Fueron varios factores los que empujaron el año pasado a la familia Alvo a vender el Grupo Alca -una de las importadoras y distribuidoras de alimentos más grandes de Chile- a Patria, el gigante brasileño enfocado en inversiones alternativas.
Primero, el escenario político estaba revuelto, marcado por una elección presidencial polarizada y un proceso constitucional poco equilibrado. Pero hubo otro factor: a la mujer de Alberto Alvo, gerente general y representante de la familia controladora del grupo, le diagnosticaron cáncer. “Fue ahí cuando dije: ‘Quiero enfocarme en cuidar a mi señora’”, confiesa desde su oficina en Las Condes.
Desde principios de 2022 el proceso avanzaba bien. Estaba prácticamente todo listo: incluso tenían la luz verde de la Fiscalía Nacional Económica. Pero en marzo, dos semanas antes de firmar los documentos para sellar la venta, la familia desistió del negocio. “Nos quedamos con la mejor opinión de ellos, es una empresa de primer nivel. Yo creo que las puertas, para ambos lados, permanecen abiertas”, explica Alvo, quien lideró las negociaciones con el gigante brasileño.
La decisión la tomaron por una serie de factores. Primero, se dieron cuenta de que el negocio de alimentación venía con una serie de cambios estructurales: entre ellos, que las tiendas de conveniencia tipo minimarket, iban en alza. Además, el escenario económico, social y político de Chile se había calmado. Por su parte, la salud de su mujer repuntó. Todo eso contribuyó para que el clan cambiara de opinión.
En todo caso, el proceso con Patria no fue en vano. Durante las negociaciones, ambas partes se acercaron a una conocida consultora (que mantiene en reserva) que les entregó información clave para entender el futuro en la industria de los servicios de alimentos.
“El informe explicaba que durante los próximos diez años Latam presentaría grandes dificultades, como inflación, inmigración, pobreza y una brecha de sueldo versus gastos mensuales en aumento. El documento mostraba que las familias estaban cada vez con más problemas para llegar a fin de mes”, indica.
Salir a la calle
Tras separar camino con los brasileños, la familia Alvo se puso de cabeza a buscar un negocio que calzara con ese análisis. Fue ahí cuando decidieron, en palabras del ejecutivo, “salir a la calle” y desarrollar una cadena de mini supermercados de ventas al por mayor enfocado en abarrotes, productos de consumo masivo, repostería, comida japonesa y chatarra. La bautizaron como “Ahorra Supermarket” y se preparan para abrir su primera sucursal a finales de agosto.
Serán locales de 150 metros cuadrados y estarán enfocados a atender a pequeños comerciantes y familias. “Vemos la oportunidad de crear un supermercado de bajo costo. Para eso tendremos un modelo de atención simple, con solo una caja, sin grandes góndolas, que nos ayudará a traspasar ese ahorro a los clientes. Básicamente, es tener a las marcas sin intermediarios. Esto genera diferencias de precios abismantes en relación al supermercado que vende al por mayor. Frente a ellos, los que ya existen en ese formato, seremos entre un 25% y un 30% más económicos”, explica.
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La historia de los Alvo y el tercer hijo
A finales de los años ‘90, en plena crisis asiática, el padre de Alberto Alvo tocó fondo. Su negocio de préstamos para taxistas no resultó, por lo que tuvo que innovar. Usando el poco dinero que le quedaba creó Comercial Alca, una importadora y distribuidora de alimentos. Partieron vendiendo $ 50 millones mensuales y progresivamente fueron aumentando su posición de mercado. “Es su tercer hijo”, dice Alvo, quien tomó la gerencia general de Inversiones Don Marcos (la matriz del grupo) hace aproximadamente 10 años.
La empresa más importante del grupo es Comercial Alca, que se enfoca en una serie de mercados, entre ellos repostería y comida japonesa: son los principales proveedores de implementos para locales de sushi, desde camarones, alga nori, hasta la soya y el arroz.
Actualmente, están con oficinas en Santiago, Miami y China y tienen más de 4 mil clientes locales e internacionales. Aparte de este negocio, la familia tiene otros proyectos en el rubro inmobiliario y venture capital. Alberto Alvo, de hecho, fue uno de los primeros en invertir en Betterfly.
La pandemia, confiesa, los obligó a cambiar el negocio y enfocarse en el canal tradicional, como locales comerciales, almacenes, Lo Valledor y pequeñas cadenas de supermercados. Ahí se dieron cuenta, por primera vez, de que podían hacer un negocio minorista y saltar directamente a la calle con sus productos.
“Quiero que no sea caro consumir alimentos en este país. Para los restaurantes, el pequeño comerciante o para la dueña de casa. Estamos hablando con los proveedores adecuados para que realmente nos saltemos dos o tres eslabones de la cadena de suministro para que realmente los precios sean más bajos”, explica Alvo.
El modelo
No serán los Alvo quienes administrarán las sucursales de la nueva cadena de supermercados. Por primera vez en la industria del retail alimenticio, dice, crearán un modelo de franquicias a gran escala. “Nuestra idea al principio era desarrollar locales propios. Pero después nos dimos cuenta de que, si bien estábamos dejando harta plata arriba de la mesa, la mejor forma de cumplir con nuestra promesa y misión era hacerlo vía franquicia para que cada dueño atienda su botica”, establece.
Para 2023 decidieron vender ocho franquicias. La idea es que para diciembre ya existan ocho sucursales de Ahorra Supermarket en comunas como La Florida, Santiago y Maipú. En 2024 el objetivo es aumentar a 20 locales en la Región Metropolitana y seis en regiones, y en 2025 llegarán a un total de 40 en todo Chile. A partir de ahí no proyectan más aperturas. “No vamos a abrir más locales si no logramos generar la rentabilidad y eficiencia de todas nuestras locaciones. No queremos crecer más allá de estos números si existe una tienda que no está funcionando”.
Pero si todo va bien, complementa, “para 2026 queremos estar en todas las comunas de Santiago”.
Para echar a andar el proyecto, la familia invirtió US$ 3 millones. Además, están armando un nuevo centro logístico en Huechuraba que estará 100% enfocado en este negocio. El 1 de enero llegará Gustavo Chami, el gerente a cargo de esta nueva cadena.
Los objetivos de venta también están definidos: para el primer mes cada local debería superar los $ 30 millones. Entre el cuarto y doceavo las ventas mensuales de cada sucursal tendrían que rondar los $ 40 y $ 120 millones. A partir del año, explica, lo ideal es llegar a los $ 150 millones. “Si cada local vende $ 150 millones mensuales, para 2025, cuando tengamos 40 locales, serían $ 6.000 millones, o sea unos US$ 7,5 millones cada mes”, ejemplifica.