¿Qué pasó en Lo Valledor? Es el centro neurálgico desde donde procede la mayor parte de los alimentos de la capital: acá están las frutas, verduras, quesos, pastas, conservas, carnes, pescados, abarrotes, que cada día consumen los santiaguinos, sin mencionar la comida para animales. Es difícil nombrar un producto que no esté en sus 33 hectáreas y 1500 locales. Pero en los últimos años las bandas delictuales extranjeras se han ido apoderando del barrio.
“Yo llevo 40 años trabajando acá con mi señora”, dice Víctor, dueño de un local que es una especie de almacén italiano. Tiene unos 70 años. Vende buenos productos, pero reconoce que “el barrio se ha echado a perder. Todo cambió en 2019, igual que Chile. Nosotros sabemos cómo era el país antes, mucho más seguro”.
Balas en el mercado. Una evidencia del aumento de la inseguridad es lo que sucedió en la mañana de este lunes, cuando una mujer disparó seis balas hiriendo a un guardia, a un camarógrafo y al Director de Comunicaciones de Lo Valledor, Bruno Ballestrazzi. Todo grabado en vivo por la TV.
Bruno cuenta muy calmado lo que pasó. A él le llegó rozando una bala en el brazo. No es grave, pero tiene una marca importante. Él fue camarógrafo en guerras como Afganistán y comenta: “Yo puedo conversar contigo porque la saqué barata. Tengo el impacto por un rebote. Una de las seis balas que disparó la señora, que es drogadicta de calle ambulante”.
“Peleó con los guardias muchas veces. Les tiró agua caliente. Y si ves el video maneja el arma. Es un revólver. Tienes que ejercer presión en el gatillo para que dispare. Y eso hay que saber hacerlo porque no es llegar y apretar el gatillo y quedarse en blanco. Se necesita fuerza y conocimiento para disparar tantas veces, apuntando a tres personas”.
“Ella se ensañó con el guardia nuestro. Le disparó frontalmente y la bala le entró al lado de la ingle. Pasó por el costado de la femoral. Hubiese muerto desangrado si le pega a la femoral. Le rompió una zona alta del fémur. Está súper delicada su situación, a pesar de que está fuera de riesgo vital”
El otro herido es el camarógrafo de Chilevisión: “Le llegó la parte estomacal abajo del ombligo, al lado izquierdo. Eso significa mucho dolor. Pero lo operaron, está fuera de peligro. Va a tener una rehabilitación bastante larga”.
El dueño del almacén italiano, Víctor, explica: “La delincuencia ha existido siempre, pero ahora se masificó y se puso mucho más violenta. Hoy es algo normal. Y aquí se nota”. Una vez un venezolano robó 50 millones de pesos en el Mercado, relata Ballestrazzi. Y en otra oportunidad le llegó un disparo a un vecino locatario.
Al mismo Víctor lo han asaltado. Fue el año pasado en la calle La Rural. Y también a Marco, un empleado suyo, que fue a depositar plata al banco. El problema también es el entorno del Mercado, poblado de bandas y traficantes.
“Todo esto ha afectado bastante al negocio. Uno nota el nerviosismo en la gente, porque andan todos asustados. Después de que me asaltaron, me cambié de casa. Me fui al campo. Porque se puso muy inseguro en la noche”. Cuenta que su hijo trabaja en la noche, cuidando el negocio. “Anda mucho compadre extranjero, sapeando, para robar. En un barrio que era bastante tranquilo, ahora hay asesinatos y secuestros, hartas cosas que antes no se veían. Yo andaba tranquilito en la noche cuando joven, pero ya no”.
Tráfico. Un problema que ha aumentado muchísimo es la venta de drogas. Basta caminar por la calle La Rural, para que un par de tipos te ofrezcan marihuana o “falopa”. Jaime y Peter se dedican a eso. “Lo que quieras te doy”, dicen. Cuentan que consiguen droga en la población al sur de Lo Valledor. Son peligrosos.
Aunque la administración de Lo Valledor decidió en un momento no dejar entrar a extranjeros irregulares, en el barrio se da una mezcla llamativa. Peruanos, venezolanos, haitianos, colombianos conviven con chilenos, si bien en algunas sectores aledaños a La Rural hay bandas extranjeras, especialmente venezolanas que cometen robos sobre todo en las noches. Es un peligro salir a la calle después de las 10 pm.
Reunión en La Moneda. La ministra del Interior y Seguridad Pública, Carolina Tohá, el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, y el de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, se reunieron en La Moneda la tarde de este lunes con dirigentes de Lo Valledor y la Vega Central de Santiago.
Ballestrazzi dice que fue una reunión positiva: “No estamos discriminando. Lo que queremos es que entren personas con documentos válidos de identidad. No queremos indocumentados que son ilegales en nuestro país. Estamos rigiéndonos por las mismas normas que cuando tu condominio te piden el carné. Al llegar a las puertas, van a mostrar su carnet y le van a decir pase. Eso es todo”.
El bar. El lugar donde se juntan los trabajadores después de jornadas que suelen ser de 10 de la noche a 10 de la mañana se llama Jalo Mulchen. Es más bien una botillería con sillas y mesas. El lunes al mediodía todos hablaban de la mujer que le quitó la pistola a un guardia y dejó gravemente heridas a dos personas. “Este barrio se fue a la cresta”, dice un joven llamado Alejandro, que comparte mesa con dos amigos.
Todos trabajan en Lo Valledor, al que llaman La Vega, tal como el sitio en el centro de Santiago. Un señor de edad, preocupado por las noticias, dice: “Quieren cerrar La Vega”. Pero un compañero responde: “El comercio nunca muere”.
Víctor, que vende conservas de tomates, spaghetti, aceite de oliva, queso parmesano, entre otras muchas cosas, comenta: “Nosotros tenemos empleados extranjeros, porque los chilenos no quieren trabajar en esto. Además, tenemos siempre un problema: el chileno fuma mucha marihuana. Yo por la experiencia que tengo prefiero extranjeros”. Su hijo se casó con una paraguaya, nacionalizada chilena, quien atiende la caja registradora. No hay mucho movimiento.
“Aquí siempre se ha oído que venden droga. Una vez a esta calle llegaron unas 20 patrullas. Por ahí había un almacén que dicen que traficaba. Chile cambió 100%. Vivimos perseguidos, con miedo”. La calle La Rural, de hecho, era parte de Lo Valledor y varios consultados dicen que era más segura. Pero ahora es independiente de la feria.
Del trópico. Una mujer peruana, de Trujillo, cuenta que lleva poco más de dos años trabajando el el mercado. “Ahora está más inseguro”. Fue asaltada una noche en La Rural. Dos tipos le pusieron cuchillos en el cuerpo y tuvo que entregar su celular. Se cambió de casa y ahora anda más tranquila, pero no se recupera del susto.
Sobre la medida de pedir carnet, dice: “Por una parte está bien y por otra parte está mal porque nosotros, los extranjeros, trabajamos honradamente y por culpa de otros nos perjudican. Nos dijeron desde hoy día no iban a dejar a ningún extranjero sin carné. Pero cuesta mucho hacer el papeleo”.
Al salir de Lo Valledor, un haitiano que trabaja en una esquina vendiendo bebidas se lamenta de lo mismo. Peter y Javier, al parecer indigentes, siguen a la siga de algún incauto.