El extremo formado en Universidad Católica, Mark González, se convirtió en el primer refuerzo de Colo Colo de Pablo Guede para la temporada 2017.
Se trata de un nuevo paso para la carrera de González, marcada por altibajos, principalmente debido a las lesiones que ha debido afrontar.
Nacido Sudáfrica y pulido en la cantera de San Carlos de Apoquindo, el jugador destacó tempranamente por su velocidad en la banda izquierda, transformándose en parte vital del plantel cruzado comandado entonces por Juvenal Olmos que lo ascendió al primer equipo y luego lo llevó a debutar por la selección chilena.
Sus condiciones llamaron rápidamente la atención de Europa, donde recaló en el Albacete que por esos años participaba en la Primera División de España. En el humilde club manchego, Mark siguió impresionando con sus condiciones físicas, llamando la atención del poderoso Liverpool que lo fichó pese a tener su primera lesión de gravedad: una rotura de ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda que lo tuvo seis meses sin jugar.
El cuadro que dirigía Rafael Benítez venía recién de ganar la Champions League en la recordada final del año 2005, donde en un impresionante partido dieron vuelta un 3-0 en contra y derrotaron al AC Milan en penales de la mano de Steven Gerrard, el español Xabi Alonso y el polaco Jerzy Dudek.
Pero el mal ránking de "La Roja" en ese entonces (72° del mundo) y las exigentes leyes inglesas para conseguir permiso de trabajo, le impidieron llegar inmediatamente a los “reds”, por lo que estuvo un año en la Real Sociedad donde cumplió buenas actuaciones.
En su regreso a Liverpool estuvo a un paso de ganar la Champions, siendo suplente en la “revancha” de la final ante los lombardos en el 2007, donde los italianos se impusieron por 2-1 y el chileno no sumó minutos.
Pese a comenzar bien en Inglaterra y ganar la Community Shield, las lesiones volverían a pasarle la cuenta al atacante que terminaría siendo transferido al Real Betis de España. Tras dos temporadas con los sevillanos, el jugador cambió de equipo en un fichaje que marcó un hito para nuestro país.
En el 2009, Mark González se convirtió en el futbolista chileno mejor pagado del mundo con su llegada al CSKA Moscú de la millonaria liga rusa, que por esos años vivía -en menor medida- un proceso similar al que hoy experimenta China.
Durante ese tiempo, siempre que su físico se lo permitiera, era considerado para la selección chilena de Marcelo Bielsa, que llevó al zurdo al Mundial de Sudafrica 2010 de regreso a su tierra natal. Recordado es su gol ante Suiza, tras centro de Esteban Paredes.
Tras cinco temporadas, y nuevamente arrastrando un cúmulo de lesiones en su paso por el club soviético, el jugador decide regresar a Chile al cuadro que lo vio nacer: Universidad Católica. Dejando atrás su millonario salario, se despidió de Rusia ganando una Liga, dos Copas y una Supercopa local.
Sin embargo, las lesiones volvieron a complicarlo en su retorno a San Carlos de Apoquindo a mediados del 2014, donde jamás lo abandonaron sus problemas físicos. Pese a todo, se las arregló para llegar al Sport Recife pernambucano a principios de año.
A pesar de su irregularidad en Brasil, fue considerado por Juan Antonio Pizzi para la Copa América Centenario que terminaría coronando a Chile como bicampeona del continente, jugando en total 19 minutos (ante México y Colombia).
Pero el logro en Estados Unidos no bastó para su equipo, que cansado de los constantes problemas del extremo decidió poner fin a su contrato de forma anticipada. “Él no ha tenido una frecuencia en el equipo y ha tenido muchas lesiones”, acusó el presidente João Humberto Martorelli.
Hoy, el jugador a sus 32 años busca una nueva oportunidad en el fútbol nacional para poner cierre a una carrera con altibajos, siempre y cuando las lesiones no le impidan mostrar la calidad y velocidad que lo tuvieron jugando en sus mejores años en uno de los mejores equipos del mundo.