Fue tal la huella que dejó Jesse Owens aquel 25 de mayo, que para nadie fue sorpresa que más adelante iba a ser bautizado como “El Antílope de Ébano”.
Aquella fecha de 1935, en el Ferry Field de Ann Arbor de Michigan, Estados Unidos, el atleta batió cinco récords mundiales, además de igualar otro en un espacio de sólo 45 minutos.
Como bien recordó AS de España, Owens ya era una estrella en Ohio gracias a sus dotes como velocista y saltador de longitud. Por eso, su participación en la Big 10 Conference fue seguida por varios.
Diez grandes universidades se hicieron presentes en el lugar, las cuales terminaron vislumbradas por la hazaña del atleta. Récord mundial igualado en 100 yardas con un tiempo de 9.4 (antes, tuvo el mismo registro pero la marca un fue homologada) fue el comienzo. Diez minutos después llegó a 8,13 en el salto de longitud, superando al japonés Chuei Nambu (1931, 7,98) y siendo el primer hombre en pasar la barrera de los ocho metros. Este récord duró cuarto de siglo.
Las otras hazañas fueron los 20.3 en la carrera de 200 metros y 22.6 en la misma carrera, pero con vallas. La leyenda “El Día de los Días” ya era una realidad.
Hoy, 80 años después, este hito sigue marcando con grandeza la historia del atletismo.