Expertos eligen las cinco mejores canciones de las bandas icónicas de la música chilena
Parte I: Los Prisioneros
La voz de los 80
Una canción extraordinaria, bomba lírica de ritmo perfecto, llamado de atención empujado con una energía solo viable en la adolescencia. El relato musical atrapa desde el primer golpe de batería gatillado como si anticipara una noticia urgente, que despierta un fraseo tenso de bajo y guitarra. Luego la voz enervada proclama una nueva época y desahucia lo previo -“los hippies y los punks tuvieron la ocasión de romper el estancamiento”-, como reivindica mucho antes que Ricky Martin, Molotov, Shakira y Calle 13, el momento de Latinoamérica -“sangre latina necesita el mundo, roja furiosa y adolescente”-. Jorge González impone de inmediato un par de rasgos artísticos constantes hasta hoy: lecturas sociales al hueso y labradas líneas de poesía. Cuando La Voz de los 80 empezó a ser programada una y otra vez en la desaparecida radio Galaxia en 1985, junto al video que circulaba en el programa Éxito de Canal 13, no tenía comparación. Nadie cantaba así en el Chile de Pinochet. Album: La Voz de los 80 (1984)
Nunca quedas mal con nadie
“¡Y sólo eres una mierda buena onda!”. Por la radio podías escuchar un garabato gritoneado y era alucinante, línea de alto impacto más encima en envoltorio bailable, gracias al saltarín ska que sacudía toda la canción. Esperabas pacientemente a que la pasaran para grabarla (soltar el botón de pausa mientras play y rec seguían presionados), y así más tarde repasar una y otra vez en un personal stereo un discurso implacable y audaz. González nuevamente saca al pizarrón a una generación anterior. Acá el remitente era el Canto Nuevo, movimiento musical de alambicados versos, entonaciones lacrimógenas y relamida musicalidad, que trataba de reclamar contra la dictadura. Algunas historias dicen que estaba dedicada a Miguel Piñera, otras apuntan a Eduardo Gatti, Fernando Ubiergo y Oscar Andrade. Album: La Voz de los 80 (1984)
Muevan las industrias
Esto fue como, espera, dónde están las guitarras, que pasó con la batería, de dónde salieron estos teclados. Los Prisioneros se reinventan por completo en su segundo álbum Pateando Piedras, y se despiden del punk rock para convertirse en una banda de vanguardia, con un líder capaz de componer música en ordenadores tal como lo hacía Depeche Mode y bandas electrónicas similares, representantes de lo más avanzado en el pop de aquel período. Un himno que exigía trabajo en tiempos que los índices de cesantía en Chile eran sinónimo de hambre y miseria. Album: Pateando Piedras (1986)
El baile de los que sobran
Aquí hay una paradoja. De alguna forma es una tragedia que este tema siga siendo un himno casi 30 años después. Encarna una crítica feroz al sistema educacional chileno con observaciones aún plenamente contingentes, que retratan una estructura destinada a mantener y acrecentar incluso las diferencias sociales, con el triste saldo de generaciones mal instruidas y empobrecidas. Todo eso en una canción de pop rock. En términos musicales combina con naturalidad un sencillo rasgueo en guitarra acústica (arreglo registrado al final de la grabación), el nervio bailable siempre primordial en el trío, y un decorado algo naive -el sampleo del ladrido de un perro-, que timbra una chilenidad conmovedora. Album: Pateando Piedras (1986)
Tren al Sur
La mejor canción pop de Los Prisioneros y a la vez el primer éxito solista de Jorge González, aunque la carátula del álbum Corazones lleva el nombre del grupo. Producido por el ganador del Oscar, Gustavo Santaolalla, demuestra cómo el líder tenía para ofrecer más que rabia y agudezas. Curiosamente el tema por si solo no tuvo impacto. Pasó medio año en radio sin conquistar rotación, hasta que el video lo convirtió en un éxito. ¿Detalles? La melodía del teclado está ligeramente basada en Touched by the hand of God de New Order. Fue Santaolalla el de la idea de detener el ritmo en el último tercio recreando la parada de un tren, lo mismo el decorado del charango. La letra, más que nostalgia ferrocarrilera como se puede suponer, alude al deseo de huir un rato de un tormentoso amorío del cantante en aquel tiempo. También está ligada a su primera experiencia con LSD, de ahí la idea del viaje. Según González, “Tren al sur tiene que ver bastante con el trip que tomé, uno de los tres que valieron la pena”. Album: Corazones (1990)