Esta noche después de “Teletrece central”, un nuevo capítulo de “De tú a tú” por Canal 13 tendrá a Martín Cárcamo conversando con la periodista y animadora Julia Vial.
La actual mujer a cargo de “Sígueme” recibirá a Martín en su casa, decorada con un “ojo turco” para las buenas vibras en la puerta y con muchos cuadros de cómics colgados en sus paredes, incluyendo un “Akira” original, un Themo Lobos y un Pepo, además de una impresionante colección de figuras de cómics en un mueble.
“¿Cachai lo que es limpiar esta cuestión? Están todos, es un museo”, reconocerá la animadora, agregando que la colección pertenece a su ex esposo, el crítico de cine Leopoldo Muñoz. “Él tiene una factoría del cómic que se dedica a hacer exposiciones de artistas chilenos y extranjeros. Son los originales, es una verdadera joyita”, desclasificará.
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Además, en la escalera cuelga enmarcado un manifiesto firmado por Nicanor Parra y un cuadro pintado por la primera esposa del poeta Pablo Neruda, Delia del Carril. “Mis abuelos eran amigos de Neruda, supuestamente lo escondieron y lo sacaron por Pirque. Está el mito de que el poema ‘El Paico’ se lo escribió a mi abuelo, porque a él le decían así”, narrará la periodista sobre su conexión con Neruda.
Finalmente, destaca en el velador al lado de su cama una foto de Pili, una de sus mejores amigas desde la universidad, quien murió hace pocos años. “Para mí ha sido uno de los dolores más grandes de mi vida. Estaba en tratamiento del cáncer en España y no alcancé a verla. Me fui a España por un día, de martes a miércoles, pero cuando aterricé ya era demasiado tarde”, contará.
Una infancia de incertidumbre
La última de siete hermanos, Julia nació en una familia que siempre lidió con la enfermedad de su padre, diagnosticado a los 27 años con un problema al corazón.
“Lo desahuciaron, le dijeron a mi mamá que lo dejara morir, porque no había operación ni nada. Mi mamá dijo que no se iba a quedar viuda a los 24 años con dos hijos, así que lo vendió todo y se lo llevó a Houston donde le pusieron una válvula. Eso le dio una sobrevida de 50 años más”, contará la ex animadora de espacios como "Pantalla abierta" e "Intrusos".
Sin embargo, esto hizo que toda su familia viviera sabiendo que su padre podía morirse en cualquier momento. “Mi viejo era un ave fénix, con esta incertidumbre constante no sabía nunca cuándo iba a partir, entonces era un sibarita, un gozador de la vida. Echo de menos lo libre que era, me gustaría ser la mitad de lo libre que él era. Por ejemplo, un día decidió ser actor, y empezó a salir en comerciales”, recordará Julia.
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Tarde o temprano su salud se deterioró y quedó claro que le quedaba poco. “Un día llego a ver a mi viejo y estaba deshecho, porque estaba tratando de hacer un cheque y me dijo ‘Se me olvidó mi firma’. Tuve que ayudarlo a recordarla (…) El último domingo lo fui a ver y me dio una mirada como diciendo ‘No puedo más, suéltenme’. Y tres días después se murió. Ya no daba más, nosotros éramos los que lo teníamos agarrado”, declarará la periodista.
Acorde al estilo de su padre, él les había pedido a sus hijos que lo cremaran y lo dejaran en un supermercado, “porque así se aseguraba de que todos fuéramos una vez a la semana a verlo”. Finalmente lo cremaron y lo lanzaron al mar, no sin una anécdota: el viento en contra los hizo quedar llenos de cenizas.
Su hija Julia
Según Julia, en el amor era “medio mañosa, como yegua. Nada me gustaba, tres meses y chao. Pololeé 4 o 5 veces no más”. Finalmente, se casó con el crítico de cine Leopoldo Muñoz tras una curiosa pedida de mano: para una Navidad le regaló la película “La ventana indiscreta” de Hitchcock en VHS y al abrirla encontró un algodón con un anillo de compromiso.
“En vez de entender que me estaban dando anillo dije ‘Tráfico de joyas’. Me tuvieron que decir que me estaban pidiendo matrimonio”, reirá.
Luego de siete años de matrimonio decidieron tener hijos, y resultó por embarazo asistido tras tres intentos. Cuando tenía tres meses de embarazo, de vacaciones en Cuba, la periodista tuvo una curiosa conversación que la dejó intrigada.
“Converso con una mujer y me dice que yo estoy embarazada y que tienen un examen para determinar si vienen con síndrome de down. Yo tenía 3 meses no más, ella me lo dijo a pito de nada y no supe qué contestar”, rememorará. Luego de volver a Chile, en una ecografía, el doctor le dijo que la guagua viene con trisomía.
“El doctor me hace la ecografía, me dice ‘sí, la guagua tiene trisomía. Reza para que sea down’, y se va. Fue como un balde de agua fría, yo tenía 32 años y nunca nos pusimos en ese escenario. Yo salí de esa consulta llorando, no entendiendo nada, sola, estaba como noqueada, como que me pegaron un combo”, rememorará.
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Tras la confirmación del diagnóstico, Julia pasó cuatro días llorando. “Me levantaba con la cara hecha pebre, iba a la pega, hacía el programa como si nada, y volví a la casa a llorar”, confesará.
Finalmente, cuando se lo contó a su familia, la reacción de ellos la hizo cambiar el chip. “Me dijeron ‘Ya, ¿y? ¿Cuál es el punto? Lo que importa es que estás embarazada, saquemos la champaña’. Ahí me di cuenta de que estaba puro dando jugo. Y desde entonces me puse a pensar, investigar y ver cómo hacer que mi hija fuera lo más feliz posible, lo más independiente posible y la mejor persona posible. Ahí partió otra Julia, otro embarazo, otro proceso”, narrará.
Luego, cuando habló de su embarazo en una entrevista a revista Caras, Julia decidió omitir que tenía Síndrome de Down. Y nuevamente su familia la hizo cambiar de perspectiva. “Le dije a mi viejo y él me dijo que contara la verdad, que no es por mí, es por otras familias que podrían estar pasando por lo mismo. Y dije ‘Oh, verdad’. Y llamé a la periodista, le dije que botara la entrevista y que le iba a dar una de verdad. Desde esa época muchas veces me llaman y hago acompañamiento a mamás que se enteran en el parto o después, para darles luces de lo que ha sido mi experiencia”, indicará.
Su hija Julia, hoy de 14 años, es la luz de sus ojos. “Es lo máximo, es una guerrera. Es mi orgullo, yo lloro hablando de ella. Si yo pensaba que la vida era una cosa, la Juli me enseñó que la vida no tiene nada que ver con lo que yo pensaba. Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ha sido un aprendizaje constante, me enseña todos los días, siempre. Quiero que sea una mujer independiente, que pueda vivir sola el día de mañana, que pueda trabajar, andar en micro, no depender de nadie. En eso estoy trabajando hoy”, manifestará.
Un gran susto
La periodista recordará un incidente que la hizo sentir temor por la integridad de su hija hace algunos años, cuando una fanática suya con discapacidad intelectual empezó a abordarla a la salida del canal para preguntarle por Julia. “Tenía una fascinación y era muy insistente en que quería ver a la Juli, que quería tomarse una foto con ella. Hasta que no sé cómo averiguó el colegio de la Juli, llegó allá y dijo que yo la había mandado a buscar a la Julia”, contará Vial.
Cuando la llamaron del colegio para decirle, la animadora llegó rápidamente y retó a la joven. Luego, ya en casa, dio con un hermano de la mujer y le contó lo ocurrido. “Le dije que yo entendía que no había maldad involucrada, pero que esto a los ojos de otras personas iba a terminar con ella presa, entonces tenía que hablar con su hermana para que eso no volviera a ocurrir. Y nunca más volvió. Le bajé el perfil y no lo denuncié porque yo entendía que ella tenía una discapacidad, entonces si mi hija mañana tuviera que enfrentar una situación similar, me gustaría que algún familiar explicara el contexto antes de tener que ir a Carabineros o Tribunales”, explicará el ex rostro de La Red.
Desde entonces, Julia cuenta que decidió no volver a subir fotos de su hija donde se vea su rostro.
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Incompatibilidad genética
La llegada de su segundo hijo, Leopoldo, hoy de ocho años, también fue compleja, ya que fue gestado in vitro. Y se requirieron varios intentos. “Primero fueron mellizos y quedó una sola guaguita, y venía con trisomía 18, incompatible con la vida. Vivió como cuatro meses hasta que dejó de crecer y dejó de latir”, recordará la figura de TV.
Fue entonces que un doctor les dijo a ella y su esposo que tenían posible incompatibilidad genética, y debían considerar comprar óvulos, comprar espermios o adoptar. Sin embargo, decidieron intentarlo de nuevo in vitro.
“Fueron momentos duros, yo ya no me reconocía en mi cuerpo, el nivel de hormonas y de irritabilidad. Yo era un demonio, no me soportaba a mí misma”, confesará Julia.
Finalmente, se llevó a cabo una gestación y Leopoldo nació un 24 de diciembre. “Fue el mejor regalo de Navidad”, manifestará la periodista.