-En la elección del 7 de mayo se registró un récord histórico de nulos, 17%. Y 4,5% de blancos. ¿Qué significado tiene este resultado?
-En anteriores ocasiones teníamos el nulo en elecciones de diputados, por ejemplo, de 10 puntos. Es una cifra alta, pero no es una cifra tremendamente alta, considerando que ese 10% de nulos y blancos era bajo inscripción automática y voto voluntario Un punto bien importante es el bajo nivel de información que había en esta elección y el bajo nivel de movilización, que se complejizaba aún más porque teníamos los pactos, que se llamaban distinto a como tradicionalmente se han llamado.
-La palabra Chile se repetía en casi todos.
-Teníamos Todo por Chile, Unidad para Chile, Chile Seguro y todo era muy parecido. Era confuso, había poco nivel de información y además recordemos que también se da en un contexto de voto obligatorio en que entró un grupo muy importante de personas a votar a partir del plebiscito de salida del 4/S. Pero esa era una elección muy simple, Apruebo o Rechazo, había un enorme nivel de movilización política y de información.
-¿Y qué pasó acá?
-Un grupo importante de la población no sabía cómo votar. Teníamos cinco listas cada una con varias candidaturas en cada una de ellas y las personas no tenían muy claro el sistema de votación. Yo fui vocal de mesa, lo viví en carne propia por las preguntas que hacían y lo que he escuchado de varios vocales de mesa. Había mucha desinformación.
-¿La responsabilidad del Gobierno es relevante?
-Yo creo que ahí hubo un una falencia en términos de la provisión de información. La gente no conocía las candidaturas y hubo muy poca difusión. Faltó un esfuerzo de comunicación, que hay que tomarse en serio para disminuir la proporción de votos nulos y blancos por desconocimiento de cómo votar.
Además, hay otro factor que importa: el desinterés, la apatía por la política (mientras otros temas como seguridad copaban la agenda). Y hay un tercer factor, que es la complejidad del voto por la cantidad de candidaturas. Con Loreto Cox hicimos una investigación que demostró que al aumentar listas y las candidaturas aumenta la cantidad de votos nulos y blancos. Y también aumenta en mesas con menor nivel de educación. Ahí de nuevo cobra mayor relevancia la movilización política y la información respecto de las listas, y sobre cómo votar.
-¿Eso es responsabilidad del gobierno?
-La campaña informativa del Gobierno fue bastante débil y tardía. Pero más que pensar en culpabilidades o responsabilidades, hay que pensar hacia adelante, dado que ahora el voto es obligatorio: cómo tomarnos en serio la educación de la ciudadanía para que eso no vuelva a suceder, que la gente entienda cómo se debe votar.
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-¿Hay un porcentaje de rechazo al sistema o a la democracia? Porque algunos decían -sin mucho rigor- que sumando los nulos con los blancos era el segundo partido más votado de Chile.
–Los nulos y blancas son una combinación de factores. Hay un porcentaje de protesta o de rechazo al sistema. La magnitud de eso, no tenemos los datos ahora para poder evaluarlo. Pero si vemos en las encuestas CEP, hay un aumento del desinterés. O sea, yo creo que hay un porcentaje que efectivamente puede ser de rechazo o de protesta al sistema, pero también es un factor muy importante que es de desinterés y de apatía hacia la política. No es un grupo homogéneo.
La elección de segunda vuelta, donde participó un 58%, tuvo solo un 1% de votos nulos y blancos. Pero la elección de diputados estuvo cerca de un 11% de nulos y blancos. Claramente que para esa elección esa hipótesis no se sostiene porque quienes están rechazando el sistema debieran rechazar tanto la elección presidencial como la de Diputados. Y no vemos eso, sino que vemos una gran diferencia con la de diputados, que está más bien asociada probablemente a una falta de información, falta de interés en las candidaturas y también a la complejidad que implica la elección.
-¿Puede estar relacionado con una caída en la valoración de la democracia que hemos visto en algunas encuestas en Chile?
-En la encuesta CEP ha caído la valoración de la democracia. Hicimos un análisis con la participación electoral, y vemos que entre aquellos abstencionistas duros, los que no votaron en ninguna de las elecciones, tiende a haber menor preferencia por la democracia, pero sobre todo una mayor anomia, o sea, un menor interés o una percepción que da lo mismo un gobierno autoritario versus un gobierno democrático.
-Pasar de la izquierda de la Convención a la derecha en esta elección, ¿qué dice eso de la sociedad chilena?
-Hay que recordar que la acción de la Convención fue en un contexto político bastante especial. Muy cerca del estallido, participó un 43% de la población. Y teníamos listas de independientes en el que no necesariamente los votantes identificaban a los candidatos como efectivamente después se comportaron políticamente. Porque si uno ve su comportamiento en términos de votaciones, se alinearon mucho con el Partido Comunista. En segundo lugar, si uno ve las distribuciones de izquierda, derecha o en ciertos principios vemos algunos cambios, pero se mantienen en 1/3 los que no se identifican en nada, 1/3 los que se ubican en el centro; e izquierda y derecha el otro tercio. Esto puede ir subiendo un poco y bajando. Si vemos los resultados de primera vuelta, Apruebo Dignidad, no sacó más del 25% de los votos. Y lo mismo con José Antonio Kast.
Lo que pasa es que ya en la segunda vuelta, compiten estos dos candidatos que representan los dos extremos, que dan la impresión de un cambio brusco. Pero si revisas la distribución de preferencias de la población, no es un péndulo en que se mueven de un extremo al otro cada dos o tres años.
-Pero hay posturas que van cambiando, en el estallido muchos apropaban las protestas violentas.
-Quizás el único ejemplo más claro en que vemos un cambio importante es en términos de justificación de distintas formas de protesta que bajó muchísimo. Y también esta pregunta que hace el CEP sobre de libertad y orden.
-Ahora es más fuerte el orden.
-Claro, volvió a los niveles anteriores. En el periodo del estallido había bajado. Fue el mayor cambio que tuvimos en la encuesta. Al igual que la justificación del uso de la fuerza de Carabineros, confianza en Carabineros, que también volvieron a niveles altos o relativamente altos.
-¿Se acabó el ciclo, que comenzó con el estallido?
-Yo creo que en política uno no puede dar nada por definitivo. Lo que podemos decir es que si uno mira las respuestas de la ciudadanía en términos de preferencias y actitudes, están volviendo a niveles similares a los pre estallido.
-¿Pero queda algo de octubrismo?
-Si uno identifica por octubrismo la justificación de formas más violentas de protesta, vemos que bajó sustantivamente.