero, son buenos ejemplos que van en ese sentido; es decir, iniciativas que van señalizando una dirección, con la velocidad y profundidad que permiten las nuevas condiciones de negociación y transacción. Algo similar deberá ocurrir en pensiones y salud, donde los acuerdos no deben ser mirados como una renuncia, sino como la única posibilidad de avanzar en este nuevo escenario.

-Según Francisco Vidal, el 7 de mayo fue la peor derrota electoral de la izquierda en 90 años. ¿Estás de acuerdo?

-Pongamos las reflexiones con algo de perspectiva. En 90 años no ha existido una fuerza política tan eficiente y exitosa electoralmente como lo fue el Frente Amplio; el que, desde su debut en el Congreso, demoró menos de una década en hacerse del gobierno de Chile. Dicho lo anterior, fue ese mismo vértigo y velocidad el que probablemente los llevó al Palacio de la Moneda un período antes de lo que hubiera sido deseable.

-¿Qué consecuencias tuvo esa anticipación?

-No sólo redundó en una evidente inexperiencia en el manejo de los asuntos del Estado, a resultas de su previo desempeño legislativo, y no ejecutivo; sumando a todo lo anterior una inmadurez política en la consolidación de su identidad. Las continuas apelaciones al pasado, especialmente en lo que atañe a ciertas figuras y símbolos, son sólo el reflejo de la temporal carencia de los propios.

Esta es una generación sin pasado político, y mal podrían tenerlo cuando somos gobernados por el Presidente de la República más joven de nuestra historia y cuyo primer trabajo ejecutivo ha sido dirigir el gobierno de Chile. En efecto, a ratos me sorprende en los análisis, el que no aquilatemos lo central de la variable generacional en nuestro proceso político actual, tanto en lo que atañe a sus riesgos como también a sus oportunidades.

-Uno de los aspectos preocupantes es la calidad de nuestra política. La interpelación a Tohá tuvo momentos bochornosos.

-El deterioro político, profesional e incluso moral de varios de nuestros dirigentes, es la expresión más cruda de la degradación de nuestro sistema institucional, especialmente en lo que atañe a la crisis de representación y las promesas incumplidas de la democracia.

Pero suponer que existe una disociación y gran diferencia entre quienes ejercen la política de forma profesional y los otros estamentos que participan activamente en la formación de la opinión pública -sean periodistas, empresarios, jueces, organizaciones de la sociedad civil, otros influenciadores o simples ciudadanos- es lo que justamente subyace a las distintas formas de populismo. Muy por el contrario, creo que, en general, los gobernantes y representantes políticos son un reflejo de lo que ocurre en la sociedad.

-¿Lo adviertes sobre todo en la élite?

-Para ponerlo en términos futbolísticos, nuestro principal problema como país no estriba en la calidad de los jugadores, sino en el profundo deterioro de la cancha donde se está jugando el partido; lo que impide destaquen los más serios y talentosos, haciendo imposible el juego colectivo, y dando más visibilidad a la parafernalia individual de quienes, con sus payasadas estériles, todavía llaman la atención y entretienen al respetable, el que tolera, cuando no incluso celebra la obscenidad y falta de decoro.

-J.A. Kast se posiciona con ventaja en la carrera presidencial, pero faltan tres años aún.

-Ya es un cliché decir que tres años en política es mucho tiempo. Sin embargo, me parece que hay ciertas tendencias que asientan un escenario y una inercia que es difícil de revertir. Primero, el escenario de mayor polarización no fue alterado por el voto obligatorio y, por lo mismo, esta elección, como quizás las dos posteriores, terminarán por anular electoralmente a los sectores que representan posiciones más moderadas.

Lo segundo, es que la tan mentada teoría del péndulo, con la que se explican los ciclos políticos de la última década, sólo ha acelerado su intensidad.

¿Puede la centro izquierda levantar una carta competitiva?

-La centro izquierda, esté o no formalmente en el gobierno, será heredera de los éxitos o fracasos de la actual administración; la que augura un desempeño más bien discreto y ciertamente por debajo de las expectativas ciudadanas. Y puestas así las cosas, y de no mediar algo extraordinario, la derecha volverá al gobierno en 2026. Y la única duda es con quién.

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