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Vivir en un “ruco”: el complejo desalojo de las carpas del Parque Forestal y Barrio Yungay

Vivir en un “ruco”: el complejo desalojo de las carpas del Parque Forestal y Barrio Yungay
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Aunque fue criticada al principio de su gestión por mano blanda contra el comercio callejero y las carpas -o “rucos”- de indigentes, Irací Hassler (PC) ha hecho varios operativos para despejar algunos sectores. Para Mario Desbordes (RN), sin embargo, Santiago vive “un ambiente de absoluta pérdida de control, de ausencia de Estado”. Los vecinos alegan que se han convertido en foco de delincuencia. Pero las personas en situación de calle se resisten a partir y vuelven a instalarse.
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Cuando aparecieron las carpas. Después del estallido, cuentan vecinos del Parque Forestal, comenzaron a verse numerosas carpas bajo los centenarios árboles del sector. En ellas viven parejas, grupos de amigos o parientes. También se observan en otras partes de Santiago, como el Parque Portales -en el mismo barrio Yungay, donde hoy vive el Presidente- e incluso en el bandejón central de la Alameda.

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En realidad no son carpas sino “rucos”, como los llaman quienes viven allí. Anthony, un tipo de unos 30 o 40 años, con el rostro marcado por el sol, lleva viviendo en la calle prácticamente toda su vida. Su papá lo golpeaba y él se escapó de la casa. Dice que los rucos se llaman así porque “cuando uno era chico, cuando uno era guagua, la mamá te cantaba arrurrú mi guagua. Y de ahí viene el ruco”.

Es un vendedor callejero. Tiene su puesto frente al Mercado Central. Durante el día, pone una frazada en la vereda, donde termina el Parque Forestal, y vende ropa y todo tipo de cosas “a luca”. Tiene un “ruco” al lado. Le importa aclarar que “no todos los que vivimos en la calle somos alcohólicos y drogadictos”.

Mario Desbordes, candidato a alcalde de Santiago por Chile Vamos, dice que “los rucos se dan en el contexto de decenas de incivilidades. Yo soy un ferviente partidario de la teoría de William Bratton de las ventanas rotas. Y cuando tú estás permitiendo incivilidades que van desde el desaseo, las pinturas en los muros, la mugre, la basura, las orinas, los rucos y muchas otras infracciones menores, el resultado es que se ha ido avanzando en Santiago a un ambiente de absoluto pérdida de control, de ausencia de Estado, etcétera”.

La ruta de la cuchara. Anthony cuenta que “la gente llega a la calle porque tiene problemas en la casa, porque les pegan los papás, porque abusan de ellos. Yo vivo ahí en un ruco, hace mucho tiempo. Y ni me acuerdo. Saco la electricidad del alumbrado público. El que sabe, sabe. Vemos la tele con mi señora, que es esquizofrénica, incluso los partidos de la selección”.

Dice que aunque los desalojen siempre van a volver. “Empezaron a sacarnos del sector alto del parque y nos hemos ido corriendo hacia el poniente”. El tema de la alimentación lo tiene resuelto. “Para comer lo que hacemos es la ruta de la cuchara. Vamos recorriendo distintos sectores donde se puede comer gratis; por ejemplo, en la mañana vamos a la iglesia a tomar desayuno. Después, más tarde, hay una zona en Recoleta, donde se junta gente que nos da comida, gente que se organiza para ayudar a la gente más pobre. Y después, vamos a La Vega, donde también hay gente que se organiza y nos da comida. Esa es la ruta de la cuchara”.

La respuesta de Hassler. Irací Hassler (PC), alcaldesa de Santiago, quien va a la reelección, dice que “el problema de las personas en situación de calle (PSC), es un problema nacional que requiere más recursos y presencia del Gobierno”. Desde hace un tiempo, el municipio ha hecho despejes de “rucos” en lugares como Alameda, Parque Forestal y Barrio Yungay. Pero la mayoría se resiste a dejar ese estilo de vida.

Se calcula que hay 21.126 personas que viven en esa situación. Pero la cobertura a nivel nacional sólo alcanzaría al 13% de ellas, es decir para 2.479 camas, dicen en el municipio.

La alcaldesa explica: “En la comuna tenemos un catastro de 1.414 personas, quienes no sólo presentan problemas sociales, también, algunas de ellas, se asocian a delitos de drogas y violencia. Resolver este problema, es resolver también un problema de seguridad y mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos y vecinas”.

Ambiente de descontrol. Hassler, quien fue cuestionada al inicio de su gestión por anunciar que otorgaría mil permisos para el comercio callejero, ha sido criticada por el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, de su mismo partido: “Tenemos diferencias en el trato de la gente en la vía pública… Nosotros hemos tratado de ordenarlos, formalizarlos, pero no los andamos persiguiendo como en Providencia, pensando que podrán moverse a la Luna u otro planeta. En Santiago hay un despeje también, y son políticas que no son compartidas por nosotros”, dijo Jadue en The Clinic.

El ex ministro de Defensa, Mario Desbordes, cree en la tolerencia cero frente a los delitos . “Santiago tuvo 66 homicidios el año pasado y Puente Alto, que tiene más habitantes, tuvo 33. Santiago tuvo el triple de los homicidios de Maipú. En Santiago se ha generado un ambiente de descontrol, un ambiente de ausencia del estado, de inseguridad y los rucos son parte de eso y hay que erradicarlos. Por supuesto que hay que evaluar cada situación social en su mérito. Pero la primera prioridad es ordenar, limpiar y recuperar en la comuna estándares mínimos de aseo, de limpieza, de orden, que son fundamentales para empezar a enfrentar la enorme cantidad de delitos que se cometen”.

Sin estadio. La alcaldesa Hassler cuenta que hasta el 30 de abril, el municipio ha materializado 328 operativos. Una interrogante de este año, pensando en el invierno que viene, es que no contarán con el apoyo del estadio Víctor Jara. “Años anteriores había alternativas masivas, como la apertura del Estadio Víctor Jara, que tampoco era perfecto, pero para la época de invierno era oportuno. Hoy la cantidad de disponibilidad es demasiado acotada, lo que nos preocupa”.

Marisol, que duerme en un “ruco”, lleva un tiempo vendiendo en la calle y está molesta con los últimos operativos. “Yo no sé de comunismo ni de política, pero me llama la atención que la alcaldesa manda a los carabineros y a la fuerza nos sacan de acá. Pero no nos vamos a ir”. Al lado suyo está Jorge, también en situación de calle, quien afirma que forcejeó con un carabinero y quedó con un fuerte dolor por un golpe en la costilla.

Pero Anthony asegura que los carabineros no usan la fuerza contra la gente, salvo con los que se resisten. “Y ahí a veces hay golpes y todo eso. Pero es mentira que los carabineros estén haciendo uso de violencia desmedida”.

Foco de delincuencia. Como cuenta una persona conocedora del problema, “cuando hay rucos, los vecinos reclaman al Municipio, porque dicen que son usados para robar. Ya no es el borrachito o el adicto en situación de calle de antes. Ahora hay otro tipo de comportamiento, más agresivo”.

El Parque Forestal, en sus primeras cuadras, se nota más limpio y sin carpas. Pero basta acercarse al solitario Mercado Central -donde mozos desesperados persiguen a probables clientes- para encontrarse con varios “rucos”. Incluso han sido parte del Censo. “Uno se acostumbra a esta vida, aunque sea feroz”, concluye Anthony.

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