Un poco menos dulces deben hacer sido las celebraciones de Lewis Hamilton por su cuarta corona en la Fórmula Uno, conseguida el domingo anterior en México, luego de verse involucrado en los llamados Paradise Papers, una masiva filtración de como los súper ricos y sus empresas evitan pagar impuestos con sociedades offshore.
Entre los más de 13 de millones de documentos filtrados, aparece cómo el piloto británico se ahorró 4,3 millones de dólares con la compra de su jet privado.
La ingeniería del proceso fue la siguiente.
En 2013, Hamilton quería un avión; un Bombardier CL605 Challenger 605, específicamente. ¿Su costo? 21,7 millones de dólares.
Sus bien intencionados asesores le recomendaron que lo mejor era que se lo hiciera a través de un arriendo a sí mismo.
De esta forma, adquirió a través de una compañía en las Islas Vírgenes Británicas, que se lo renta a otra empresa en la Isla de Man, también de propiedad del piloto inglés, que, a su vez, hace lo mismo a una firma de representación que trabaja exclusivamente con volante de Mercedes y con otras de sus firmas.
A través de está mecánica, Hamilton recibió un reembolso por US$ 4,3 millones.
¿Por qué?
Ese es el trato comercial entre Isla de Man para quienes hace un uso comercial de la nave, tal como lo presentó una de las compañías de Hamilton al importarlo hacia la dependencia de la corona británica, pese a que su utilización mayoritaria parece ser privada, por lo que no le correspondería ningún tipo de beneficio tributario.