El fin de semana, en un histórico proceso electoral, fueron elegidas las 155 personas que integrarán la Convención Constitucional, es decir, quienes tendrán la tarea de proponerle a Chile una nueva Constitución.
Desde su instalación –que debiese ser, a más tardar, dentro de la primera semana del mes de julio– los constituyentes tendrán un plazo de nueve meses, prorrogables por tres meses por una sola vez, para redactar y aprobar una propuesta de la nueva Carta Fundamental, que luego debe ser ratificada o rechazada en un plebiscito nacional.
[INTERACTIVO] Así quedó la Convención Constitucional: Las 155 personas que escribirán la carta magna
Para todo esto los 155 miembros del órgano tendrán dos sedes de trabajo: la principal estará ubicada en el edificio del ex Congreso, donde se desarrollarán las comisiones y sesiones plenarias, mientras que en el Palacio Pereira los constituyentes tendrán sus oficinas compartidas.
Palacio Pereira: la historia del edificio que albergará la Convención Constitucional
Con el primer trazado de Santiago, el terreno donde más tarde se levantaría el Palacio Pereira quedó en el límite poniente de la ciudad, en lo que hoy es la esquina de Huérfanos con San Martín, en la comuna de Santiago.
De acuerdo con la reseña del Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, el terreno fue plantado con viñas y mantuvo su uso agrícola hasta avanzado el siglo XVIII, cuando hacia 1793 los planos de Santiago muestran por primera vez la manzana dividida en seis solares.
Luis Pereira Cotapos, hijo de José Luis Pereira, coronel del Ejército Libertador que se radicó en Chile, compró la esquina norponiente del terreno en 1872. Este hombre público; quien fue diputado, senador y ministro de Relaciones Exteriores, acumuló una gran fortuna proveniente de explotaciones salitreras y propiedades agrícolas, a las que sumó las inversiones hechas en la Viña Santa Carolina, que fundó en 1875 y la bautizó así en honor a su esposa, Carolina Iñiguez.
El proyecto para la construcción del palacio en los terrenos recién adquiridos fue encargado al arquitecto francés Lucien Henault, quien llevó a cabo varias de las construcciones más características de Santiago de la segunda mitad del siglo XIX; entre ellas, además del Palacio Pereira, el Congreso Nacional, la Universidad de Chile y la casa del Almirante Blanco Encalada.
Destaca por su estilo clásico, con elementos del renacimiento francés del siglo XVII, que da cuenta del eclecticismo imperante en la época. Es un volumen de edificación continua, que se distingue por el acceso, que presenta un doble juego de columnas en sobrerrelieve –de orden jónico en el primer piso y corintio en el segundo– y un frontón triangular con un motivo decorativo. Este diseño se repite en los módulos de todas las fachadas visibles.
Desde su edificación, el palacio ha sufrido transformaciones y considerables daños. Carolina Iñiguez habría modificado el interior dividiéndolo en varios departamentos, abriendo también dos nuevas puertas, una por calle San Martín y la otra por Huérfanos.
Posteriormente, el edificio estuvo en manos de diversos propietarios, los cuales hicieron serias transformaciones, y desde 1970 en adelante perdió gran parte de sus molduras y pavimentos de mármol. De ahí pasó a manos de la constructora Raúl del Río y Cía., con un alto grado de deterioro y en muy mal estado de conservación.
El 30 de diciembre del 2011, el gobierno de Sebastián Piñera concretó la compra del Monumento Histórico Palacio Pereira, iniciando con ello el primer paso en la recuperación de este emblemático inmueble del centro de Santiago.
Las obras comenzaron en 2016 y con ellas se recuperó el actual edificio, el cual una vez que finalice el proceso de elaboración de una nueva Constitución, presentado para este fin por el presidente Piñera en enero pasado, se espera que cumpla con los planes originales de albergar las nuevas sedes de la DIBAM y el CMN.