Axel Callís y primera semana: “El gran acierto ha sido el silencio de Boric"
-Es poco tiempo, pero ¿cómo has visto esta primera semana de Boric?
-Ha habido cosas positivas y negativas. Pero uno de los logros de esta semana, algo que valoro mucho, es el silencio del Presidente Boric. Eso significa empezar a revalorizar el valor de la palabra presidencial. Es importante que los presidentes hablen cuando tienen que hablar, y no que estén omnipresentes hablando todo el día de todos los detalles y todas las cosas que se hacen. Porque de esa manera al final esa palabra pierde valor. Ese ha sido un gran acierto del Presidente.
Ha sabido delegar bien las vocerías y es un estilo que me parece valioso, el no estar todo los días en los micrófonos. Por eso, si tuviera que evaluar la primera semana, diría que el gran acierto ha sido el silencio de Boric, porque revaloriza la palabra del Presidente.
-¿Y en general al Gobierno?
-Me parece positivo el esfuerzo que hacen todos los ministros y ministras para estar en sintonía con la gente y tener claro que el principal foco es la ciudadanía. Eso se nota.
Ahora bien, es un gobierno en rodaje, con descoordinaciones, con interpretaciones desalineadas, porque no se conocen al interior del gabinete y todavía operan individualidades por sobre el colectivo. Cuesta coordinar a tanta gente: entre ministros y subsecretarios y autoridades son 70 personas. Cada uno tiene su carrete, su rodaje, su experiencia, y siempre cuesta mucho coordinar y homologar las vocerías para que todos estén pensando en lo mismo.
-¿Cuál es el hecho político más importante?
-Evidentemente el viaje a Temucuicui se tomó la semana. Es el hecho político militar más relevante.
Pero el primer toque de alerta de descoordinación fue lo que pasó con el cura Berríos, con quien se armó un paquete que no es justo para él. Haber homologado a todos los curas en una misma baldosa, es algo que no le hace justicia a Berríos. El episodio demostró una desprolijidad importante por parte de las personas que hicieron el acuerdo con él. Fue un mal primer paso entre el domingo y el lunes.
Después vino todo lo de La Araucanía, que va a generar repercusiones porque develó una serie de debilidades y fortalezas de diversos actores.
-¿Cuál fue el rol de Izkia Siches?
-Ella es un liderazgo bastante autónomo, es decir, ha sido presidenta del Colegio Médico, ha sido jefa de campaña. Pero es distinto pasar de un rol absolutamente autonómico a un rol de ministra del Interior donde las palabras tienen una connotación mucho más relevante. No es lo mismo enfrentar a un ministro de Salud de Piñera, desde un colegio profesional, que ser ministra del Interior.
-Más allá del resultado de este viaje, ¿cómo observas la estrategia sobre el conflicto en La Araucanía?
-Me preocupa que si el diseño era ir con ministros a Temucuicui, si ese era el comienzo del camino para lograr un proceso de diálogo y paz en La Araucanía, eso ya se hizo. Bachelet 1 ya fue con ministros. El enfoque de desarrollo en la zona siempre ha sido parte del problema de La Araucanía. La pregunta es cómo se desarticula lo que está militarizado y autonomizado y cómo se logran detener los hechos de violencia. Ese es el corazón del conflicto.
Lo otro preocupante es que todo el mundo se ha fijado en las descoordinaciones o la falta de planificación por parte del viaje de la ministra. A mí lo que me preocupa es justamente lo contrario: la planificación que hubo por parte de los que perpetraron la demostración de fuerza porque conocían absolutamente todos los detalles como para poder hacer esa acción táctica, que fue exitosa. Conocían el camino, el recorrido, los horarios, el tipo de vehículos.
O sea, hicieron una demostración muy eficaz de advertencia, y de una u otra forma el que estemos hablando solo del gobierno ha eclipsado la capacidad táctica que tuvo el grupo para hacer esto. Al parecer el grupo que perpetró la demostración de fuerza sabía mucho más de la comitiva que lo que la comitiva sabía de lo que estaba sucediendo en Temucuicui.
-La ministra habló de un manual de cómo referirse a los temas mapuches.
-El lenguaje no se puede dictaminar por manual. El lenguaje es algo que fluye, no tiene que ver con mandatos del gobierno. El lenguaje es absolutamente libre y sería un despropósito tratar de pautearlo. Las palabras se tienen que ganar en la práctica. Cuando un concepto se ajusta a la realidad la sociedad se apropia de él. Por eso, el lenguaje es vivo.
Ahora bien, lo entendí como un manual interno para las autoridades, no para la prensa. Es un típico deseo de toda autoridad que llega a La Moneda el que todos los ministros y ministras estén alineados en los mismos conceptos.
-Hablabas de la autonomía de los ministros. Hoy sale Marcel diciendo que el crecimiento no iba a ser tan alto como se pensaba.
-Marcel tiene autonomía con o sin manual. Esta primera semana hemos vistos ministros que tienen autonomía y otros no tanto, así de sencillo. Eso tiene que ver con la experiencia y entender lo que es la línea política entregada por el comité político.
-¿Camila Vallejo ha sido eficaz en el manejo comunicacional?
-Ella comunica muy bien, pero una cosa es que comunique bien y otra es que uno comparta lo que está comunicando. Son dos cosas distintas. Creo que la estrategia de bajarle el perfil a lo que pasó en Temucuicui tiene riesgos, porque fue una demostración táctica de este grupo, que dejó en evidencia que no es que iban pasando y se les ocurrió quemar un auto y conseguir dos autos más. Esa acción no fue armada tomando desayuno el día martes. Cuando le bajas el perfil a ciertas acciones que son graves, no es positivo.
-Otro concepto discutido fue el de presos políticos.
-Hubo una descoordinación conceptual sobre el tema de los presos políticos. Tener una conceptualización laxa donde quepa todo es algo que de una u otra forma desmerece a los presos políticos de verdad. Cuando uno piensa en presos políticos, piensa en los presos políticos que generó la dictadura. Personas encerradas, detenidas desaparecidas, presos políticos que sí eran víctimas que habían sufrido la ausencia de derechos fruto de sus ideas. Y si eso lo homologan con una persona que saquea un supermercado es muy injusto para los primeros.